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Un viaje a la Asamblea de la OEA y dos tuits

Llego a 1979 con un celular conectado al Twitter; imagino nomás. Ingreso al recién estrenado hotel de cinco estrellas. La Asamblea de la OEA ha concluido y tropiezo con un numeroso grupo de periodistas que en una endiablada carrera contra el tiempo debe llegar  a unas ocho cabinas de teléfono que TASA, la antigua telefónica de La Paz, ha instalado para los despachos de prensa nacional y extranjera.

También se escucha el olvidado sonido de las máquinas de escribir y el taca-taca del lentísimo servicio de télex; eran las salas de prensa de antes las que estaban acompañadas por una bulla infernal y yo allí sin recibir ni un solo tuit.

Un viejo amigo, a quien siempre recuerdo con cariño, diría que ésos eran buenos tiempos que ya muchos han olvidado junto con los sonidos taca-taca tragados por el tiempo. Pero, no, ésos eran tiempos realmente complicados; la inestabilidad po- lítica se respiraba en el ambiente. Intento rescatar opiniones sobre lo que acaba de pasar con la resolución que Bolivia logró, hasta ahora la más importante de su triste historia diplomática. Hay festejos, pero también anuncios incómodos que nadie tuitea, tal como sucede actualmente. Un colega ha escuchado sobre los aprestos de un golpe de Estado militar y me dice que no sería capaz de citar al señor “fuentes” para anunciarlo. Total, la sorpresa vendría al día siguiente en Todos Santos y esa sí fue una patada, pero de la bota militar alentada por una facción del MNR.

En este imaginario viaje al pasado, me quedé con las ganas de ver a don David Greenlee, entonces jefe de la CIA en Bolivia, que —obvio— estaba oculto, pero junto al secretario de Estado de Estados Unidos, Cyrus Vance. Vino a La Paz, pero no tan motivado por el “interés hemisférico” de la demanda marítima; dicen que llegó preocupado por la democracia,  aunque los dirigentes de la COB querían hervirlo vivo porque su país había sacado al mercado las reservas estratégicas de estaño, acumuladas desde la Segunda Guerra Mundial, un mineral clave para la supervivencia monoproductora de Bolivia.

Han pasado 32 años y muchas cosas han cambiado, el Twitter ya funciona, queremos expresarnos a toda costa, aunque no tengamos playa. Lo que no cambia es nuestra monoproducción, ahora con el gas. Un tuit del editor llama a este redactor para pedir que ya no viaje tanto y entregue la nota, otro tuit me llama a comer, hoy algo realmente especial.