Trece años de CPE
La construcción de un nuevo modelo de Estado es un recorrido complejo, de largo plazo e incremental.
Hace trece años, el 7 de febrero de 2009, entró en vigencia la nueva Constitución. Concluía así el prolongado y complejo proceso constituyente, iniciado en 1990 con la Marcha indígena por el territorio y la dignidad. Era el primer texto constitucional elaborado en una Asamblea Constituyente y luego aprobado en referéndum. E inauguró el actual ciclo del Estado Plurinacional en Bolivia.
Con la exigencia del reconocimiento estatal a su identidad como pueblos y el respeto de sus territorios ancestrales, la primera gran Marcha indígena de tierras bajas está en el origen del proceso constituyente. Luego hubo otras marchas que demandaron de manera específica la realización de una Asamblea Constituyente que refundara el país. Y el proceso se fue edificando con una pluralidad de actores del campo nacional popular hasta convertirse en agenda viable en la “guerra del gas” de octubre de 2003.
La convocatoria a una Asamblea Constituyente con mandato para elaborar una nueva Constitución Política del Estado se hizo realidad finalmente el año 2006. Fue el resultado de una larga acumulación de luchas y contó con la voluntad política del recién electo gobierno del presidente Morales. La Asamblea fue objeto de tensión y de disputa desde la propia elección de constituyentes. Luego surgieron temas críticos para el proceso como su carácter originario, los dos tercios y la capitalidad plena.
La elaboración de una nueva Constitución con carácter refundacional, alentada por varias organizaciones como el Pacto de Unidad, organizaciones de mujeres y otros actores relevantes, enfrentó la resistencia de sectores conservadores que no creían en la Asamblea Constituyente y buscaron que fracasara desde el inicio. Y cuando no pudieron evitar la aprobación de un nuevo texto constitucional, optaron por la ruptura con la bandera de autonomías departamentales aprobadas en la “Media luna” en consultas ilegales.
Luego de un acuerdo político que modificó sin mandato varios artículos del texto emanado de la Constituyente, la población aprobó mayoritariamente en referéndum la nueva Constitución. Se trata de una Ley Fundamental muy avanzada en el reconocimiento de derechos, tanto individuales como colectivos. Define un nuevo modelo de Estado Plurinacional y con autonomías, incluido el autogobierno indígena. Reconoce diferentes formas de democracia, el pluralismo jurídico y una economía plural en el marco del Vivir Bien.
Han transcurrido trece años y sin duda debemos congratularnos como sociedad por el proceso constituyente y sus resultados. El reconocimiento constitucional de principios y derechos es esencial. Claro que no basta: debe garantizarse también su ejercicio. Es claro asimismo que la construcción de un nuevo modelo de Estado es un recorrido complejo, de largo plazo e incremental, pero la evidencia muestra avances lentos y a veces contradictorios. Se requiere un balance crítico y un nuevo impulso constituyente.