Insatisfacción empresarial
El actual clima de desconfianza y desencuentro entre empresarios y Gobierno no es una buena noticia.
El Gobierno acordó con la Central Obrera Boliviana (COB) un incremento salarial, con el que no están de acuerdo los gremios empresariales. Además de los criterios divergentes sobre el impacto de esta decisión, lo llamativo es que es una nueva muestra de la gran dificultad que está encontrando el sector empresarial en su diálogo con el Gobierno.
En reunión con la COB, la administración del presidente Arce decidió que este año habrá un aumento del haber básico de 3% y de 4% al salario mínimo nacional. Desde hace semanas, el sector empresarial estuvo reclamando la apertura de un diálogo con el Gobierno y un acuerdo tripartito sobre la política salarial para esta gestión. Las autoridades se reunieron con representantes del gremio, pero sin ningún compromiso acerca de la cuestión salarial. Los resultados de la cita no desembocaron en una agenda concreta para seguir siendo tratada. Después de la decisión concertada con la COB, la decepción empresarial es grande.
Este nuevo impasse sucede en un momento en que algunos voceros del sector están aumentando el tono de sus críticas a la política económica. Por su parte, muchos oficialistas no ocultan su desconfianza ante el empresariado y sus propuestas. El debate en ambos sectores está lamentablemente tendiendo a ideologizarse, fenómeno que no ayuda a un acercamiento.
Como en otros ámbitos, estos desencuentros son lamentables. En este caso, la reactivación económica precisa de inversiones privadas y creación de empleos de calidad en ese sector. No parece viable que el Estado tenga capacidad de generar solo los cientos de miles de empleos que se requieren, por mucho papel protagónico que se le quiera asignar.
La realidad es que ni el Estado ni la empresa privada formal están generando la mayoría del trabajo en estos años. Es más bien el enorme y opaco mundo informal que lo está haciendo en condiciones precarias y poco transparentes. En ese sentido, el debate salarial de estos días involucra a una porción muy minoritaria del país.
Alguien diría que eso al final no importa, pues el país sigue funcionando gracias a la vitalidad de los informales. El problema es que por esa vía se hace más difícil aumentar la productividad y el tamaño de la economía. La cuestión crítica es cómo crecer más y con mayor calidad, para eso se precisa una agenda de modernización que inevitablemente debería ser conversada por todos los sectores.
En ese sentido, el actual clima de desconfianza y desencuentro entre empresarios y Gobierno no es una buena noticia. Ojalá ambos entiendan que deben construir una agenda práctica o al menos conversarla, sin tanta ideología de por medio, el país lo necesita.