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La variable TSE

El pasado jueves, con la sintomática ausencia de su presidente, el TSE brindó el informe de labores de la gestión 2023 e inauguró el nuevo año electoral. El balance de lo realizado es positivo, aunque hay algunas omisiones. Preocupa la debilidad institucional ante una agenda compleja que anticipa el ciclo electoral 2025-2026. Es fundamental fortalecer y cuidar al TSE.

Conforme al mandato legal, el informe de gestión y rendición pública de cuentas del TSE expuso el trabajo realizado en diferentes áreas. En el informe oral a cargo del vicepresidente, se subrayaron acciones para la promoción de la democracia intercultural.

Destaca el acompañamiento a la elección de cooperativas de servicio público, consultas previas, algunos referendos, cabildos, autonomías indígenas y la revocatoria de mandato en curso. Hay resultados también en materia de registro civil y jurisdiccional.

Así, aunque el 2023 no fue un año electoral, hubo procesos democráticos, incluida la todavía esquiva democratización interna en las organizaciones políticas. En todo ello la presencia del TSE y de los nueve tribunales electorales departamentales es fundamental. Aunque el OEP está lejos todavía de constituirse en un órgano del poder público con igual jerarquía que los otros poderes del Estado, la amplitud de sus atribuciones y competencias lo sitúa en el centro del campo político y de las democracias.

¿Qué falló o faltó en la gestión 2023? Lo principal es que no hubo elecciones judiciales. Si bien la convocatoria dependía de la Asamblea Legislativa, el TSE hizo bien en fijar con claridad los plazos técnicos para administrar los comicios. Fue crítica la fallida licitación internacional para la renovación de la plataforma biométrica que sostiene el padrón electoral. Y resultó muy desgastante e inútil para el organismo electoral haberse puesto al centro de la disputa interna en el MAS en torno a su congreso.

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Este año el TSE debe afrontar una agenda compleja. En la escueta referencia al plan de trabajo 2024, se señalaron algunos hitos como las inciertas elecciones judiciales y las primarias para binomios presidenciales. Asimismo, otros procesos como la revocatoria de mandato (36 iniciativas en camino) y la elección de directivas en los partidos. Y resulta significativa también la distribución de escaños y la actualización de circunscripciones con los nuevos datos del Censo poblacional. El panorama es complejo.

Pero sin duda lo más relevante en la variable TSE es el gran desafío de preservar la institucionalidad y su autonomía frente a presiones de diferentes actores políticos. En un contexto de alta desconfianza en las instituciones, es fundamental garantizar un TSE fuerte que pueda enfrentar con solvencia el venidero ciclo electoral en el país. Como bien dijo el vicepresidente del organismo, hay que resguardar la función electoral y evitar la injerencia de otros órganos. Este año será decisivo para el efecto.