Ataques inaceptables

Los medios de comunicación y periodistas reaccionamos rápido ante agresiones a nuestro trabajo desde el Estado y los actores políticos. Y las denunciamos con firmeza junto con nuestras organizaciones. ¿Pero qué hacer cuando el acoso y los ataques provienen de otros medios y periodistas, con el aval o silencio de las asociaciones? Así ocurre con La Razón desde hace varios años.
En una reciente entrevista, el actual presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), Raúl Peñaranda, arremetió contra La Razón permitiéndose poner en duda nuestro trabajo periodístico. No es la primera vez. En realidad, lo viene haciendo desde hace más de una década con el supuesto falaz, vendido en un librito, de que somos un diario “paraestatal” (sic). Diferentes análisis han demostrado que el señor acusa mucho, pero sin ninguna evidencia. Sus ataques, por tanto, son abusivos e inaceptables.
Las continuas y sistemáticas agresiones del presidente de la APLP, nada menos, son una forma de violencia y van contra la ética periodística. Responden claramente a sus intereses personales, sus cargos y su posicionamiento político e ideológico. Lo deplorable es que Peñaranda encubra sus operaciones políticas y se exhiba como “independiente”. Lo lastimoso es que utilice instrumentalmente a entidades como la APLP para su embestida persecutoria contra medios y periodistas “afines al poder”.
Como equipo periodístico con una tradición de más de tres décadas de trabajo, en La Razón nos empeñamos cada día en hacer un periodismo responsable, con apego a principios éticos y valores democráticos. Lo hacemos en un contexto difícil para los medios de comunicación impresos, en condiciones complejas dada la creciente digitalización, con dificultades y limitaciones que afrontamos puertas adentro en equipo. Para hacer periodismo no necesitamos atacar ni menospreciar con malas artes a la competencia.
Hemos callado durante mucho tiempo ante las agresiones, difamaciones y mentiras contra nuestro medio, su propietario, sus directivos y periodistas. Es suficiente. Vamos a defendernos y vamos a responder ante cada ataque en nuestra contra proveniente de los persecutores que, desde una pretendida neutralidad, se arrogan el derecho de pontificar y definir quién hace periodismo “independiente” y quién no. Si estos señores tuvieron o preparan nuevas operaciones mediáticas, que compitan con altura. Aquí estamos.
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Más allá de este posicionamiento principista de La Razón, expresamos nuestra preocupación por la creciente desconfianza ciudadana en los medios de comunicación en general. Alimentarse de la polarización política y alentarla daña la labor informativa. La credibilidad del oficio periodístico es un bien preciado que se construye y se mantiene cada día. Las y los periodistas debiéramos debatir al respecto con el impulso de nuestras organizaciones y asociaciones, hoy cada vez más politizadas y degradadas.