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Chile rompió el último diálogo antes del 23 marzo de 2010

Se ha dicho de manera engañosa que el distanciamiento entre Bolivia y Chile sobre el tema marítimo ha sido producido por el anuncio realizado el 23 de marzo de 2011 (Día del Mar) por el presidente Evo Morales en sentido de entablar una demanda internacional que resuelva el enclaustramiento nacional. No obstante, esa ruptura no fue abrupta ni tampoco generada por el aviso boliviano de iniciar el pleito en una corte, sino por la disimulada dilatación del avance de la “agenda de los 13 puntos”, muy positivamente iniciada durante la gestión de la expresidenta chilena Michelle Bachelet y congelada desde La Moneda por la administración de Sebastián Piñera.

El establecimiento de esta agenda, en 2006, fue sin dudas el más importante acercamiento hacia una negociación bilateral de los últimos tiempos, desde que el diálogo bautizado “enfoque fresco” de 1987 (mediado por Uruguay) se frustrara por la negativa categórica del alto mando militar chileno.

Con el comienzo de la discusión en torno a la agenda, Chile admitía que sí existían asuntos pendientes con Bolivia. “Un gran avance fue el acta oficial del inicio del diálogo; Chile ya no dice que no hayan pendientes con Bolivia, según el acta de los 13 puntos firmada por ambos países. Como nunca antes, Chile empezó a abordar el tema marítimo sistemática y oficialmente gracias a la voluntad política de la presidenta Bachelet”, dice a La Razón el canciller David Choquehuanca.

La aceptación de la existencia de temas irresueltos con el país también estaba implícita una vez que Piñera asumió su gobierno y quiso continuar con los 13 puntos, o al menos hizo creer que su gestión tenía las mejores intenciones de avanzar por ese mismo camino. No obstante, esta mueca de la diplomacia chilena era la misma que vino gesticulando desde siempre: una absoluta voluntad para entablar un diálogo bilateral, sin nunca realmente enfrentarlo, ni siquiera estando ya dispuesto y delimitado, como fue el caso de la agenda acordada en 2006.

Con Piñera se debían seguir esos 13 pasos. “La próxima reunión tenía que ser en noviembre (de 2010) en Chile, donde había que trabajar sobre propuestas útiles, concretas y factibles para el tema marítimo; sin embargo, el encuentro fue suspendido unilateralmente por Chile”, recuerda Choquehuanca.

Sin querer creer que esa cancelación se tratase de una estrategia retardatoria de Chile, el mandatario Evo Morales se reunió con su colega Piñera en Foz de Iguazú (donde se realizaba el cierre de la Cumbre del Mercosur, en diciembre de 2010) y posaron diplomáticamente ante las cámaras. Piñera señaló la intención de acelerar el recorrido en la agenda de los 13 puntos y anunció, junto con Morales, la conformación de una comisión binacional a cargo de los cancilleres Choquehuanca y Alfredo Moreno.

Estos dos momentos ilustran claramente la maniobra chilena cuando se trata de la cuestión marítima: un deliberado y continuo pulular entre una supuesta buena disponibilidad hacia una negociación bilateral y una negación encubierta a adelantar tal diálogo.

Después de Foz de Iguazú, “viajé a Chile; sin embargo, en esa reunión no hemos podido trabajar las propuestas. Luego, en febrero de 2011,  el Canciller de Chile llegaba a Bolivia, generando mucha expectativa”, cuenta el canciller Choquehuanca.

Habían pasado 50 años desde que un jefe de la diplomacia de ese país pisaba suelo boliviano. “Se especulaban varias posibles soluciones (respecto al tema marítimo); sin embargo, viene y tampoco se tiene la posibilidad de encontrar resultados. Por eso, públicamente, en una conferencia de prensa, el presidente Evo Morales dice a Piñera, de manera muy respetuosa, que no podemos esperar otros 100 años para resolver el problema y pide a Chile que se negocien propuestas útiles, concretas y factibles”, recuerda la autoridad.

La solicitud fue hecha aún pensando en que una salida bilateral era posible. Esto sucedió poco antes del 23 de marzo  de 2011, después de varios intentos por comenzar una negociación entre partes. La respuesta de Chile fue que no trabajaba por fechas, sino por resultados; por eso es que el Día del Mar Morales anunció, en su discurso, conformar la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (Diremar) para preparar una demanda internacional; es decir, que Bolivia buscaría una salida multilateral, pues, los intentos por encontrar un arreglo entre las partes había fallado por la evidente mala voluntad chilena.

La negativa de Chile de revisar el Tratado de Paz y Amistad de 1904 y la expresión de su deseo por retomar las negociaciones bilaterales manifestadas en la última Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) no parecen sino ser parte de ese vaivén dilatorio del que se hablaba párrafos antes.

Por otro lado, también es visible que las políticas bolivianas respecto al tema marítimo no han sido uniformes y han variado de acuerdo al interés coyuntural de determinada administración, con lo cual hay que ser críticos.

Para nadie es secreto que todos los gobiernos bolivianos, sin excepción, han hecho un uso sentimental del enclaustramiento marítimo, trayendo a colación el tema como recurso distractivo   último y desesperado cuando se encontraban en un atolladero político, con baja popularidad o con excesiva conflictividad; pues claro, es un asunto que nunca dejará de tocar a la población.

Esta semana que termina, Morales y Moreno intercambiaron discursos a través de los medios. Lo último que dijeron estuvo vinculado al Tratado de 1904; el Presidente de Bolivia consideró que por el incumplimiento del pacto por parte de Chile, éste estaba muerto. Así parece.