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Sobre el extractivismo

Se ha desatado un incipiente pero delicioso debate a propósito del extractivismo y el modo de superarlo. En rigor, más que debate hasta ahora son dos monólogos que se entrecruzan: uno del vicepresidente Álvaro García Linera, con su libro Geopolítica de la Amazonía, y el otro del disidente crítico Raúl Prada, con su texto Miseria de la geopolítica. En sentido estricto, más que debate sobre el extractivismo, es un intercambio en torno a las tensiones de la proyectada carretera por el TIPNIS y sus secuelas en el actual Estado Plurinacional en construcción.

Empecemos por el final: ¿cómo alcanzar el posextractivismo? ¿Se puede? Sospecho que tanto García Linera como Prada coinciden en que esa búsqueda, como horizonte complejo, puede demandar un recorrido de años, décadas e incluso generaciones. “Superación gradual”, dice uno. “Transición operativa y estratégica”, sostiene el otro. Y tienen razón. Se trata en última instancia, nada menos, de superar el modo de producción capitalista, más aún, el “sistema-mundo-capitalista”.

En ese sentido resulta interesante la clasificación de tres formas de extractivismo planteada por Eduardo Gudynas: extractivismos depredador, sensato e indispensable. Tres formas definidas por un conjunto de variables económicas, sociales y ambientales. La transición al posextractivismo implica salir del actual extractivismo depredador, afrontar una fase intermedia entendida como medidas de urgencia con base en un extractivismo sensato (con menor dependencia externa y mejor calidad de vida), hasta alcanzar el extractivismo indispensable con emprendimientos realmente necesarios. Si hasta parece sencillo.

¿Pero qué supone esa posibilidad/necesidad? En principio, que no puede haber posextractivismo sin emancipación (del capitalismo, del neocolonialismo); segundo, que ese pos, aunque parezca paradójico, no elimina el extractivismo; y, tercero, que se requiere un nuevo modelo de desarrollo o, mejor, una alternativa al desarrollo. Queda claro también que el posextractivismo no puede servir como pretexto para articular ninguna “restauración neoliberal”. Etcétera.

¿Y el debate García Linera-Prada? Terminemos por el principio…