Diálogo con los empresarios
El diálogo entre el Gobierno y los sectores empresariales no ha avanzado mucho en estos meses.
La Confederación de Empresarios Privados de Bolivia solicitó al Gobierno una reunión para discutir sobre la política salarial que se aplicará este año. Hay que reconocer que el diálogo entre ese sector y el Gobierno no parece avanzar. Más allá de las diferencias que puedan existir, una conversación sobre los problemas de la economía con todos los involucrados es deseable y podría ser útil para el país.
La Central Obrera Boliviana (COB) entregó su pliego petitorio al Presidente del Estado, en el cual se solicita un incremento salarial del 7% al salario básico y un 10% al mínimo nacional, entre otros puntos. El Gobierno dijo que la propuesta será analizada con seriedad.
La representación gremial empresarial manifestó su rechazo a la propuesta de los sindicatos y solicitó una reunión al Gobierno para presentar sus argumentos y propuestas. Refiriéndose al Convenio 131 de la Organización Internacional del Trabajo que establece la obligación de consultas a empleadores y trabajadores para fijar el salario mínimo, pidieron un trato igualitario. El Gobierno aún no ha respondido a este pedido.
En general, el diálogo entre el Gobierno y los sectores empresariales no ha avanzado mucho en estos meses. Es perceptible la preocupación de la dirigencia empresarial por esta situación, sobre todo en vísperas de una decisión tan importante como la definición salarial para esta gestión, en un contexto de empeoramiento de la situación económica mundial que podría afectar la frágil reactivación.
Es evidente que existen varios aspectos en los que la posición del oficialismo y de los empresarios son divergentes, por ejemplo, en lo que se refiere a las restricciones de exportaciones de algunos productos o a la aplicación de normas tributarias o de relaciones laborales. Pero, eso no debería ser una justificación para no conversar con este importante sector de la sociedad.
Usualmente, cualquier proceso de diálogo social se va construyendo desde posicionamientos a priori divergentes. La escucha al otro y la conversación argumentada son justamente instrumentos para ello o al menos para conocer las razones de unos y otros de primera mano. Es decir, se trata de una tarea útil y democrática, incluso cuando no concluye en un acuerdo.
Por todas esas razones, sería deseable que el diálogo solicitado se produzca, pudiendo ser una señal positiva a toda la sociedad sobre la necesidad de resolver nuestras conversaciones mediante la deliberación democrática.