Deconstruyendo concepciones y prácticas
Políticas sociales en 2012
Noel Aguirre Ledezma
La discusión sobre políticas sociales podría oscilar entre distintas perspectivas. En este caso, en lugar de realizar sólo una revisión puntual de resultados conseguidos en la gestión, analizaremos el transcurrir de las políticas sociales desde su complejidad y visión de largo plazo.
En los últimos 50 años, con la consigna, los regímenes estatistas fracasaron, los neoliberales manifestaron “el desarrollo será alcanzado si las fuerzas del mercado actúan con libertad”. El papel del Estado se redujo a la manutención de la estabilidad macroeconómica y a favorecer la empresa privada.
En este contexto se construyó la teoría del “goteo”, al crecer la economía comenzaría a gotear al conjunto de la población y las políticas sociales se convertirían en progreso social y disminuiría la pobreza.
Dificultades. En Bolivia no se consideró que la desigualdad social es producto del colonialismo y del patrón primario exportador, las políticas sociales enfrentan estos problemas estructurales. Los neoliberales no entendieron esa situación, simplemente aplicaron la teoría del “goteo”, aparecieron medidas compensatorias y programas de “reducción y alivio de la pobreza”, financiados y condicionados por organismos internacionales. Hoy se puede afirmar que la idea fracasó.
Las políticas sociales quedaron en manos del mercado y el resultado fue la concentración de la riqueza y los medios de producción en sólo un 10% de la población, mientras que el resto sobrevivía. Quedó demostrado que las políticas sociales sin una perspectiva integral no son efectivas. Había que entender que el mercado carece de horizonte social y temporal, no redistribuye el ingreso ni crea estructuras productivas articuladas.
Por esas razones, en la actualidad, las políticas sociales responden a: una concepción de vida y de paradigmas civilizatorios sustentados en el vivir bien; un rol protagonista y promotor del desarrollo y redistribuidor de riquezas, ingresos y oportunidades; una participación protagónica de organizaciones sociales; y una propuesta de desarrollo que plantea la construcción de una Bolivia digna, productiva, soberana y democrática.
Las políticas sociales en Bolivia, de este año y las que datan de 2006, para ser efectivas se desarrollan en una constante interacción y mutua influencia con los cambios estructurales, estabilidad y crecimiento económico, y, por supuesto, con variables sociales.
Los cambios estructurales se expresan en un rol de mayor protagonismo del Estado en el desarrollo. En 2012, la presencia del Estado alcanza a casi el 40% de la economía nacional, lo que consolida la posesión de los recursos naturales y continúa impulsando el desarrollo productivo; redistribuye riqueza, ingresos y oportunidades con sus propios recursos, así desarrolla políticas sociales con soberanía y con mayor equidad.
Por su parte, la estabilidad y el crecimiento económico generan un contexto favorable para el desarrollo de políticas sociales. Por ejemplo, la inversión pública en 2012 está por encima de los 3.200 millones de dólares y la capacidad del Estado para impulsar proyectos multisectoriales, sociales, de infraestructura y productivos se multiplica por más de cinco veces. El PIB (Producto Interno Bruto) tendrá una tasa de crecimiento próximo al 5,5%, lo que significa un mayor incremento de la capacidad productiva y generación de empleo e ingresos. La tasa de inflación acumulada a octubre 2012 es del 3,49%, la capacidad adquisitiva de la población prácticamente se mantiene. El incremento de la capacidad productiva, ampliación de posibilidades de empleo y dinamización de la economía son un contexto favorable para el desarrollo de las políticas sociales.
En cuanto al comportamiento de las variables sociales, el Plan Nacional de Desarrollo (PND), como objetivo de largo plazo de las políticas sociales, sostiene: “la Bolivia digna erradicará la extrema pobreza y toda forma de exclusión, discriminación, marginación y explotación, y (…) en un patrón equitativo de distribución del ingreso, riqueza y oportunidades”. Y termina refiriéndose a una serie de “orientaciones que regirán la gestión del Estado.”¿Cuánto de esto se está cumpliendo?
