Icono del sitio La Razón

La ‘media luna’, precedente a las elecciones

Helena Argirakis

La historia del oriente ha sido una historia de aislamiento, exclusión, distancias y tensiones irresueltas entre la voluntad centralizadora del poder del Estado y la construcción de la comunidad imaginada desde la región. Los intentos de consolidación de dicha comunidad en la geografía material y simbólica en el oriente se han expresado en los límites de las fronteras de la “media luna”, intentando —en los momentos de mayor contradicción con el Estado— tensionarse como un nacionalismo periférico en el seno de la pugna por la construcción de la historicidad estatal.

Para analizar y comprender la política como proceso dinámico y secuencial, enumeramos los siguientes factores que consideramos como antecedentes para la actual situación.

1. La finalización de la etapa denominada como “ingeniería constitucional impecable” de la que habla el constitucionalista cruceño Juan Carlos Urenda: Esta ruptura constituyó en “error” estratégico y un punto de inflexión en el proceso autonomista del bloque cívico regional, ya que abrió la ruta de las acciones de hecho o de fuerza desarrolladas en la toma de instituciones en 2008, carcomiendo un recurso político valioso: la autoridad moral con la que debe contar una élite política.

2. Lo anterior ocasionó la fractura y división interna de la élite y dirigencias cruceñas, con la dispersión de las derechas en facciones (radicales y moderadas) y el consecuente desplazamiento de la dirección política del bloque de la línea institucionalista y moderada. La línea radicalizada asume el mando del bloque político.

3. La toma de instituciones en septiembre de 2008.

4. Las consecuencias de la adecuación de los estatutos cruceños al nuevo texto constitucional en los diálogos políticos realizados en las ciudades de Cochabamba y La Paz, tomado como avance o logro por la línea de derechas moderada y como fracaso por la línea radical.

5. El refrendamiento del texto constitucional en enero de 2009 y la constitucionalización de cuatro niveles de autonomía, ya que “cruzaba” el proyecto de exclusividad de la autonomía departamental con la indígena originaria y campesina, significando la democratización y apertura del régimen autonómico.

6. Las consecuencias rotundas del caso Rósza Flores: independientemente de que este caso fuera “montado por el Gobierno” (como arguye la dirigencia cruceña) o no, la dirigencia cruceña recurrió (por segunda vez, luego de la toma de instituciones en 2008) a la violencia como recurso político. Esta recurrencia como lenguaje político demostraba el progresivo agotamiento programático y discursivo del dispositivo de la autonomía departamental, indicando no sólo la falta de visión de las derechas radicalizadas, sino su creciente desesperación.

7. Las profundas contradicciones en el régimen de verdad de las élites cruceñas y las fracturas en el monopolio del sistema de creencias por la utilización de la fuerza como recurso político frente al discurso de la defensa de la libertad. Es decir, poco a poco la población comenzó a racionalizar las brechas entre lo que las élites decían y lo que hacían.

8. El desgaste de la estructura corporativa cruceña en el agenciamiento político a partir de la centralidad del Comité Cívico Pro Santa Cruz.

9. Las fisuras en la imagen y credibilidad de las instituciones y figuras de autoridad política pública.

10. El progresivo vaciamiento del proyecto político que daba cohesión, contención y unidad al bloque cívico regional en la autonomía departamental y utilizado como recurso de resistencia frente al “proceso de cambio”. Es decir, un proyecto defensivo y reactivo frente a los embates transformativos del bloque indígena originario campesino y popular ascendente.

11. El espacio del proyecto político contrahegemónico al denominado “proceso de cambio” es llenado por la simple consigna de bloqueo al Movimiento Al Socialismo (MAS).

12. Las elecciones nacionales de 2009 consolidan la fractura de la oposición nacional, desapareciendo la oposición como entidad nacional compacta hacia un pluralismo de oposiciones de derechas.

13. Las elecciones departamentales y municipales de abril de 2010 posibilitan la reconfiguración del campo político cruceño, brindando la oportunidad de que las oposiciones de derechas locales resistan y/o se reinventen desde los territorios y sub sistemas políticos.

14. Sin embargo, sobreviene la anarquización del proceso autonómico, que hace que las autonomías “aceleren en neutro”, impidiendo avance alguno. A partir de 2010, la temática autonómica deja de tener centralidad en el debate nacional y pasa a ser materia de análisis técnico en los diversos niveles de gobierno subnacional. Se inicia la siguiente fase del proceso de implementación del régimen autonómico denominado “estatuyente”. Debido a la complejidad de la nueva ingeniería institucional requerida y la novedad de la experiencia autonómica, los diversos regímenes autonómicos se encuentran perdidos (y desaprovechando oportunidades) en el intento de realizar gestión pública.

15. La desconexión entre el campo político nacional y el escenario político cruceño, operándose una suerte de disonancia cognitiva de la dirigencia cruceña respecto de los cambios en la ingeniería institucional y lógicas políticas que se habían producido y se seguían realizando en el país. La dirigencia política cruceña se seguía negando a reconocer y asimilar lo que había sucedido en el país hasta la fecha, abrigando la esperanza de que el “cambio” fuera reversible.

