Cuatro ‘bloques’
La oposición política y sus operadores mediáticos están empeñados en hablar de división.
A medida que se acerca la simbólica fecha del 22 de enero (Día del Estado Plurinacional) y con ella el anunciado cambio de ministros, crecen las voces divergentes en el MAS-IPSP y afines. Se incrementan también las especulaciones sobre el gabinete. Y por supuesto la oposición lanza sus renovadas profecías de “división” en el oficialismo, hoy con supuestos cuatro “bloques”.
La elección del binomio presidencial Luis Arce y David Choquehuanca en los comicios de noviembre de 2020 trajo consigo la interrogante acerca del lugar que ocuparía Evo Morales, expresidente y líder histórico del partido de gobierno. Desde el MAS se habló de una suerte de división de funciones, toda vez que Morales se ocuparía de rearticular internamente su organización política. La oposición, en cambio, declaró —y lo sigue haciendo como bandera política— que Evo sería “el verdadero poder” (sic).
Además de la evidente separación funcional entre el MAS en los órganos del poder público (Ejecutivo y Legislativo) y el MAS en tanto instrumento político en interacción con las organizaciones sociales (en especial el Pacto de Unidad), se plantearon preguntas respecto a la relación entre el Presidente y el Vicepresidente. El supuesto es que el segundo representa el ala más concertadora, expresada en su discurso de posesión. Por si fuera poco, está también el “factor Andrónico”, a la cabeza del Senado.
Es natural que en un proyecto político tan grande como el expresado por el MAS-IPSP en las últimas dos décadas de democracia en el país converjan diferentes sectores, tendencias e intereses. Más todavía si a la figura del partido político se suma la presencia de movimientos sociales y organizaciones indígenas, campesinas e interculturales. Es una estructura no solo amplia, sino compleja. Hasta 2019, Evo Morales concentraba y articulaba el núcleo decisorio en el Gobierno- partido-instrumento.
Transcurrido más de un año del actual gobierno del MAS sin Morales en la presidencia, se predica en diferentes tonos acerca de la situación interna en el campo del oficialismo. La oposición política y sus operadores mediáticos están empeñados en hablar de división, de la existencia de facciones enfrentadas (los “bloques” Evo, Arce, Choquehuanca y Andrónico) y de la falaz subordinación del presidente al jefe del partido. Sin proyecto político ni liderazgos propios, la oposición apuesta por la implosión del MAS.
En el campo del MAS, en tanto, con sus diferentes actores dentro y fuera del Ejecutivo, se reconoce que hay pugnas internas (la disputa por el cambio de ministros lo demuestra), pero en general la premisa indiscutible es la unidad. Estar en el gobierno y controlar recursos de poder es un factor de cohesión. Lo es también la idea de que “la derecha está en afanes golpistas”. La supuesta división parece más bien un deseo opositor. Al menos hasta que llegue el momento de definir el próximo binomio presidencial.