Aniversario constitucional

El martes último se ha celebrado 14 años de vigencia de la Constitución Política del Estado acordada y escrita en una histórica aunque muy disputada Asamblea Constituyente. Gracias a ese texto constitucional, hoy Bolivia es, cuando menos en el papel, un país más democrático, más inclusivo y más justo. Es grande el cambio operado, pero más grande el camino que todavía falta recorrer.
La demanda de una nueva Constitución data, al menos, de inicios de la década de 1990, cuando la primera Marcha Indígena recorrió gran parte del país para llegar a la sede de gobierno exigiendo ser tomados en cuenta por el Estado y gozar de los mismos derechos que cualquier otro habitante del país. Hicieron falta tres lustros para que, finalmente, un Presidente investido de poder popular y dotado de voluntad política a toda prueba hiciera realidad esa demanda histórica.
El proceso constituyente afrontó toda clase de obstáculos, desde los más previsibles hasta los inverosímiles; desde las élites que hicieron cuanto estuvo a su alcance para evitar el cambio que se avecinaba hasta otros sectores (incluyendo organizaciones de las clases medias) que sacaron a relucir su profundo odio racista y sus conflictos de clase no resueltos.
Hubo violencia desatada en el tramo final de la Asamblea Constituyente, tanta que casi se frustra el cambio; hizo falta mucha habilidad negociadora, por fuera de la Asamblea, para que el texto fuese aceptado por las partes y llevado a un referéndum en el que una aplastante mayoría lo aprobó. Entonces se produjo una traición: se aceptó a regañadientes la prohibición de reelección presidencial indefinida, y luego el entonces Vicepresidente confesó que había sido una “maniobra envolvente” y que no pensaban cumplir con el acuerdo; 2016 fue la demostración de ello.
Aún así, gracias a los acuerdos de entonces, Bolivia cuenta con una Constitución que es ejemplar para los estudiosos del derecho constitucional, pues reconoce y consagra cientos de derechos, con especial énfasis en aquellos que las poblaciones más vulnerables y vulneradas habían estado reclamando por décadas. Hoy, 14 años después, no todos están garantizados o se cumplen, pero el avance sigue siendo insoslayable.
Asimismo, y aunque a simple vista parezca paradójico, muchos de esos grupos que pelearon a brazo partido para evitar el cambio de Constitución, hoy la usan como emblema de lo deseable, incluso si sus discursos han vaciado de contenido a la idea de lo que es un texto constitucional, y miraron a un lado cuando un grupo minoritario decidió violarla en noviembre de 2019.
El cambio operado con la Constitución de 2009 es irreversible, lo cual no significa que todo esté hecho. Hay muchos aspectos que mejorar, probablemente comenzando por el modo de elección de autoridades del Judicial; y hay muchos derechos que todavía no están garantizados por el Estado. El trabajo pendiente es grande, y encararlo es urgente, pues es el camino para gozar de un mejor país.