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Las empresas escrutan los riesgos políticos en América Latina

La Cumbre de Cádiz que acabó el sábado centró sus esfuerzos en impulsar la creación y el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas a ambos lados del Atlántico. Pero detrás de esta iniciativa hay miles de empresarios hambrientos de información sobre los vaivenes políticos que amenazan sus inversiones. Las pymes rara vez cuentan con los recursos para pagar análisis de riesgo o grupos de influencia locales que protejan sus negocios.

El temor a los gobiernos que en apariencia buscan perpetuarse en el poder es grande. En Venezuela, el presidente Hugo Chávez acaba de renovar mandato por cuarta vez. En Argentina, la expectativa de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner maniobre para reformar la Constitución y optar a un tercer periodo de Gobierno a partir de 2015 ha disparado la protesta ciudadana. La tasa de riesgo de Argentina está a niveles de la de Grecia. En Bolivia, los grupos más afines al presidente Evo Morales han comenzado la campaña para que el Mandatario pueda volver a presentarse en los comicios de 2014. En Ecuador, Rafael Correa casi tiene asegurado su tercer gobierno tras las elecciones del próximo febrero.

La llamada “fiebre de la re-reelección”, muy de moda en los años 90 en América Latina, tiene muchos críticos. Un delegado brasileño en la cumbre recordó que el propio expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en una entrevista en octubre en el diario argentino La Nación, dijo que “para la democracia, la alternancia de poder es una conquista de la humanidad, y por eso hay que mantenerla (…). Por eso es que yo mismo no quise un tercer mandato. Porque si lo hubiera hecho, hubiera querido un cuarto mandato, y después un quinto”.

El problema es que la tentación es enorme porque estando en el poder y disponiendo de los recursos públicos e influencia institucional, la continuidad está casi garantizada. Desde 1985, 15 de los 17 mandatarios latinoamericanos que optaron a la reelección la consiguieron. Uno de los que patinó fue el nicaragüense Daniel Ortega en 1990. Sin embargo, volvió en 2006, y con la lección aprendida. Hace poco más de un año, el líder sandinista renovó mandato tras una fuerte polémica: la oposición lo acusó de forzar a la justicia a avalar la reelección. En los sistemas presidencialistas latinoamericanos, donde el Ejecutivo concentra tanto poder, la perpetuación en el cargo genera desconfianza.

Mientras en algunos países se habla de las re-reelecciones, en otros se discute el regreso de reconocidos exmandatarios al poder, como la chilena Michelle Bachelet o el uruguayo Tabaré Vázquez, y de futuras promesas como el mexicano Marcelo Ebrard o el brasileño Eduardo Campos. Todos tienen en común su militancia en fuerzas políticas que se identifican con la socialdemocracia de corte moderado, bien alejadas del socialismo del siglo XXI impulsado por el presidente Chávez en el último decenio.

En las últimas municipales chilenas, el centro-izquierda y los comunistas dieron la campanada en varias alcaldías importantes. Alcanzaron más del 43% de los votos para alcaldes mientras el centro-derecha rozó el 38%. Destacable fue la victoria de Carolina Tohá en Santiago de Chile, una mujer cercana a Bachelet. Aunque la expresidenta —actual directora de la ONU Mujeres— no ha confirmado que se presentará a las próximas presidenciales, las apuestas la dan como favorita.

Tan sorprendente como importante ha sido el ascenso del Partido Socialista Brasileño (PSB) en las últimas elecciones locales. En 15 años ha pasado de tener 100 a 400 alcaldes y su caudal de votos ha subido el 50% en el último lustro. Buena parte de este éxito se debe al actual líder del partido y gobernador del norteño Estado de Pernambuco —la región natal de Lula—, Eduardo Campos, quien probablemente tiene la llave tanto para dar a Dilma Rousseff un segundo gobierno o para que el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del expresidente Fernando Henrique Cardoso recupere el poder. Al PSB le fue bien en la alianza en los comicios regionales con la figura emergente del PSDB, Aecio Neves.

A raíz de las divisiones que está sufriendo la coalición de izquierda que gobierna en Uruguay y los problemas de salud del mandatario José Mujica —se ausentó de Cádiz por una recaída—, el expresidente Tabaré Vázquez suena mucho en Montevideo como candidato del Frente Amplio para 2014. El hombre que acabó con el dominio político de blancos y colorados —en el poder desde el nacimiento de la República, en 1836— y que se fue en 2010 con una alta popularidad, emerge como el único capaz de dar oxígeno al centro-izquierda sin minar la estabilidad y la bonanza uruguaya.

En Argentina, el Partido Socialista (PS) de Hermes Binner no ha logrado proyectar su fuerza fuera de la provincia de Santa Fe, una de las más ricas. Hace tiempo que el PS coquetea con la histórica Unión Cívica Radical (UCR), pero no acaba de deshojar la margarita. La UCR, el histórico partido progresista del fallecido expresidente Ricardo Alfonsín, lleva sin levantar cabeza desde el corralito financiero de 2001.