Icono del sitio La Razón

Todos contra Evo

El debate sobre la reelección presidencial nos vuelve a mostrar dos realidades con vida propia: en un campo se observa al proceso de cambio, firme y fortalecido que supera sus tropiezos con la mirada puesta en el bienestar de todos; en el otro, se mueve el conservadurismo, avejentado y enfermo de arrogancia que busca con cualquier excusa frenar la revolución.

Aunque han pasado cinco años desde octubre de 2008, cuando se consolidó el gran acuerdo nacional que dio a luz la nueva Constitución Política del Estado refrendada por el soberano en enero de 2009, los actores de oposición de ese entonces permanecen fosilizados en su afán obstruccionista fundido por la consigna “todos contra Evo”. Perdieron todas las elecciones y fracasaron en todas sus conspiraciones, pero persisten en su negativa a reconocer la realidad.

No asumen el peligro del hastío provocado por la repetición abusiva y reiteran las mismas acusaciones que ensayaron para frenar el proceso constituyente y la aprobación de una nueva Constitución. Aunque disminuidos en número, los intérpretes del estribillo bloqueador cuentan ahora con la colaboración del MSM, partido que después de disfrazarse de revolucionario se sacó la careta para volver a su redil neoliberal-partidocrático.

Cautivos del pasado, acusan al presidente Evo Morales de los males que ellos provocaron. Condenan un supuesto “prorroguismo” quienes se han prorrogado durante lustros en la enajenación del Estado a través de los “pactos” políticos para negociar minorías en los congresos que ungían a los perdedores de las elecciones como presidentes constitucionales.

El Presidente plantea una Agenda Patriótica en beneficio del país y los opositores generan la consigna “Todos contra Evo” para conservar sus beneficios en desmedro del país.

Esta reacción muestra el peor déficit de la oposición que desprecia el despertar de la conciencia popular y apela al uso de algunos medios de comunicación y analistas políticos para intentar frenar el avance de la revolución. La razón de fondo es la misma que motivó la conspiración contra la Constitución: la ausencia de un liderazgo nacional alternativo al presidente Morales. “Como no podemos competir, evitemos el partido”, dirían en términos futboleros.   

El expresidente de la Cámara de Diputados y abogado constitucionalista Héctor Arce ha dejado claramente establecido que el presidente Morales está legítima y legalmente habilitado para presentarse a una segunda elección continua porque así lo establece el artículo 168 de la ley de leyes. Y con respecto al parágrafo segundo de la disposición transitoria primera, Arce ya esclareció que el cómputo de “mandatos anteriores a la vigencia de la Constitución” sólo vale para los periodos concluidos y no alcanza al periodo interrumpido del presidente Morales antes de la aprobación de la nueva norma suprema.  

Además, quienes asumen que una disposición transitoria debe ser considerada como mandato constitucional de la misma jerarquía que los 411 artículos de la Constitución, deberían recordar que los parágrafos tercero y cuarto de esa disposición temporal que permitió la prórroga de autoridades departamentales y municipales hasta la elección de abril de 2010, ya quedó sin efecto, como —valga la redundancia— feneció la disposición del parágrafo segundo.  

De todos modos, será el Tribunal Constitucional el que con una sentencia apegada a la Carta Magna y la voluntad del constituyente ahuyente definitivamente las interpretaciones interesadas que pretenden empañar una postulación legítima del presidente Morales y frenar el derecho del pueblo a conformar con su voto el poder político.