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Agua para todos

Desde ayer y hasta mañana, delegados, representantes y jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo están reunidos en la sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York para hacer una evaluación de medio término de los avances y retos que afronta la humanidad respecto al uso y conservación del agua, elemento imprescindible para la vida en el planeta.

Se trata de la Segunda Conferencia sobre el Agua, convocada casi medio siglo después de la primera (Mar de Plata, Argentina, 1977) y justo a la mitad de la Década de Acción sobre el Agua, iniciada en 2018. El Presidente boliviano asiste a la reunión global y en su alocución llamó a todos los países a “hacer la transición hacia un sistema económico más sustentable y equitativo; que valore la salud a largo plazo de la Madre Tierra y de las personas, por encima de las ganancias o el lucro”.

El derecho humano al agua, idea impulsada por Bolivia en 2010, implica que todos los seres humanos deberían tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal (entre 50 y 100 litros de agua por persona y día), segura, aceptable y asequible (el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos del hogar), y accesible físicamente (la fuente debe estar a menos de 1.000 metros del hogar y su recogida no debería superar los 30 minutos). Previsiblemente, es en el sur global donde más difícil se hace garantizarlo, y Bolivia no es la excepción.

A diferencia de muchas otras reuniones de este tipo, esta conferencia no concluirá con la adopción de alguna declaración negociada entre los Estados miembros, sino con una colección, tan ambiciosa como sea posible, de compromisos libremente decididos por las partes y un renovado apoyo a la Agenda de Acción del Agua, que recoge dichos compromisos y se vincula explícitamente con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6: agua limpia y saneamiento para todos en 2030.

En un dramático llamado a los Estados miembros, el Secretario General de la ONU ha afirmado que la humanidad “vampiriza” los recursos hídricos del planeta “gota a gota” y que “se dirige ciega hacia un camino peligroso”. Los datos dados a conocer antes del inicio de la conferencia, iniciada al conmemorar el Día Mundial del Agua, revelan que una cuarta parte de la población mundial utiliza fuentes de agua potable no seguras; que casi la mitad de la humanidad vive sin un saneamiento gestionado de forma segura; que más del 80% de las aguas residuales se liberan al medio ambiente sin ser tratadas ni reutilizadas; y que las sequías podrían ser la próxima pandemia, entre muchos otros, igualmente alarmantes.

Es previsible que quienes asisten a la conferencia escuchen y pronuncien discursos llenos de dramatismo y contrición, pero cabe preguntarse si éstos se convertirán luego en verdadera voluntad de actuar y, sobre todo, de cooperar entre los que más tienen y los que más necesitan. En gran medida, la sobrevivencia de la especie humana depende de esta actitud.