16. La insistencia en el mantenimiento del imaginario del escenario político cruceño y beniano como un “feudo” o frontera política infranqueable para el proceso de cambio, a manera de un bastión de resistencia impenetrable para el MAS y el Gobierno, contrastando con la realidad fáctica de que el MAS es la segunda fuerza política en el departamento de Santa Cruz y también en el Beni. Este desmonoramiento de la media luna deja hoy a la fuerza política que dominaba en el Beni hasta la salida del gobernador Ernesto Suárez Sattori para enfrentarse ahora con el MAS.

Importancia del Beni en el escenario político

Carlos Hugo Molina

La renuncia del gobernador Ernesto Suárez Sattori plantea un nuevo reto a la democracia boliviana, acostumbrada, como está, a las soluciones más inverosímiles. La salida legal es muy simple: la convocatoria a nuevas elecciones para llenar el mandato del renunciante hasta concluir el periodo. Esta previsión, cuando se estableció, no reconoció ninguna causa de incumplimiento; entonces, estamos frente a un mandato electoral que definirá —como se hizo para elegir alcaldes  en Sucre, Quillacollo y Pazña— al nuevo gobernador del Beni. La situación se presta para compartir algunas precisiones.

La primera tiene que ver con el proceso electoral. Se trata de la posibilidad de reconstitución del bloque opositor en torno a un escenario electoral que permita que el Beni salga del circuito definido por la suspensión de autoridades políticas. El Movimiento Al Socialismo (MAS) administra un departamento en el que no ganó, y aspirará a ratificar su mandato. En contraposición a este aspecto, habrá que recordar que ya existe una metodología que logró ganarle al oficialismo en Sucre y Quillacollo, a pesar de estar el MAS en estos lugares con todo su aparato político. ¿Sirve la lección para el Beni?

La segunda interpela a los actores políticos benianos. Aquí, el MNR y ADN (Acción Democrática Nacionalista)/Podemos (Poder Democrático y Social) pueden demostrar que están a la altura de los retos del momento o permanecen en la posición en el que han querido estar hasta ahora, la del encierro y la autoculpabilidad. Los liderazgos históricos del MNR (Miguel Majluf y Sandro Giordano) pueden realizar una lectura que, respetando la voluntad del pueblo beniano, plantee una inflexión con resultados electorales; no nos olvidemos que más allá, o a pesar de ello, el actual gobernador responde a las líneas emenerristas. Sin pretenderlo, en este momento el MNR tiene un militante de gobernador.

En tercer lugar, con una ubicación creciente, Samuel Doria Medina estuvo en los actos de la renuncia en la capital trinitaria y fortaleció el mensaje de “así no”, definiendo un respaldo expreso a la solución electoral; diferencia con Juan del Granado, que pareciera no estar cumpliendo sus propios principios, que dicen que cada autoridad territorial, si es elegida por su pueblo, debe ser respetada. La ausencia del Movimiento Sin Miedo (MSM) en el Beni demuestra la preocupación equivocada por razones respetablemente ideológicas, frente a una ocupación política del MAS que, ahora, puede volverse efectiva gracias a los votos. La forma de hacer política territorial con autoridades elegidas y reconocidas por los territorios dejan en evidencia este mandato federal que está en todos nuestros actos, aunque no nos demos cuenta de ello, y por eso deja sin participar al MSM, fuerza que ya ganó en La Paz y Oruro, pero que no logra abrir espacios creativos en el oriente.

Otra influencia directa de lo que está produciéndose en el Beni es la “solución tarijeña”. La figura se reproduce en características similares, aunque la falta de renuncia de Mario Cossío, dificulta todavía el liberar las amarras del proceso electoral. En Tarija, el MAS tiene un gobernador que no fue votado para eso, y por ello necesita consolidarse en el espacio abierto. El MAS, por el contrario, intenta jugar a ganador, tratando de asegurar a su gente o sus aliados en los cargos logrados.

Es interesante analizar la política del “entronque” con el MAS que intentó realizar el MSM y que pareciera que no ha evaluado adecuadamente el costo que eso conlleva. El proceso de cambio no necesita “rectificadores”, pues, cuenta con el líder principal, debilitando así a los opositores-amigos que la población los señala como “socios encubiertos”. La posibilidad de una oposición responsable y propositiva, pero contundente, es demanda por la sociedad que quiere identificar diferencias nítidas entre las opciones políticas.

Estas variables nos permiten entender que la elección de Gobernador en el Beni tiene una importancia estratégica. Estaremos frente a nuevos candidatos que pueden ayudar a modificar las dinámicas anquilosadas de líderes cansados y demostrar a esos liderazgos acumulados cuál es el papel que deben cumplir en el imaginario colectivo.

La inflexión, por ser electoral, servirá de termómetro para reconocer partidos, actores y propuestas, e incorporará una dinámica muy útil para el análisis democrático que debe revalorizar la organización y propuestas con resultados positivos. En esa lógica, los comicios traerán campañas electorales y confrontación de ideas que servirán, pedagógicamente, para toda la población.