Buen tiempo económico del país versus mal tiempo político y social
Los diferentes índices macroeconómicos revelan una estabilidad en Bolivia que incluso colocan al país en los primeros lugares de la región. Sin embargo, la conflictividad política-social no ha disminuido, por lo que se ve una paradoja que deberá ser saldada.
La tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país se ha sostenido en los últimos años entre el 4% y 5%, las reservas internacionales cada año son mayores, la política de la “bolivianización” marcha de manera firme, la reducción de la deuda y otros indicadores positivos —“que muestran una capacidad de enfrentar la crisis internacional”, según Carlos Arze Vargas, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA)— han permitido que, en el ámbito macroeconómico, exista un desempeño “muy bueno”, según nota Armando Méndez, miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas. Sin embargo, también presume que con esta suerte de bonanza económica “se podría esperar un periodo de tranquilidad político-social, lo cual no se ha dado. Al contrario, el buen momento en las finanzas está acompañado de un tiempo político malo y conflictivo, sin consecuencias positivas en ese sentido”.
Esta contradicción ya había sido observada por el vicepresidente Álvaro García Linera, aunque en otros términos, cuando describía que la quinta etapa del proceso de cambio se desarrolla en función de las “tensiones creativas”, que tienen que ver con los conflictos sociales por el reparto del excedente en un periodo de crecimiento económico, a diferencia de situaciones anteriores, en las que la confrontación era contra el modelo económico y la carencia financiera del Estado.
En ese sentido, la autoridad considera que el “buen tiempo” económico tendría como consecuencia política una “tensión creativa” (por oposición a una destructiva que cuestionaría el modelo de Estado, cosa que no sucede en los conflictos). “Se trata de contradicciones propias de un proceso revolucionario que tiene que afrontar problemas, tensiones y luchas nuevas, no previstas, no planificadas con anterioridad porque así son las verdaderas revoluciones”, escribió en Animal Político de La Razón el 5 de junio de 2011.
No es desconocido por nadie que los indicadores macroeconómicos del país se han mantenido positivos durante el gobierno de Evo Morales, en el que se rompió el récord de reservas internacionales cada año (de $us 1.700 millones en 2005 a $us 13.786 millones al 1 de noviembre de 2012). Roberto Laserna, economista y director de la Fundación Milenio, también percibe el buen momento económico de Bolivia. Es “extraordinariamente favorable. Muy pocas veces se había tenido un contexto externo tan bueno para las exportaciones con una mejora de los precios”, dice.
El primer elemento de la paradoja, como ya se dijo, se hace visible al momento de equiparar esta “holgura” y ver también un incremento de la conflictividad social que al final de cuentas siempre es un asunto político, apunta Méndez. “Además de la conflictividad social, otro aspecto que muestra esta contradicción es que el buen desempeño económico está acompañado por una característica del país que viene de mucho antes y no es propia de este Gobierno: Bolivia no es un Estado pleno de derecho como se lo entiende en la modernidad”.
Esta afirmación significaría que en el país los derechos de propiedad no estarían “claramente garantizados y defendidos por las leyes”. En su criterio, este rasgo negativo se encuentra acompañado y fortalecido por la falta de seguridad jurídica: “se puede hacer negocios e invertir, pero nada garantiza que mañana no se te arrebate lo trabajado”.
El contexto internacional en lo relativo a precios de materias primas puede ser muy favorable para el país, sin embargo, el mundo vive una crisis, dijo en una entrevista anterior para La Razón el ministro de Economía, Luis Arce Catacora. “Primero, hay que explicar el contexto internacional, que cada vez está más complicado y no hay una solución en Europa, no hay una reactivación clara en Estados Unidos, y China ha demostrado signos de debilitamiento en su economía. Ése es el contexto en el que nos movemos ahora”.
