Icono del sitio La Razón

Esperanza en Chile

Con la posesión, el viernes, de su nuevo Presidente, Chile ha ingresado de lleno a una nueva etapa de su historia: no solo ha jurado el primer mandatario más joven de la República, o lo ha hecho en el contexto de una Asamblea Constituyente en marcha, o representa el más serio giro a la izquierda desde 1973, o se ha rodeado de un gabinete femenino. Es todo eso y más.

Tenía 35 años cumplidos cuando ganó las elecciones en primera y segunda vuelta el año pasado, derrotando con más votos que cualquier otro candidato en la historia no solo a los dos grupos de concertación, de izquierda y derecha, sino sobre todo a un candidato que representaba todo lo que Chile quería dejar atrás cuando comenzaron las movilizaciones que obligaron al saliente presidente Sebastián Piñera a convocar a una Constituyente que por lo pronto ya ha decidido convertir la orgullosa República en Estado Plurinacional.

Gabriel Boric es, para muchas personas, el símbolo de las luchas chilenas de la última década, cuando se hizo insostenible el modelo neoliberal y autoritario iniciado con el golpe de Estado de 1973 y mantenido con fuerza autoritaria durante los gobiernos democráticos desde 1990, así como la esperanza de que el país más desigual de Sudamérica pronto será un Estado de bienestar.

No será fácil para el joven mandatario cumplir las promesas que lo llevaron a la victoria y que incluyen: el cambio del sistema de pensiones, de las AFP a uno público; la eliminación de la deuda estudiantil; más inversión en educación y salud públicas; la creación de un sistema de cuidados familiares que alivie la carga de las mujeres; acceso al aborto sin restricciones; y, sobre todo, restaurar el territorio a las comunidades indígenas.

No estará solo. Para cumplir con su ambiciosa agenda se ha rodeado de un gabinete mayoritariamente joven, compuesto por 10 hombres y, lo más importante, 14 mujeres que tienen a su cargo ministerios como Interior, Cancillería, Defensa, Salud y el Ministerio de la Mujer, que será potenciado, según se anunció; también es mujer la portavoz del flamante Gobierno.

Aunque el joven mandatario disfruta todavía de su “luna de miel”, sabe que desde ambos extremos de la polarización política lloverán críticas y demandas a su gestión. El optimismo que su posesión ha inspirado, pronto debe convertirse en realismo, pues su partido tiene una representación reducida en el Congreso y debe construir consensos desde ahora, particularmente con las fuerzas de izquierda, que todavía no terminan de entender cómo el recién llegado se llevó su antiguo caudal de votos.

Hoy Chile es esperanza, dentro y fuera de sus fronteras, porque un hombre joven, con ideas de vanguardia y sin los complejos ideológicos de ayer está a cargo de uno de los Estados más institucionales, pero también más desiguales, y debe transformar esa realidad sin sacrificar la estabilidad y la gobernanza ni poner en riesgo la democracia.