Lidiar con la violencia
Hay una violencia que no se detiene contra mujeres, adolescentes, niños y niñas.
En Bolivia cada día un promedio de 28 mujeres denuncian a sus parejas por violencia ante la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV); entre el 1 de enero y el 5 de junio se denunciaron 1.372 casos de abuso sexual; 1.098 infantes, niños, niñas y adolescentes fueron víctimas de violación y 686 denunciaron estupro. El diario recuento de daños contra las mujeres no se detiene ahí.
Días atrás se señaló en este mismo espacio que el problema de la violencia contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes no se resuelve solo con endurecer las penas que se aplican a las diferentes formas de abuso o con amenazar a las y los operadores de justicia con severos castigos si incumplen su deber de proteger a las víctimas y sancionar a los perpetradores de daño. Lidiar con la violencia tiene que ver con una voluntad manifiesta de toda la sociedad.
La dolorosa estadística fue divulgada días atrás por la Coordinadora de la mujer, y está basada en los datos de su Observatorio de Género. En total, dice la Directora Ejecutiva de la organización no gubernamental, las denuncias de violencia contra la mujer superan los 16.000 casos reportados, ligados a los 16 tipos de violencia contra las mujeres tipificados en la Ley 348, Integral Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia.
Esa misma estadística revela que hay una muy ligera disminución en el número de casos reportados durante el primer trimestre de 2022 en comparación con el mismo periodo de 2021 y, sin embargo, según el análisis de Coordinadora de la Mujer, la aparente reducción del número de casos se acompaña de mayor violencia y premeditación en los casos de feminicidios.
El correlato con la creciente violencia que se ejerce contra las mujeres puede estar en el hecho de que los varios años de vigencia de la Ley 348 y las innumerables actividades, programas y estrategias desplegadas desde el sector público, y mucho más desde el privado, se han traducido en una creciente cultura de la denuncia. Gracias al refuerzo permanente, cada día más y más mujeres logran superar la inercia machista, el miedo y la vergüenza, y denuncian a sus agresores.
Por eso, no debe sorprender que cuando se analiza las características de los 48 feminicidios denunciados en el país en lo que va del año se identifica, por ejemplo, que solo en siete de los casos no había una relación conocida entre la víctima y el asesino, mientras que en 28 de los casos el homicida era esposo, concubino o expareja de la asesinada.
Hay una violencia que no se detiene contra mujeres, adolescente, niños y niñas; hay una respuesta institucional desde el Estado que por insuficiente todavía es objeto de más críticas que elogios. Pero también hay una creciente respuesta desde el lado de las víctimas, que denuncian y exigen restitución de sus derechos y castigo contra los violentos. Urge, pues, más y mejores incentivos para que los violentos sean puestos en evidencia, y castigados cuando corresponda.