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Presidencias legislativas, ¿estrategia o coyuntura?

La reciente ratificación de la presidenta de la Cámara de Senadores, Gabriela Montaño, y la elección como presidenta de la Cámara de Diputados de la asambleísta también cruceña Betty Tejada han generado un debate sobre los motivos de la decisión política de la cúpula del Movimiento Al Socialismo (MAS) y del propio presidente Evo Morales al respecto. Como todo tema en el ambiente polarizado que vive el país, donde ni el Carnaval escapa a la polémica, éste ha generado un abanico de opiniones que van desde la descalificación personal hasta la justificación plena de la decisión.

La oposición, como es de esperarse, ha tratado de asociar la decisión a un intento del Jefe del Estado de subordinar al Órgano Legislativo de forma directa, colocando a personas que, según ellos, obedecen órdenes y no son “libre pensadoras”, como algún diputado opinó. Los opositores han valorado la actitud de la expresidenta Rebeca Delgado por su posición contestataria a los criterios del Gobierno nacional en algunos temas.

Otros consideran que se trata de una decisión acertada al considerar que en un año preelectoral no se pueden cometer errores y mucho menos abrir la discusión de tópicos que deben hacerse dentro de la bancada oficialista y no a través de los medios de comunicación, mostrando una imagen de debilidad y de falta de unidad.
Una tercera vertiente pretende ver en la elección de ambas asambleístas como un intento del presidente Morales  de acercarse más a Santa Cruz, de donde son originarias las legisladoras, para que cumplan una tarea de acercamiento con los poderosos sectores empresariales y productivos del oriente.

En nuestro criterio, la decisión adoptada obedece a un conjunto de factores y no sólo a uno de ellos. Un primer elemento es la necesidad de unidad en un año muy importante para la construcción del escenario en el que se llevarán las elecciones de 2014. La discusión pública mantenida entre el ministro de Gobierno, Carlos Romero, y la entonces presidenta de la Cámara de Diputados, Rebeca Delgado, sobre la constitucionalidad o no del proyecto de Ley de Extinción de Dominio de Bienes, y, posteriormente, las afirmaciones públicas de la legisladora relacionadas con el escándalo de la extorsión, no fueron bien asumidas por el Gobierno. En una situación delicada, como la de esa coyuntura, el Presidente y su círculo de confianza no recibieron con buenos ojos que se ventilen temas por la prensa, tomando en cuenta cómo ésta maneja estas contradicciones en algunos casos. La lealtad y la confianza fueron importantes en la decisión.

Pero debe considerarse también que no es menos cierto que las dos legisladoras representan a un departamento, económicamente poderoso, y que ahora cuenta con el mayor número de habitantes del país; un departamento que, sin embargo, ha tenido un comportamiento electoral contrario  al Gobierno de forma recurrente. El Mandatario ha iniciado un acercamiento con los empresarios, es notorio el acercamiento con el alcalde de Santa Cruz, Percy Fernández, y la presencia en las cámaras de legisladoras cruceñas puede constituir una estrategia coherente de acercamiento a la plaza fuerte de la oposición. A la fecha, ya existen algunos resultados para el Gobierno en esa agenda; ha logrado limar diferencias con el sector agropecuario cruceño, y hace pocos días, en ocasión de promulgarse en Santa Cruz la ley que declara Patrimonio Nacional al Carnaval Oriental, se dio algo inimaginable hace tres o cuatro años: que el Presidente sea recibido con aplausos por los dirigentes de las comparsas carnavaleras, agrupaciones de clase media de corte profundamente conservador y generalmente antimasista.

Además de las anteriores consideraciones, se debe resaltar el hecho de que ambas directivas son mujeres, y su presencia en el Órgano Legislativo es una muestra de equidad de género que no ha tenido precedentes en la historia boliviana. Nunca antes en la vida política nacional las mujeres habían ocupado tantos ministerios, diputaciones,  senadurías, embajadas y cargos jerárquicos en la administración pública como en los últimos años. La decisión de que sean mujeres las directivas de las cámaras legislativas es una manifestación exterior de coherencia en una política de equidad efectivamente desarrollada desde la misma Asamblea Constituyente, que fue presidida por otra mujer también cruceña, Silvia Lazarte.  

Pero no sería objetivo reducir el motivo de la decisión a la necesidad de confianza política o la pertinencia de acercarse a una región o mantener una política de equidad de género, considero que también es el reconocimiento de la capacidad intelectual y política de dos mujeres, que desde diferentes ámbitos han sabido forjarse un espacio en la política, sin manchas que las salpique y una gestión parlamentaria efectiva, en la que evidentemente han sido consecuentes con una línea política, como es usual en estas lides.

En momentos en que la discusión de la violencia sexual ha sido asumida por la oposición como característica de algunos militantes del MAS, debido a las denuncias de violación y  agresiones similares, nunca más oportuna la decisión de que sean mujeres las que dirijan al Órgano Legislativo.

Respecto a la diputada Delgado se debe admitir que hizo una buena gestión parlamentaria, negarlo sería injusto; sus críticas nunca fueron contra el Presidente, sino contra algunos ministros, y quizás no evaluó bien los escenarios para expresar esos cuestionamientos. El proceso de transformaciones que vive el país es un proceso estructural, y como tal genera permanente reacción desde la oposición, que, ausente de propuestas, aprovecha cualquier resquicio para tratar de afectar la gestión gubernamental. No es lo mismo una disidencia o crítica en una reunión interna que iniciar un debate a través de los medios de comunicación con un correligionario, porque conociendo la conducta de cierta prensa, uno sabe qué es lo que dijo, pero no se puede estar seguro qué se dirá
que dijo.