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Venezuela, ésta es la noche

No hay elecciones tranquilas en Venezuela. Hace mucho tiempo, en 1998, el entonces ministro de Planificación del gobierno de Rafael Caldera, el hoy opositor Teodoro Petkoff, dijo: “Siempre que los venezolanos van a las urnas se comienza a hablar sobre rumores de fraude, violencia, golpe de Estado; es una constante”.

Hoy domingo, casi 20 millones de votantes acuden a las urnas para elegir presidente hasta 2019. Si gana el presidente Hugo Chávez, serán 20 años en el poder. “14 años son suficientes, hay un camino”, dice la propaganda electoral, que inunda Caracas, del candidato de la derecha, Henrique Capriles.

De los rumores de violencia se pasa hoy a la alegría y el entusiasmo por votar. Pasa en Venezuela, como pasa en Bolivia. Nos encanta ir a votar. La campaña ha sido tranquila, sólo manchada por un episodio trágico por la muerte de tres simpatizantes de Capriles en un oscuro hecho hace una semana, en Barinas. Durante los 14 años del gobierno popular de Chávez, el padrón electoral, con masivas campañas de carnetización gratuita y sumamente accesible, ha crecido, y pasó de 11 millones a 19 millones de electores. Venezuela cambió; era un país de habitantes y ahora son ciudadanos, con todas las consecuencias sociales y políticas que ello supone. El “apartheid” social reinante en ciudades como Caracas (dividida entre el este y el oeste, como en La Paz, entre el norte y la zona Sur) se diluye paulatinamente. Es la llamada visibilización del pueblo.

Y los cambios han llegado incluso a afectar el propio discurso de la derecha y su manera de hacer mella en la ciudadanía. Hay un reconocimiento tácito del modelo que llegó con Chávez. La derecha ha aceptado un sistema social de redistribución de la riqueza, de reestatización económica con un poderoso y amplio sector público, de un modelo mixto de la economía, de la inclusión social de las grandes mayorías. Este consenso existe y es palpable en las calles.

Por eso Capriles apuesta por parecerse a Luiz Inácio Lula da Silva, por copiar su discurso. El tiro salió por la culata, pues el expresidente de Brasil fue contundente hace unas semanas en el Foro de Sao Paulo: “Chávez, tu victoria es nuestra victoria”. No obstante, Capriles insiste: “Si gano, van a seguir las Misiones, vamos a seguir en el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América)”. Y a continuación se contradice con un discurso esquizofrénico, confuso, nada creíble: “Si gano, se van a acabar los regalos a países como Bolivia”.

La publicación de un documento “secreto” del programa electoral de Capriles (el llamado “paquetazo” neoliberal) despejó dudas sobre las intenciones privatizadoras y de ajustes sociales de la derecha, dividió su unidad (se bajaron cuatro partidos) y trajo pesimismo en las bases.

La aceptación del modelo de Chávez también ha conducido a la derecha a no cuestionar más abiertamente al Consejo Nacional Electoral, al árbitro. Hace pocos años, la oposición no confiaba en la transparencia y fortaleza del ente electoral y hoy llama a la ciudadanía a sufragar reforzando la idea de que el voto es secreto, “que nadie controla tu decisión”.

Quedaron atrás esos tiempos, cercanos, cuando la derecha afirmaba que el chavismo conocía qué votaba cada ciudadano. Hoy, todo el mundo coincide: Venezuela cuenta con uno de los mejores sistemas electorales del mundo. Y lo dicen personas tan “castrocomunistas ” como el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter.

Pero, a pesar de que la oposición decidió seguir las reglas del juego democrático (olvidando “su” golpe de Estado contra Chávez en 2002), todavía hay desconfianza en la noche de hoy domingo. El plan “B” de un sector de la derecha pasa por crear zozobra y desconfianza en el día “D”. Existe un temor a reconocer los resultados. Por eso, el candidato de la “revolución bolivariana”, es contundente: “Hay que ganar por KO, por goleada, para seguir fortaleciendo los cambios y llegar al 2019 con pobreza cero”.

En ambos lados, izquierda y derecha, hay grupúsculos preparados “para lo peor”. En el barrio popular del 23 de Enero, chavistas armados aseguran: “No vamos a permitir una derrota, defenderemos la revolución”. Un retraso a la hora de dar los resultados esta noche (por ejemplo, un alargue hasta la medianoche causado por colegios que no se cierran pues hay todavía gente votando) puede ocasionar incertidumbre.

Venezuela es el país del Twitter (red social de mensajes cortos) y la batalla política tiene en este campo un escenario vital, incluso más importante en influencia que los medios tradicionales de comunicación. La falta de regulación de las redes sociales y el escaso respeto por las reglas periodísticas en Twitter de los llamados “reporteros ciudadanos” pueden contribuir a incendiar la noche, si la ventaja de Chávez con Capriles es muy corta, cosa alejada de la “realidad” que retratan las encuestas (todas dan una diferencia de 10 y hasta 20 puntos al presidente Chávez).

“Hay una avance de la hegemonía popular; en estas elecciones se juega consolidar esta hegemonía social y política. La incógnita es: ¿existe una madurez para una alternancia en el poder? Creo que la derecha ha desechado la idea de la “salida electoral” como resolución táctica y apuesta ahora sinceramente por ir ganando espacios y disputar unas elecciones  al oficialismo, aunque muchos no piensen en este domingo sino en el próximo 15 de diciembre, cuando se elija a gobernadores en todos los Estados”, dice el sociólogo Leopoldo Puchi, exdiputado de la República.

Chávez ha repetido por activa y por pasiva que aceptará los resultados de esta noche. ¿Y Capriles? Ni se brinda ni se excusa. “Existe un sector dentro de la oposición que está preparado para desconocer, para cantar fraude, para perturbar; es una parte de la derecha que está muy influenciada por sus pares de la derecha continental, por sectores de Estados Unidos, que piensan pedir una solicitud masiva de reconteo de votos. ¿Cuál es el peso de ese sector de la oposición?”, se pregunta Puchi.

Pero no todos piensan en esta noche. Chávez pasa página en el calendario y vive en el escenario del día 8, lunes, avanzando ya sus próximas acciones de gobierno que pasan por lo social: impulsar las “Misiones“ (emblema de su modelo) de Vivienda, de educación, de salud… Y adentrarse, según cree el sociólogo Puchi, en una nueva etapa de relacionamiento tanto con los partidos de oposición como con el empresariado privado. Es la Venezuela para todos, que cantan los raperos chavistas por las calles de Caracas. La vieja imagen de la confrontación “a muerte” entre chavistas y “majunches” (mediocres, en el argot oficialista para describir a la oposición) se desdibuja poco a poco, cuando uno camina por Venezuela.

En Chacaíto, una zona del centro de Caracas, partidarios del “rojo, rojito” de Chávez reparten panfletos con el paquetazo neoliberal de la derecha. Cincuenta metros más allá, un partido de la oposición (Avanzada Progresista) que pide el sufragio para Capriles grita megáfono en mano: “Si quieres que tu hijo vuelve de noche tranquilo, no ‘enchavez’ tu voto, hay un camino, apoya al ‘flaco’ Capriles”.  No hay elecciones tranquilas en Venezuela, decía Petkoff hace muchos años. Ojalá esta noche, la historia cambie para mejor.