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Vida de animales

El escándalo desatado en el bioparque Vesty Pakos, en Mallasa, a las afueras de La Paz, dependiente del gobierno autónomo municipal de la ciudad sede de gobierno, hizo evidente no solo la existencia de problemas estructurales en la Alcaldía paceña, sino también la indolencia generalizada que existe en torno al cuidado de los animales, pese a la creciente presión ciudadana.

En años recientes, el Vesty Pakos cambió su denominación de zoológico a bioparque como una forma de mostrar un cambio radical en el propósito que tiene el centro de acogida de especies silvestres: de lugar de exhibición de animales capturados a centro de rehabilitación de especies con miras a reinsertarlas en su hábitat; varios cóndores tuvieron esta suerte, pero otras especies no, y algunas murieron en las últimas semanas por falta de atención apropiada.

Un reciente reporte del Viceministerio de Medio Ambiente revela que en Bolivia hay 40 Centros de Custodia de Fauna Silvestre (CCFS), de los cuales solo 18 tienen licencia de funcionamiento y 22 todavía tramitan la legalización de sus actividades. Existen cinco tipos de CCFS: centro de rescate, refugio temporal, bioparque, centro de investigación y bioparque- centro zoológico.

Según el Viceministro de Medio Ambiente, los 22 centros de animales que tramitan sus papeles de funcionamiento están buscando principalmente su “recategorización” en alguno de los cinco tipos de institución antes nombrados. Explicó a este diario que la línea jerárquica para tramitar la regulación de funcionamiento en esta área es el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, las gobernaciones y las alcaldías, en ese orden; pero que, pese a lo que se dispone en el ministerio, los gobiernos subnacionales y los administradores de centros “arguyen una y otra cosa” que frenan el trámite.

En la nómina de los 18 refugios con autorización se puede apreciar que Santa Cruz es líder con seis (cinco bioparques y un centro de rescate), seguido de Cochabamba con cinco (tres bioparques, un centro de rescate y un centro de investigación) y La Paz, con cuatro (dos centros de rescate, un refugio temporal y un bioparque). Los restantes tres se reparten en Beni (un centro de investigación y un refugio temporal) y Tarija, con el Bioparque Urbano. El Zoológico Andino Municipal de Oruro, que tramita su autorización, está lejos de lograrlo, según el viceministro, pues no cuenta ni siquiera con derecho propietario sobre el terreno en que funciona.

Lo que a simple vista parece la manía de algunos grupos de fanáticos de los animales (algunos de los cuales no tienen reparo en reconocer que valoran más la vida de un animal que la de un humano), en los hechos es la muestra de hasta dónde el Estado, que en este ámbito se supone orientado por las varias normas de protección de la naturaleza promulgadas en la última década y media, carece de los recursos y de la visión necesarios para asegurar que las especies silvestres reciban el trato que merecen. Mientras tanto, el sufrimiento de los animales sirve para hacer política, no para inspirar respuestas.