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Mujeres en el poder, algo pasa que no lo advertimos – Rubén D. Atahuichi López

Con seguridad, ésta ha sido la semana de las mujeres en el poder. Todo comenzó el domingo con la toma de mando del país por parte de la presidenta de la Cámara de Senadores, Gabriela Montaño, ante los viajes del presidente Evo Morales y del vicepresidente Álvaro García Linera.

Inmediatamente después de recibir el bastón de gobierno en Santa Cruz, la senadora fue objeto, sujeto, verbo y predicado de todas las conversaciones de la gente, los cuestionamientos de los opositores del Gobierno y las disquisiciones constitucionales de algunos periodistas y medios de comunicación sobre la prelación presidencial.

Ante eso, las ministras tomaron la testera en el Palacio de Gobierno y se emplumaron por tanta “discriminación” y “actitud patriarcal” que encontraron especialmente en las especulaciones, los análisis y, otra vez, las disquisiciones constitucionales respecto del mandato de escasos cinco días y cuatro noches de la legisladora Montaño.

Una ley (del Turismo), cinco decretos (me acuerdo del que penaliza el uso de dinamita en las movilizaciones) y, además, un desayuno en La Paz, un almuerzo en Santo Domingo (en el TIPNIS) y una cena en el Plan Tres Mil de Santa Cruz el mismo día hicieron de la senadora “la presidenta en ejercicio del Estado Plurinacional”.

Mientras Montaño se había olvidado por unos días de su curul en la Asamblea Legislativa y ya le estaba hallando gusto de dar órdenes a los ministros, con más entusiasmo a Juan Ramón Quintana, que a veces parecía su edecán, las Mujeres Creando, con María Galindo empapada de pintura y pertrechada de cinta masquin, “clausuraban” la Vicepresidencia del Estado, esto ante la ausencia de su inquilino, de viaje en Vietnam.

Otra mujer, Nazareth Flores, indígena itonama, cantaba su Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista, en homenaje a sus pares indignados por la represión de Chaparina del 25 de septiembre de 2011. Como si esto fuera poco para el espíritu patriarcal que carcome ciertas almas, algo más pasaba en medio de la fauna política.

Aunque alejada del canto que “enamoró” a Morales, Adriana Gil mascullaba la idea de sus colegas de alejarla de la Cámara de Diputados, sindicada de insultarle una vez y otras al Presidente. Algo está pasando y no nos damos cuenta…