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FadoCracia – Exeni

Zanjar

Era un almuerzo. El presidente Morales le preguntó cómo estaba el senador Pinto. El embajador Biato respondió que bien, de buena salud. Hay que zanjar, añadió el diplomático brasileño. Y al parecer estuvieron de acuerdo. En interés de todos, claro, para cuidar las sólidas relaciones bilaterales. El tema es delicado. Trataremos de evitar que se creen problemas, precisó Biato a una agencia de noticias. ¿Zanjar? Sus presiones, señor embajador, son deplorables, le dijo al día siguiente la ministra de Comunicación. No sea vocero político de Pinto, reclamó sin interruptus. E informó que, salve oh Patria, salvoconducto no habrá. Mientras tanto, la Cancillería de aquí, que envió una carta, espera respuesta de la Cancillería de allá. Para zanjar. “Se reaviva la tensión con Brasil”, asegura entonces, en primera plana, el Diario Mayor (¿cómo sería si fuera Menor?). La situación puede obstaculizar una visita de Rousseff a Bolivia, deja deslizar a su vez, sin fuente, un diario brasileño (compadre de Veja). Atizar es necesario. Corren 50 días desde que Chonta —así le dicen— pidió asilo político en la Embajada. Y su anfitrión está muy preocupado: Pinto está subiendo aceleradamente de peso. Le dieron bicicleta, le recomendaron ejercicio. Pero el asilado, con salvo pero sin conducto, sólo pide zanjar, zanjar, zanjar.

Muraleja

Se indignan las paredes:  “#QueSeJodaElMemorándum / #RajoyDimisión” (España). Desafían: “Nos vemos en la X” (TIPNIS). Sueñan: “Bolivia al Mundial 2022” (Azkargorta). Y sentencian: “Muera la Coca-Cola” (Canciller Mocochinchi). Advierten: “Batman es una película de terror” (Denver). Reconocen: “Contra Arce Gómez nos iba mejor” (Veja). Comprueban: “Lo esencial es invisible a los troskos” (Principito). Y evolucionan: “Antes, ‘llamas de mierda’; ahora, ‘hermanos indígenas” (Damas cínicas). Recortan: “Manos arriba, esto es un atraco” (Rajoy). Batallan: “Tu consulta nos insulta” (Mujeres ProCreando).  Se lamentan: “Nos tratan como a indios” (Jindal)”. Y aconsejan: “No te metas con alguien que esté saliendo de una larga felación” (El Malpensante). Aclaran: “En Oruro la vida es bien duro” (Milena). Gritan: “Marcelo vive, la lucha sigue” (Pueblo). Preguntan: “La victoria, ¿da izquierdos?” (Indígenas). Y, con haiku enamoran: “Qué buen insomnio, Maga, si me desvelo/sobre tu cuerpo único” (Darcy). Se indignan las paredes. Agitan banderas y dicen futuro.