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Feisbuqueando los insultos

Una fuente nos dijo que es difícil que el vicepresidente Álvaro García Linera esté pasando el tiempo en Facebook y Twitter. Ni tiempo ni cuentas tiene. Lo que ocurre es que —dizque— la autoridad recibe parte de monitoreo sobre cómo transcurre la comunicación en esas redes sociales.

Así también lo devela en esta edición de Animal Político el presidente Evo Morales, quien —aclara— que “nunca” el Gobierno había pensado en regular esa plataforma tan usada en internet, por más insultos que haya.

“Paciencia, paciencia”, estamos en democracia, dice el Mandatario, para tranquilidad de los “webactores”, como llama a quienes frecuentan esos soportes Ignacio Ramonet. Si es como se dice de García Linera y el Presidente, la paranoia ante una eventual ley que rija internet es innecesaria, aunque se diga que todo puede pasar en esta viña del Señor. “Las redes sociales forman parte de una estructura planetaria difícil de controlar y sancionar”, dijo el viernes el Vicepresidente.

Como para blindar la seguridad de que nada atente contra la libertad de expresión, la misma autoridad dijo que ni habrá una Ley de Medios. “Ojalá venga de ustedes una iniciativa (sobre la Ley de Medios) y si no, seremos respetuosos (de esa decisión)”, afirmó en esa misma conferencia.

Obviamente, los periodistas no estarán seguros de que esas declaraciones sean ciertas. A lo largo de las últimas décadas siempre hubo en el sistema político el interés de restringir esos derechos, con el argumento de cambiar la vieja Ley de Imprenta, que —claro— se presta a esos afanes.

Otra vez, ante esas “posibilidades” surge la necesidad de profundizar la autorregulación, acción instituida en la Constitución Política del Estado que no siempre tiene efecto. Claro, no se puede hacer nada ante los mensajes que rebasan el sentido común o la tolerancia, pero es posible reflexionar sobre insultar el uno al otro, contrarios y no, no es la mejor vía para una convivencia sana.

El editor