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Cuidado del agua

La buena noticia es que Bolivia está entre los 20 países del mundo con más agua disponible per cápita; la mala: no todos los gobiernos subnacionales tienen los recursos necesarios, ni técnicos ni económicos, para hacer una gestión apropiada de esa agua disponible hoy, pero que mañana podría haber desaparecido. Desde el sector no gubernamental buscan mejorar esa situación.

Días atrás, la coordinadora de un proyecto financiado por la cooperación extranjera explicó en nuestro programa Piedra, papel y tinta lo delicado del proceso de gestión de los recursos hídricos del país. Bolivia tiene abundante agua para toda su población, y sin embargo, en las últimas semanas, numerosos territorios han padecido sequía por la falta de lluvias, lo cual motivó al Gobierno a dotar de pozos y tanques a los municipios afectados.

Pero no basta con reaccionar a circunstancias extraordinarias o cuando menos críticas. Urge desarrollar una nueva aproximación a la idea del cuidado del agua. Varias instituciones, públicas y privadas, académicas y de cooperación, han comenzado en los últimos años a trabajar el concepto de “gobernanza del agua”, entendido como la necesaria construcción de institucionalidad no solo desde el Estado, sino también motivando la participación activa de la sociedad civil.

Es un hecho que el Estado tiene la obligación de asegurar que toda la población del país acceda al agua en las mejores condiciones posibles, pues la Constitución Política lo reconoce como derecho humano. Sin embargo, para que la población acceda a este derecho deben participar agentes intermediadores que se encargan de procesar, potabilizar y distribuir el agua, como por ejemplo la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) que trabaja para casi toda el área metropolitana de la sede de gobierno.

Pero, por otra parte, en la mayor parte de las áreas rurales la situación no es la misma, pues los servicios que proveen agua corriente suelen estar cerca de las áreas urbanas. Aparentemente se trata de dos formas diferentes de gestionar el líquido elemento, y sin embargo es muy posible que en ambas el punto de partida sea el mismo: asegurar la conservación del agua para las actuales y futuras generaciones.

Por eso es tan importante involucrar en el tema a todos los actores posibles. En el área rural porque se trata de quienes más cerca están de las fuentes de agua y mejor entienden su importancia en el ciclo de la vida y, especialmente, de la producción de alimentos. En el área urbana, porque ocurre todo lo contrario: las personas no comprenden la importancia del asunto y desperdician el líquido elemento.

Urge cada vez más, pues, hacer todos los esfuerzos posibles por recuperar el conocimiento de unos y extenderlo a toda la sociedad, especialmente entre quienes no pueden visualizar un futuro, cada vez menos lejano, en el que el agua será un bien escaso y fuente de toda clase de conflictos por su posesión y conservación.