Políticas. Las políticas sociales, como señala el PND, en la actualidad, son políticas de Estado, asumen los derechos de las personas y favorecen a los grupos sociales excluidos. Los bonos Juancito Pinto y Juana Azurduy, y la Renta Dignidad no sólo son mandatos de la Constitución Política del Estado (CPE), sino que son derechos plenamente reconocidos por la sociedad, principalmente por los excluidos: niñez que asiste a escuelas fiscales, madres gestantes, infantes recién nacidos y adultos mayores a 65 años.
Es más, se estimula la demanda interna. En este año se ha instituido un bono a favor de las personas con discapacidad, la cobertura en el acceso al agua potable se ha ampliado al 78% del territorio nacional y el salario mínimo nacional se ha incrementado en un 22,6 %, los salarios en salud y educación tuvieron una elevación del 8% y los niveles de desempleo tienden a disminuir. Se desarrollan estrategias de cambio de enorme importancia para la consecución de las políticas sociales, como el proceso de transformación del sistema educativo, que comprende procesos de formación de maestros y modificaciones substanciales en el currículo y la gestión educativa.
Las políticas sociales, en concordancia con lo planteado por el PND valorizan los saberes y conocimientos locales, y ayudan a construir el poder social. La formulación y aprobación del currículo regionalizado de los pueblos y naciones indígena originario campesinos reconocen los saberes, conocimientos y experiencias locales en complementariedad con los llamados “universales”. Por su lado, las acciones encaminadas por el programa Salud Familiar Comunitaria Intercultural impulsan la medicina vinculada a saberes, conocimientos y prácticas del pueblo.
En resumen, la educación, salud, servicios básicos, empleo, etc., mantienen continuidad con el desarrollo conseguido en los últimos años y las variables que muestran por excelencia la efectividad de las políticas sociales (pobreza, desigualdad y exclusión social) tienen una reducción favorable. La extrema pobreza en áreas urbanas disminuyó en un 10% y en rurales en un 20%, y la desigualdad tiende a disminuir. La tarea no está concluida, quedan muchos aspectos por resolver; por ejemplo, la ampliación del empleo digno, pero estemos seguros que las políticas sociales no tendrían su efecto si no se consolida el proceso de cambio de nuestra patria.
No me digan ‘gracias’
Carmen Ruiz Parada
Las y los bolivianos deberíamos estar acostumbrados a que, cada año, los vientos de agosto suelen dar paso a la temporada de lluvias y a la de conflictos, pero este supuestamente apocalíptico 2012 termina con menos agua y más conflictos que otros. Lo que no cambia son los esfuerzos del Gobierno intentando mostrarnos que está haciendo su trabajo en el área de las políticas sociales.
Sin embargo, el lenguaje de los mensajes gubernamentales no logra desprenderse del principal síndrome de esta gestión: ineficiencia administrativa y campaña política, a la par, como dos caras de la misma moneda.
Tarea gubernamental. Las principales claves para identificar y entender las políticas sociales de un Estado, cualquier Estado administrado por cualquier tipo del gobierno, están en los elementos que las componen y en su propósito. Los principales elementos de una política social son sus aspectos programáticos, planes, presupuesto (asegurado y explícito en el Presupuesto General del Estado, de lo contrario sería sólo papel para el archivo), sectores de la administración que compromete e identificación de los sujetos sociales participantes y destinatarios.
Los propósitos de las políticas sociales suelen estar comprometidos de forma inherente con los objetivos estatales que gestionan los gobiernos, en cumplimiento de sus competencias intrínsecas, a saber: distribución de recursos y beneficios generados por el propio Estado o provenientes de la explotación de riquezas naturales del territorio nacional; disminución de las brechas de inequidad; acceso y ampliación de coberturas de los servicios públicos, principalmente salud, educación y vivienda, y mejoras en la calidad de vida, bienestar o buen vivir, como se prefiera llamarle.
