Democracia paritaria
La presencia de las mujeres creció de menos del 1%del total de legisladores a la mitad de todos ellos.
En los últimos años, Bolivia ha sido reconocido como uno de los países con mayor participación femenina en el poder. De hecho, actualmente el 46% de las sillas curul en la Cámara de Diputados está ocupado por mujeres y el 55% en el caso de la de Senadores. Sin embargo, esa estadística esconde algunos aspectos preocupantes, como el continuo acoso que todavía sufren las políticas.
Un reciente informe, publicado por Oxfam Bolivia, revela que en los últimos 38 años la presencia de las mujeres creció de menos del 1% del total de legisladores a la mitad de todos ellos; pero también evidencia que al menos cuatro de cada 10 legisladoras activas han denunciado que fueron víctimas de acoso y violencia política “varias veces”. Falta saber cuántas han sufrido sin denunciar.
La investigación, que combinó encuestas, grupos focales, entrevistas y el método Delphi, fue realizada conjuntamente por Oxfam, la Coordinadora de la Mujer y el Centro de Estudios Superiores Universitarios de la Universidad Mayor de San Simón (CESUUMSS) en todo el país, por lo que da cuenta del estado de cosas no solo en la Asamblea Legislativa Plurinacional, sino también en los gobiernos departamentales y municipales, donde la evidencia muestra una participación paritaria en los órganos legislativos, pero “ninguna presidenta electa, cero gobernadoras, muy pocas alcaldesas”.
Eso significa, dice el informe publicado bajo el título La paridad más allá de la paridad, que “la democracia paritaria es una buena idea”, también que “es un proyecto radical de transformación política”, pero que “aún no se ha plasmado, está en proceso de edificación y es necesario construirla”. El proceso para llegar hasta donde se encuentra el país puede sintetizarse en cuatro etapas: la primera, caracterizada por ausencia de normas y mecanismos para la participación política de las mujeres; la segunda, cuando se impulsaron acciones afirmativas; la tercera, cuando se instituyó la paridad democrática como dispositivo normativo; y la actual: democracia paritaria como proyecto.
Los obstáculos que afrontan las mujeres en política, señala el estudio, tienen que ver con que ellas todavía son víctimas de acoso y violencia; con las labores de cuidado, en el hogar y más allá, que todavía recaen sobre ellas; y con los prejuicios en su contra, que combinados limitan y desvalorizan la participación femenina en política.
Sin ofrecer una receta, sino señalando los desafíos, las investigadoras proponen, además de trabajar la intrínseca relación entre colonialismo y patriarcado, construir una democracia paritaria intercultural, introducir nuevas reformas jurídicas, allanar el camino para la participación femenina en la política, comenzando por los partidos políticos y sus estructuras, y generar condiciones para el ejercicio paritario de la función legislativa. No es poco ni mucho menos fácil, pero todo lo avanzado hasta ahora sirve como demostración de que es posible.