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En busca de un mar para jugar en Carnaval

Cuenta una leyenda —que dicen mezcla de ficción y realidad— que los bolivianos perdimos el mar cuando estábamos preocupados por carnavalear. Aquello fue desmentido categóricamente por historiadores; pero queda la leyenda urbana histórica que sirve para hacernos la burla de nosotros mismos. Gracias a este “desvarío” se ha formado la imagen del boliviano fiestero y del chileno usurpador.

Hay más frases. Recuerdo que en colegio los más malcriados y rebeldes cantaban: “Recuperemos nuestro mar… para jugar en Carnaval”, en vez de aquella loa al prócer Eduardo Abaroa. Otros nos tapábamos la boca y acusábamos a los irreverentes con el profesor.

El héroe de Calama también nos dio un lema que hizo historia: “¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela, carajo!”. Claro que en colegio nadie decía esta última palabra porque, cuando menos, sonaba mal entonarla en una entidad educativa. Así, muchos cambiamos un malcriado “carajo” por un señorito “carambas”. Y, al momento de escribir el “carajo” usábamos los puntos suspensivos… Pucha que somos valientes, ésa es, pues, otra de nuestras características innatas.

En estos últimos días de frases y vainas rítmicas, lo que hicieron los chilenos amenazando a bolivianos, argentinos y peruanos da, cuando menos, rabia. Pero en todo lado se cuecen habas, papas y xenofobia. Así, el exgeneral Marcelo Antezana (que hoy está en el bando opositor al Gobierno) dio a entender que ese tipo de lemas (contra los chilenos, en este caso) son parte casi normal de un entrenamiento o trote.

Como otro ejemplo están los militares argentinos, que también fueron filmados amenazando a los chilenos con cantos letales.

En los dos casos hay reproches y reprimendas de los jefes, porque después de todo se suponía que vivíamos en una bonita vecindad. En fin, como en el cacho, se anota lo que se ve, en este caso se juzga lo que se escucha.

En todo caso, en la época carnavalera, los cantos se han puesto de moda. No sabemos si en este año habrá alguna coplita presidencial que hará historia. Pero hay que estar atentos porque es Carnaval y el diablo se encuentra suelto por Oruro y también por otros lares.

Es más, este diablo carnavalero puede soplar alguna frasecilla extra al oído de algún soldado o a quien tenga la lengua suelta.