Aseguró que la economía boliviana felizmente se comporta bien, goza de buena salud… sigue habiendo un crecimiento económico. Bolivia es el único país en el que los organismos internacionales han subido sus proyecciones de crecimiento, cuando los han disminuido para las economías vecinas, como Perú, Brasil, Chile.
La autoridad afirmó que esa vitalidad es producto de acciones concretas del Gobierno: “la inflación está controlada, seguimos subiendo en reservas internacionales, seguimos teniendo superávit en la balanza comercial, las cuentas fiscales están absolutamente robustas y creemos que el nuevo modelo económico social y productivo, que se implementa desde 2006, está mostrando su fortaleza en momentos en que las economías vecinas empiezan a debilitarse”.
Efectos. Una consecuencia política directa del “viento” propicio para la economía del país, de acuerdo con Laserna, es que la gente atribuye ese “buen desempeño” a acciones del Ejecutivo, por lo que el apoyo popular al oficialismo ha sido elevado. “Lo que la mayor parte de la gente no sabe es que esta prosperidad económica tiene muy poco que ver con la política llevada a cabo desde el Estado”. Afirma que el bienestar macroeconómico se debe a fuertes inversiones realizadas hace al menos diez años y que hoy están en su plena madurez; en segundo lugar, se debe al desempeño económico de otros países (la India y la China) que incrementaron considerablemente su demanda de materias primas.
Si se acepta el argumento de que la bonanza actual se debe a factores externos (juicio que es sostenido por Méndez y Arze), habría aquí que hacer un paralelismo histórico casual —sin ninguna alusión política en particular y salvando un abismo de diferencias— con el bienestar económico que vivió el Estado durante el septenio de Hugo Banzer (1971-1978) a causa de un extraordinario aumento del precio internacional del petróleo y otras materias primas (pasaron más de 30 años y Bolivia aún es un país primario exportador). La historia muestra que Banzer no supo aprovechar ese momento, pues tras su mandato no sólo no quedó nada, sino que un lustro después se inició la hiperinflación en el gobierno de Unión Democrática y Popular (UDP).
Casi como intuyendo que algo parecido podría suceder (en el sentido de que se estaría desaprovechando la bonanza y no en el de que se aproxime una hiperinflación), Laserna advierte que ningún gobierno del pasado tuvo tanto dinero a su disposición y cuestiona que se lo esté utilizando de buena manera para cimentar un desarrollo sostenible a largo plazo. “La verdad es que tengo serias dudas al respecto, porque no veo que la capacidad productiva del país esté mejorando para mantener este ritmo de crecimiento y de consumo”, juzga y luego complementa su idea con el hecho eventual de que el gas algún día se acabará o que los precios en el exterior podrían bajar y afrontaríamos una crisis económica.
En caso de que eso sucediese, la consecuencia política inmediata sería que la población echaría la culpa al Gobierno que en ese momento esté de turno, pues la población en general —dice Laserna— “no sabe que el ritmo de los ciclos económicos no corresponde al de los periodos políticos; los primeros son mucho más lentos y los segundos, más inmediatos”.
Volviendo al presente, Arze Vargas coincide con la mayoría de los economistas consultados al juzgar que el buen desempeño macroeconómico del país se explica por un entorno externo favorable; no obstante, ve como negativo que ese comportamiento positivo siga dependiendo de la dinámica de algunos sectores: los extractivos. “El problema de esta rama es su alta vulnerabilidad a las variaciones de los precios internacionales, por lo que hay que tomar en cuenta la crisis en Europa”.
Lo social. No obstante, el economista y exministro de Hidrocarburos Mauricio Medinaceli opina que atribuir la bonanza macroeconómica únicamente a un escenario externo favorable sólo explica la mitad de lo que sucedió, en coincidencia con Laserna. “Bolivia cosechó por más de 25 años un proyecto de exportación de gas que ahora le da de comer. De 1974 a 1999, el Estado boliviano gestionó la venta de gas hacia Brasil y, como resultado de dicha negociación, Bolivia comienza a exportar gas natural desde 1999”, afirma la exautoridad.
