Deseos de Año Nuevo
Acaba el 2021 con suministros suficientes para vacunar a toda la población mayor de 5 años de edad.

En el último día de 2021, para muchas y muchos un año horrible, lo mismo que para otras y otros tantos uno de recuperación, es bueno hacer balance de lo que se ha ganado y perdido, pero también de lo que vale la pena retener y eliminar, así como lo que es deseable conseguir. Por supuesto, dependerá del interés, la voluntad y las circunstancias hacer realidad los deseos.
En el año que acaba se recuperó la democracia, la mayor ganancia. Luego de un 2020 signado por la falta de legitimidad de un gobierno transitorio pero no plenamente constitucional, la posesión, primero, de un presidente electo en primera vuelta con una clara mayoría y, luego, de alcaldes y gobernadores, también elegidos en las urnas, devolvió al Estado al cauce constitucional.
También fue un año en que se ganó confianza en las instituciones gubernamentales, particularmente aquellas que tuvieron la titánica tarea de conseguir vacunas para toda la población, en un contexto internacional en el que unos países resultaron más favorecidos que otros. Acaba el 2021 con suministros suficientes para vacunar a toda la población mayor de 5 años de edad, incluso hasta la tercera dosis: ganancia.
En 2021 se perdió, un poco más, la confianza en el sistema de justicia; a pesar de innumerables invocaciones a tratar con carácter de urgencia la reforma del Órgano Judicial, esta tarea se pospuso, al menos, hasta 2022. Mientras tanto, acceder a una justicia verdadera depende un poco de la suerte y mucho de contar con recursos suficientes. Los cuestionamientos al Ministerio Público y a las y los administradores de justicia han terminado por convertirse en instrumentos útiles en el litigio. Se perdió, también, la inocencia al saberse que en Santa Cruz operó durante casi una década un sistema de corrupción en el gobierno municipal, tan grande que todavía no se ha descubierto todas sus ramificaciones.
Vale la pena conservar durante el año que mañana comienza la solidaridad, el deseo de construir un mejor país para las nuevas generaciones; la voluntad de seguir transformando para bien al Estado y a la sociedad civil. Habrá que eliminar los discursos de confrontación y odio, las tendencias polarizantes, los liderazgos que se sustentan en el conflicto, los privilegios que se erigen sobre la falta de derechos de las mayorías.
Finalmente, entre los deseos se pueden nombrar una economía sólida y estable, mecanismos para el crecimiento no solo macroeconómico, sino también el que se siente en los bolsillos; es deseable una sociedad crecientemente consciente no solo de los retos colectivos que deben afrontarse, sino sobre todo de las muchas carencias y necesidades que necesitan solución y voluntad. Hay que desear que el 2022 sea el año de la reconciliación, de una democracia que albergue verdaderamente a todas y todos, incluyendo a las disidencias. Quienes trabajamos en LA RAZÓN daremos nuestro mejor interés y esfuerzo para que esos deseos se vuelvan realidad.