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¿Dónde va el municipio?

Las ácidas controversias sobre el aumento de la tasa de aseo o la utilidad de un nuevo endeudamiento en el municipio de La Paz son una evidencia de un inicio de gestión desordenado y dubitativo del nuevo alcalde de esta urbe. Se percibe una falta de horizonte sobre el futuro de la ciudad y la ausencia de un balance público claro sobre el estado real del municipio.

Durante la última campaña electoral local, fue preocupante la debilidad del debate sobre los problemas de la ciudad y particularmente sobre el nuevo horizonte de desarrollo que se debía impulsar después de más de veinte años de gestión de un mismo partido. Se estaba cerrando no únicamente un ciclo político, sino un largo periodo de renovación y expansión urbanística, con sus luces y sombras.

Era también visible el agotamiento en los últimos años del modelo de ciudad y municipio que empezó a construir Juan del Granado y que continuó con más polémica Luis Revilla. La ciudad había avanzado mucho pero también aparecieron en el último tiempo varios problemas. La propia gestión de los “Sin miedo” transformados luego en SOL.bo ya había tenido que enfrentar cuestionamientos preocupantes sobre su transparencia y el manejo prudente de las finanzas edilicias.

Con la llegada de Iván Arias al gobierno municipal, asociado a una fuerza política de reciente creación, se esperaba que se realice un balance honesto sobre el estado en el que se estaba recibiendo el municipio; no con un ánimo de caza de brujas sino con el objetivo de señalar desde dónde se partía, lo que había que preservar y fundamentalmente establecer con sinceridad lo que se tenía que innovar, mejorar o hacer de nuevo. Era también importante que la nueva autoridad proponga un horizonte a los paceños: ¿Qué ciudad vamos a construir entre todos?

A esta hora, las esperanzas han sido en buena medida defraudadas, la nueva gestión municipal procedió al cambio de parte importante del personal, sin que se sepa los criterios que se utilizaron, se ha enfrascado en polémicas intrascendentes y ocurrencias, ha mencionado en desorden graves problemas heredados, como los relacionados con la sostenibilidad del sistema de buses PumaKatari, y recientemente está intentando, sin explicarlo bien, mejorar sus ingresos con el aumento de la tasa de aseo y la tramitación de un gran endeudamiento con una entidad financiera privada.

Muchos de esos problemas se podrían canalizar de mejor manera si se dijera claramente a la ciudadanía cuál es la situación financiera real de esa administración y en qué se invertirán los recursos frescos obtenidos. Pero para eso se precisa contar con una proyección de lo que se desea construir y hacer en los próximos cuatro años. A casi un año de gestión, por lo pronto hay más conflictos y dudas que otra cosa. Hay tiempo para mejorar, los paceños y las paceñas se lo merecen.