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Una vida por la justicia social

Una travesura a los cinco años —ocultarse bajó la mesa para seguir los debates de su padre con sus compañeros del Frente Popular— fue la primera experiencia política de la maestra Diva Arratia. 

Lo que escuchaba a escondidas lo veía en las calles de Potosí, donde la vida para ella era dura. Cuenta, por ejemplo, que en Navidad, como eran varios hermanos y su padre era perseguido, igual colgaba las medias cerca de una ventana. Su madre ponía pequeños regalos en esas medias y al día siguiente las hijas de otras familias ostentaban muñecas que ella no  podía tener. Quedó en ella ese deseo y cuando podía gastar su dinero, las muñecas se convirtieron en su afición. Una vitrina en su sala guarda decenas de piezas que fue adquiriendo en los países por donde pasó. “Lo que no tuve en la niñez hizo que junte muñecas de toda clase con la diferencia que ahora son adornos y no son para jugar. Me puse en paz con mi niñez”, cuenta sonriente.

En su adolescencia trató de de-sentrañar la palabra democracia y su padre le explicó que existen dos democracias. “Una, la que anhela el pueblo; y la otra, la que ejerce el poder, que no permite que se exprese el pueblo. Aún ahora”.  “Opté por la democracia del pueblo, con participación, no lo que mandan otros países”, asegura.

Eso impulsó que sea dirigente de la FES (Federación de Estudiantes de Secundaria), donde los ejecutivos siempre eran varones. Eso le reveló otra forma de discriminación, esta vez contra las mujeres. Cuando iba a salir bachiller del liceo Venezuela, sus compañeras  le animaron a postularse a la FES   y, para lograrlo, presionaron a sus   enamorados para que voten por Diva, “So pena de terminar el noviazgo”. Era un chantaje”. Dice que en esa elección le ganó a Carlos Serrate. Esa fue la primera vez que la FES estaba a cargo de una mujer. Aclara que esa lucha no era contra el hombre, sino por la igualdad. 

Su siguiente espacio de combate fue el Magisterio. Para entonces Diva estaba entre los fundadores de la Juventud Comunista. En la Normal Simón Bolívar la dirección ponía los dirigentes y no había una elección entre los estudiantes. Entonces enarboló el derecho al voto de los futuros maestros y luchó por las becas para alumnos del interior.

Tras egresar de la normal, se incorporó a la Federación de Maestros y, cuando era dirigente de esa organización en Cochabamba, vino el golpe de Hugo Banzer. Después de cuatro meses en la clandestinidad, la apresaron y compartió celda con una argentina que decía llamarse Sol Retrepo. Luego de 15 días, llegó la orden de liberar a Dina Arrieta y ella no dudo en decir que ese era su nombre para salir del encierro.

Un año después, la dictadura emitió un decreto para apoyar a Banzer con un día de haber y le obligaron a firmar un manifiesto en contra, por lo que la persiguieron, lo que le forzó a refugiarse en Perú y allí recibió una oferta para trabajar en China, de donde volvió en 1978, tras la huelga de las mujeres mineras por la democracia.

Con la experiencia de la persecución y las torturas, tras el golpe de García Meza, Diva Arratia se refugió en la Embajada de Yugoslavia y salió exiliada a México, de donde volvió clandestina para asumir sus funciones como parte del Comité Ejecutivo de la COB, donde terminó su tarea en la dirigencia. Hoy vive jubilada y con la asistencia de su hijo, quien se quedó en México.

Perfil

Nombre: Diva Arratia del Río 

Nacimiento: Potosí, 1932

Familia: Se casó con el pintor Atilio Carrasco Núñez del Prado. Es madre de Lionel.

Historia

Esta militante comunista fue dirigente de la Federación de Estudiantes de Secundaria en Potosí, secretaria ejecutiva de los estudiantes de la Normal Simón Bolívar, de la Federación de Maestros Urbanos de Cochabamba y de la Confederación Nacional del Magisterio.