Aguilera gobernador
Con la posesión de Mario Aguilera como gobernador suplente en Santa Cruz, finalmente se aplica el estatuto autonómico y se da cumplimiento a una polémica sentencia constitucional. La disputa por el control de la Gobernación tras el apresamiento de Camacho estuvo marcada por falacias y pugnas en la dirigencia cruceña. Se inicia una nueva etapa en la gestión departamental.
En diciembre de 2022, el gobernador electo Luis Fernando Camacho fue detenido en un operativo y trasladado al penal de Chonchocoro en La Paz. Desde entonces está preso y ahora acusado formalmente en el caso Golpe de Estado I. Ya entonces hubo debate sobre la decisión de Camacho y su entorno de mantenerlo como gobernador a más de mil kilómetros de distancia. Lo que correspondía en este caso de ausencia temporal, conforme al estatuto, era la suplencia gubernamental a cargo del vicegobernador, también electo.
Luego de un año de disputa en torno a una gestión departamental a control remoto, más bien mediocre, por cuenta de intermediarios, asesores y emisarios, la sala cuarta del TCP ordenó en una sentencia que el vicegobernador asuma inmediatamente la suplencia temporal. Hubo dilación, maniobra y resistencia por parte del presidente de la Asamblea Legislativa Departamental, Zvonko Matkovic, y de la bancada de Creemos, para promover la suplencia legal en la Gobernación. Tuvieron que hacerlo el viernes pasado bajo conminatoria.
El vano intento de impedir que Aguilera asuma como gobernador suplente se sustentó en falacias. La más burda fue que la población votó por Camacho, pero no por Aguilera, cuando ambos fueron electos en calidad de binomio. También se dijo, con arreglo a una ley departamental, que la suplencia temporal no se aplicaba al vicegobernador, cuando el estatuto departamental dice todo lo contrario. Y hasta se pretendió que una ley departamental estuviese por encima del estatuto y de una sentencia constitucional.
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Pero lo más deplorable es una discursividad, también presente a nivel nacional, que descalifica al oponente político calificándolo como “traidor” y “cobarde”. Eso hicieron Camacho y los suyos con Aguilera. Se lo acusó también de ser “servil” al MAS y cosas peores, presionándolo no solo para que no asuma la Gobernación, sino para que renuncie como vicegobernador. Estas agresiones ligeras, carentes de fundamento, degradan la política y dañan la legitimidad de las instituciones y de sus autoridades.
La buena noticia es que finalmente, bajo presión y en un ambiente adverso, Aguilera fue posesionado como gobernador suplente de Santa Cruz. Su primer mensaje no fue de confrontación ni de venganza, sino de unidad y concentrado en la gestión. Así, anunció continuidad, pero también auditorías y reconducción en una Gobernación que en 2023 tuvo pobres resultados. No será fácil, pues los camachistas en la Asamblea Departamental, desde su radicalismo, seguramente buscarán entorpecer la nueva gestión.