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La derecha se atrinchera o el pueblo triunfa

Bolivia, a través de sus movimientos sociales, construyó democráticamente la transformación revolucionaria. Este punto de quiebre en el viejo sistema político neoliberal empezó en el Chapare. La referencia son las elecciones municipales de 1995, ahí se constata la estrategia política del movimiento campesino y principalmente cocalero de fusionar la movilización social con la disputa electoral en una perspectiva política de largo plazo.

La lucha política, si tiene un norte, es una construcción permanente, no un eslogan, es la enseñanza de las grandes transformaciones revolucionarias en el mundo; la nuestra está inscrita con letras mayúsculas en la historia universal.

La derecha, para impedir su derrota política en 2002 y formar una coalición gubernamental, recurrió de manera directa a su padrino y tutor: la Embajada de los EEUU, la historia no se detuvo. Conociendo ya el inminente triunfo democrático del pueblo, en 2005, la derecha definió una estrategia: retirada táctica del Estado y empoderamiento político de las regiones. Ahí radica el sentido de haber concentrado en las candidaturas a prefectos y senadores, personalidades políticas que dirigieron el Estado desde 1985. Beni es uno de los ejemplos más ilustrativos: el exprefecto Ernesto Suárez fue parlamentario de ADN; Wálter Guiteras (exparlamentario y exministro de ADN): Miguel Majluf  (exparlamentario del MNR); la derecha concentró su estructura electoral, política y de poder en las regiones, este bloque de poder regional se complementó con los comités cívicos y empresarios.

Desde 2006, al interior de las sociedades de los departamentos autodenominados de la “media luna” también hay una lucha política interna por el poder; la derecha por mantener y controlar el departamento y los movimientos sociales por liderar las transformaciones departamentales de acuerdo con el momento político que está viviendo el país.

Suárez Sattori con su agrupación ciudadana, conjuntamente a ADN, MNR y UN forman un bloque político electoral para las elecciones a la Gobernación de este año, es decir, la derecha política y económica actúa en la misma lógica que la derecha venezolana: candidato único para enfrentar al proceso revolucionario.

El MAS-IPSP y las organizaciones sociales asumimos el reto de disputar democráticamente a la derecha en su propio terreno regional. En los cuatro departamentos se está construyendo con mucho esfuerzo orgánico —pese a la represión racial, social y política desplegada desde las prefecturas y comités cívicos contra el pueblo— un bloque popular con liderazgo regional y capacidad de gestión. Ya se avanzó en Pando, Santa Cruz y Tarija son un desafío en el mediano tiempo, Beni es el escenario de esta disputa del bloque popular contra los grupos eternos de poder político y económico.

Los que se sienten afectados o beneficiarios con el resultado electoral son las elites de poder regional que dirigieron sus regiones desde la dictadura de Banzer y no así el pueblo, que era considerado usuario electoral y no sujeto democrático. Hoy los roles se están invirtiendo, la derecha desesperadamente resiste como bloque su derrota, el pueblo como titular político de la democracia en el Estado Plurinacional disputa y construye simultáneamente su liderazgo regional y su posibilidad de dirigir y liderar las transformaciones en sus departamentos.

Por la peculiaridad política de Beni, es una elección importante, aunque no fundamental, como aparenta presentar la derecha con sus asesores. Es importante porque se está disputando el poder político regional en un territorio considerado de propiedad patrimonial de ADN y el MNR, al que nadie podía acceder excepto sus “propietarios”. La derecha no puede aún concebir que la política ya no es exclusividad de los viejos partidos, sino que se ha desplazado hacia la sociedad y específicamente a lo popular, indígena originario campesino. Ahí radica el sentido hoy de la democracia y la política.

El MSM —al igual que hizo en las elecciones nacionales de 1997 con el MBL, cuando utilizó a Marcial Fabricano como candidato a vicepresidente, uno de los líderes de la movilización indígena de 1990— hoy también utiliza a otro indígena, Pedro Nuni, como su candidato a gobernador, una típica acción de la socialdemocracia que utiliza a personajes externos para justificar un discurso y una votación que no es la suya, sino del utilizado electoralmente.

Lo que se enfrenta en esta elección es un proyecto político regional contra una acción desesperada de apropiación patrimonial de lo público por parte de la derecha y a una sigla electoral sin votación (MSM) y un candidato (Nuni) sin organización.

Independientemente del resultado, lo cierto es que la derecha ya perdió su hegemonía patrimonial regional, y lo popular ya perdió el miedo a los propietarios regionales. Por lo tanto, se está viviendo en este proceso electoral el ocaso de la derecha regional y la consolidación de un nuevo bloque político popular, de izquierda con vocación democrática de transformación y construcción revolucionaria.