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La democracia en palabras

Lo es que pretendamos decir que la democracia sea de palabras, necesariamente. Es que en 30 años, desde aquel 10 de octubre de 1982 en que muchos bolivianos recuperaron el régimen político vigente, el país escucha cada cosa de los gobernantes y políticos que se puede hacer una gran antología. Acaba de decir algo el presidente Evo Morales para la comidilla de los medios y el público. La autoridad suele tener cada verbo que siempre deriva en críticas y censuras.

Quién no recuerda la famosa “Bolivia se nos muere”, pronunciada por Víctor Paz Estenssoro para justificar la emisión del Decreto Supremo 21060, que, de paso, estaba diseñado para una “coyuntura” de 20 años. O a Hugo Banzer Suárez, que al aludir a Jorge Quiroga, su vicepresidente al que se le tildaba de estar boicoteando la gestión del jefe, dijo: “Más vale un gramo de lealtad que una tonelada de inteligencia”.

Es memorable también la frase “mis manos ya no están atados”, de Gonzalo Sánchez de Lozada, cuando, sin la concordancia gramatical, se expresaba contento tras haberse desvinculado de un compromiso político con Banzer. “Yo podría irme (del Gobierno), la que no quiere irse es mi mujer)”, dijo en la crisis de 2003 el mismo líder movimientista.
Jaime Paz Zamora también tiene su espacio en la historia verbal con su famosa “coca no es cocaína”, aunque más se lo recuerda cuando expresó “al MIR y ADN los separan ríos de sangre”. Al final, ambos partidos cruzaron nomás el río de sangre.

Al hablarles a los alteños, nada más luego de jurar a la presidencia en 2003, Carlos Mesa pronunció: “Ni olvido ni perdón, justicia”.

Si bien las acciones son las que le dieron cuerpo a la democracia recuperada en 1982, las palabras hicieron su cuota parte; algunas cambiaron el curso de los hechos. Centenares de frases comenzaron a circular estos días por las redes, como un homenaje al sistema político vigente. De palabras se alimenta la democracia.

El editor