Utilizando esas claves, las políticas sociales del gobierno del presidente Evo Morales no han tenido muy buen año en 2012, porque han seguido la inercia de un curso convencional, pese a la abundancia de la oferta política y a la autoimagen con que el régimen se identifica a sí mismo como “proceso de cambio” y “revolucionario”.
En educación, la Ley Avelino Siñani sigue, sin pena ni gloria, caminos ya trazados y, como en el caso de la nueva Constitución Política del Estado, resolvió la engorrosa tarea de definirla conceptualmente poniéndole adjetivos, que ni siquiera la describen, pues son, en su mayoría, cualidades abstractas. Una novedad de 2012 fue el inicio de la distribución de computadoras a los maestros. Habrá que esperar al menos otro año para analizar los resultados de esa entrega, en términos de incremento del acceso a la información, mejora en el rendimiento y en la calidad del trabajo de docentes y alumnado y, prosaico pero importante, del cuidado en el manejo de esos recursos. Un elemento a destacar (en la línea gubernamental de felicitarse por lo que debería ser rutina) es que el principal mérito del Ministro de Educación es que parece centrar la mayor parte de sus energías en evitar huelgas del magisterio, sin lograr, hasta la fecha, que además de asistir éste se suba al carro del propósito de reformar la educación.
En salud, la agenda sigue pendiente, pues la anunciada Cumbre de Salud, que sirvió como solución precaria y transitoria para amainar la huelga del sector luego de la frustrada medida de imponerles ocho horas diarias de trabajo, no termina de ser organizada. Gente malpensada dice que todo el cacareo encubría una medida tan concreta como demagógica: dar trabajo a los casi 4.000 becarios que estudiaron y se forman en Cuba a los que se les había asegurado plazas en el sistema. Por otra parte, además de los discursos oficiales, no hay ninguna otra fuente de información que permita decir si los resultados en el sector son buenos o deficientes.
Las mejores notas en la calificación del Gobierno respecto a su gestión de políticas sociales durante 2012 están en el rubro de la distribución, debido a que los bonos (Dignidad, Juana Azurduy y Juancito Pinto) han seguido pagándose, pese a las amenazantes nubes de déficit fiscal y a la baja de las entradas a las arcas del Estado. Coincido con quienes piensan que éstos corresponden por derecho a la ciudadanía y que la gente sabe mejor que nadie en qué usar esos recursos, sobre todo cuando los administran las mujeres en los hogares.
Discurso y gestión. Como se puede deducir de los párrafos anteriores, resulta forzado, y es difícil, aunque no imposible, hacer una evaluación de las políticas sociales durante un año, porque se trata de medidas programáticas cuyo horizonte no suele ser puntual, por el contrario, requieren duración media al menos, de lo contrario se les estaría aplicando criterios de emergencia y eventualidad.
Si se quita la palabrería de los discursos y el autobombo, las políticas sociales que está llevando a cabo el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) son las mismas que gestionan otros gobiernos de similar o de diferente orientación ideológica. No hay nada malo en ello, quizá sólo sea el prurito de que a algunas personas de la ciudadanía nos gustaría mayor honestidad política respecto a la forma en que se usa nuestro dinero (regalías, impuestos, préstamos, etc.).
Por último, algún alma caritativa debería decirle al Mandatario que esos avisos en los que aparece con niños, ancianos y buenos vecinos agradeciéndole por hacer (con los fondos públicos) lo que es su obligación hacer, son un mensaje paternal y asistencialista, contrapuesto a la noción de políticas sociales que requieren institucionalidad, transparencia y seriedad administrativa. Qué diferente fuera si el Presidente apareciera diciendo: No me agradezcan, es mi obligación.