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Presupuesto de la ‘U’: más sueldos que inversión

Por el análisis siguiente, se puede colegir que las universidades tienen más dinero para sueldos, menos inversión y mucho dinero en cajas. El artículo 77 de la Constitución Política del Estado garantiza el derecho a la educación en todos los niveles. De esta manera, las universidades públicas son el pilar fundamental de acceso a la educación superior y, por sus características administrativas, éstas se constituyen en autónomas.

Si bien el presupuesto de las universidades con relación al Presupuesto General del Estado (PGE) representa el 2,5%, esto no quiere decir que las principales universidades manejen poca cantidad de recursos. Es más, en los últimos cinco años (2007-2011) tuvieron un presupuesto del gasto de Bs 17.186 millones, de los cuales se ejecutaron Bs 12.296 millones (72% de ejecución acumulada).

Ejecución presupuestaria. El presupuesto fue en ascenso; en cambio, la ejecución mantuvo cierta linealidad. De 2007 a 2011 los recursos se incrementaron en Bs 1.616 millones y la ejecución tuvo un descenso de casi el 20% en 2011 respecto de 2010.

El aumento se debe a los recursos generados por el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), de los cuales el sistema universitario coparticipa en un 5%. Asimismo, la baja ejecución en 2011 puede atribuirse a la carencia de suficientes recursos tecnológicos y humanos que puedan administrar eficientemente esos recursos transferidos por el Tesoro General de la Nación (TGN), para fines de inversión en infraestructura, materiales e investigación.

Evolución del gasto. En la evolución del gasto se puede evidenciar una brecha muy grande entre el gasto corriente y el gasto destinado a inversión y equipamiento. En general, el gasto en pago de servicios personales (sueldos y salarios) representa el 59%, y éste subió de Bs 1.218 millones en 2007 a Bs 1.623 millones en 2011. Sin embargo, activos reales (infraestructura universitaria) no tuvieron ningún crecimiento, cuya media del gasto anual es de Bs 326 millones (13% respecto del total del gasto) y comparado con el gasto en sueldos y salarios aquel es cinco veces menos.

Otro gasto en el desarrollo universitario es el de materiales y suministros, que es aquel equipamiento que sirve para mejorar la calidad de la enseñanza y las investigaciones científicas, pero aquel se convierte en un gasto casi marginal, con un promedio anual de gasto de Bs 94 millones (3,8% del total).

El resto de las partidas del gasto, como el pago de servicios no personales (electricidad, agua, telefonía, internet, etc.), servicio de la deuda, impuesto y otros, tuvo un comportamiento lineal y representa un 24% del gasto total.

Así, la brecha entre el pago de sueldos y salarios respecto del gasto en inversión, en lugar de ir disminuyendo, va en aumento. Si bien este gasto es el que debería contribuir a  la excelencia en la educación, debe guardar una correlación con el resto de las partidas, pues el costo de poner todo el carbón en un solo ítem puede ser muy alto, sobre todo respecto del desarrollo estudiantil.

Saldo en cajas y bancos. Los saldos en cuentas fiscales son recursos disponibles en cuentas de las entidades en el sistema financiero y que no están siendo utilizados. Éstos necesariamente deben tener una correspondencia con algún proyecto de inversión u otro tipo de compromiso, pero, por diferentes circunstancias, no se están ejecutando.

Los saldos en cuentas fiscales de las universidades, a junio de 2012,  suman un total de Bs 1.831 millones, distribuidos de la siguiente forma: la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) es la que tiene la mayor cantidad de recursos en sus arcas, Bs 493 millones; a ésta le siguen la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), con Bs 310 millones, y la Universidad Mayor Gabriel René Moreno (UMGRM), con Bs 185 millones. Entre las tres del eje central suman un total de Bs 990 millones.

Conclusiones. La evidencia nos lleva a concluir que el incremento en los recursos que fueron transferidos a las universidades fue a parar, en primer lugar, a la partida de sueldos y salarios de administrativos y profesorado, y, en segundo lugar, a engrosar los saldos en caja y bancos, que son recursos destinados a inversión e investigación, pero que no fueron utilizados. En esa línea, se puede deducir que cualquier recurso adicional que reciban las universidades irá a parar a lo anteriormente mencionado y no a un beneficio directo a la comunidad estudiantil.