En ese sentido, en su criterio, dos serían las razones del buen desempeño mencionado: la larga gestión para exportar gas al Brasil y los elevados precios internacionales del petróleo y minerales.
El acceso gubernamental a fondos que antes no se disponía ha permitido al Estado ejecutar “políticas de redistribución”, palabras que Arze Vargas no duda en entrecomillar y luego enumera casos específicos como la entrega de bonos, trasferencias condicionadas (como el bono Juancito Pinto y otros) que favorecen a la popularidad del Gobierno, “aunque no significan un cambio en la situación de vida a largo plazo, pues los indicadores sociales del desempleo, las condiciones de trabajo, salario, etc. siguen deteniéndose en el país”. Si bien el indicador del desempleo ha bajado —cuestiona el economista—, no significa que se hayan generado empleos dignos, con ingresos importantes, ni estables.
Considera que el resultado de ello, política y socialmente, ha generado conflictividad en pos de participar del excedente y en busca del control de la tierra; asimismo, se ha visto, con el Censo de Población y Vivienda, que las poblaciones quieren ser favorecidas con los ingresos fiscales y trataron de forzar la encuesta con ese objetivo: mucha gente que vive en áreas urbanas se trasladó a sus pueblos de origen para que sus localidades “tengan más población”.
Lo cierto es que los números del desempeño económico del país han rebasado las expectativas de propios y extraños, aunque será difícil establecer si son consecuencia externa o mano del Gobierno; en este caso, las consideraciones pueden resultar muy políticas. Así, hay mejores ingresos por hidrocarburos, tres agencias internacionales calificaron con buena nota la economía del país, hay una buena proyección del PIB y el crecimiento, además de la histórica colocación de bonos soberanos.
‘Se incrementó la inversión pública’: Mauricio Medinaceli, exministro de Hidrocarburos
La gran cantidad de recursos que entró al país, por el proyecto de exportación al Brasil y a la Argentina, permitió que se incremente el nivel de reservas internacionales; se aprecie el tipo de cambio y así se motive la “bolivianización” de la economía; se genere superávit fiscal; se incremente el gasto corriente; y también la inversión pública.
‘La sociedad se moviliza por uso del excedente’: Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia
Cuando la sociedad sabe que hay un excedente mayor que antes, ya no se moviliza en función de modificar la estructura estatal, no, eso queda atrás, ahora comienzan a expandirse las movilizaciones por cómo consolidar el uso de ese excedente, mediante derechos. En un momento de expansión económica, las movilizaciones no ponen en duda la estructura del Estado.
‘Ningún gobierno tuvo tanto presupuesto’: Roberto Laserna, director de la Fundación Milenio
La situación de bonanza ha beneficiado al Gobierno en el sentido de que ninguno del pasado había tenido a su disposición tanto dinero como el actual para poder presupuestar obras y hacer inversiones. El problema a mediano y largo plazo es ver si el modo en que se está gastando ese dinero está realmente sentando una base para un desarrollo sostenible hacia el futuro.
‘Crecimiento económico del país es dual’: Carlos Arze, economista investigador del CEDLA
El crecimiento económico del país es dual, es decir, que se ve el crecimiento de las ramas extractivas frente a un estancamiento y deterioro de otras ramas como la industria o la agricultura. Esto ocasiona que muchos sectores pugnen por participar de estos recursos naturales y se presione sobre la propiedad de la tierra, generándose conflictos sociales como el de la toma de minas.
‘Informalidad detiene el buen momento’: Armando Méndez, miembro de la Academia de Ciencias Económicas
La informalidad, que es una característica del país desde hace muchísimos años, es la que detiene y hace que no se aproveche el buen momento económico. A causa de ésta no existen megaproyectos aparte de San Cristóbal. La industrialización del gas mediante Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) es un plan que sólo está en el papel, pues se trata de una inversión millonaria.