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Intensa quinta ola

Continúa la escalada de contagios en la quinta ola del COVID-19 en el país. Así ha sido en las últimas 10 semanas. Se espera que el pico recién llegue en agosto. La buena noticia es que la tasa de letalidad es baja. Los grandes retos continúan siendo el autocuidado, la cobertura de vacunación y el fortalecimiento del sistema público de salud. No hay que bajar la guardia.

La quinta ola del coronavirus, esa pandemia intermitente que nos acompaña y agobia desde principios de 2020, está superando los picos de contagios en Bolivia en comparación con olas anteriores. Ello se debe a que las variantes que están circulando, identificadas como derivaciones de la cepa Ómicron, se transmiten más fácilmente. Se debe también a un relajamiento en las medidas de autocuidado y bioseguridad, incluyendo eventos masivos como verbenas. Es un riesgo para la salud de la población.

Si bien debemos celebrar que hoy la tasa de letalidad sea muy baja en comparación con momentos de tragedia que vivimos en el país (estamos cerca de los 22.000 muertos por la pandemia), es necesario no perder de vista los efectos. Según información oficial sobre casos reportados, en algunas semanas llegaremos al millón de contagios en todo el período. Claro que ahora los síntomas son más bien leves, “como un resfrío fuerte”. Pero este hecho, siendo benévolo, puede ser un problema a futuro.

Varios especialistas han advertido que el coronavirus, aunque sus síntomas sean parecidos a una gripe común, o incluso en los casos asintomáticos, puede dejar fuertes secuelas. No basta por ello quedarse con el dato de que la gran mayoría de contagios en el presente no derivan en complicaciones inmediatas. Los problemas para la salud vienen después. Es fundamental entonces que los casos de COVID sean tratados como COVID y no como un resfrío. Un antigripal puede ser útil, pero no previene los efectos.

Otro aspecto fundamental tiene que ver con la vacunación. Se ha demostrado que quienes no están vacunados o solo cuentan con una o dos dosis están más expuestos a complicaciones. En pocas palabras: la vacuna protege. Y salva vidas. Por ello es lamentable que el porcentaje de vacunación en Bolivia sea tan bajo (uno de los menores en la región), en especial en niños. Cierto que el Gobierno ha hecho un gran esfuerzo por disponer de vacunas, pero apenas la mitad de la población está completamente vacunada.

La pandemia del coronavirus llegó para quedarse, al menos de forma intermitente (550 millones de casos y más de 6.350.000 muertos a la fecha). Lo menos que podemos esperar es que nos deje aprendizajes como humanidad. Hay algunos muy evidentes: la centralidad del autocuidado, la necesidad de sistemas fuertes de salud pública, el carácter imprescindible de las vacunas, la urgencia de políticas públicas ante viejas y nuevas desigualdades. Por ahora toca navegar la quinta ola en el país.