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La unión es la fuerza

La unidad —para nuestra Bolivia en la actualidad, llena de desafíos modernos— es un elemento que llega a ser una “esperanza” para los ciudadanos de a pie, pero principalmente para las generaciones de los jóvenes y niños.

Hace siete años que surgió una corriente con rasgos de aglutinamiento o cohesión de los llamados sectores sociales del país, que quizás —usando herramientas democráticas— apuntaló el liderazgo del representante del movimiento cocalero del Chapare. Para muchos, al principio nos pareció alentador y hasta provechoso para el país. La confianza fue tal, que muchos apoyaron con su voto en urnas electorales y le entregaron el total control del Estado a través de su Gobierno.

Recordando un poco, de todo lo que nos ofreció el proceso de cambio, principalmente queda la “inclusión social”, que es un valor real. Sin embargo, aquélla quedó esperando el segundo paso sucesivo: la participación real con toma de decisiones.

Si resumimos y hacemos un análisis frío y sin apasionamientos ni demagogias, ¿qué resultados más podemos hoy como sociedad? Notamos que acrecentaron el rencor, el odio, la venganza, la discriminación entre clases sociales, profesionales y no profesionales, entre regiones, entre sectores… Los que hoy tienen poder hacen abuso de él, fortaleciendo el pasado que tanto criticamos. Por ello se dice que el instrumento político no cumplió con su objetivo, a menos de que aquél haya sido el mismo. Hay muchos que consideran que actualmente se quiere utilizar al pueblo como el instrumento del partido político.

Entonces, ¿qué hacemos para cambiar lo que está mal? Hoy no tenemos calidad de vida en nuestros hogares, no contamos con trabajo digno; más bien compartimos constantemente noticias sobre violencia, diferencias sociales, droga, corrupción y otras problemáticas sociales.

No podemos perder la esperanza, no debemos ser conformistas; lo que nos queda es ser parte de las reglas democráticas, que nos permiten cada cinco años evaluar la administración y a los administradores del Estado. Renovar y alternar los actores políticos y sociales es una oportunidad democrática, sin necesidad de buscar el totalitarismo político.

Si recordamos la historia del país y revisamos el comportamiento de los gobiernos de turno, vemos el uso de los recursos humanos y económicos de la patria. Éstos han sido vulnerados para beneficio de cada administración, a través de sus líderes y con el objetivo de perpetuarse y atrincherarse. ¿Se imaginan para qué? Para quedarse con el mando.

Otra estrategia para esa intención es aplicar la frase imperialista que dice: “divide y reinarás”. En la actualidad muchos aplican este dicho para amedrentar y seguir con poder en diferentes escenarios. Como ejemplo, sólo basta ver un botón: el actual Gobierno no demuestra ser la excepción.

El desafío de los bolivianos —mujeres y hombres— en una futura elección del tipo de administración y de administradores del Estado debe ser, en primer lugar, recuperar la pluralidad política y social en esa gestión, como dice nuestro nombre: tener representación plural.

Para una futura elección, la actual oposición coyuntural debe tomar en cuenta que todos los gobiernos de turno han aprovechado su condición e incentivaron la dispersión del voto con el fin de que sus élites políticas demuestren su poder a través incluso del abuso de los recursos a su disposición. Por eso el reto será conformar un frente amplio con características plurales, que piense y actúe en la planificación del futuro de Bolivia, que honre y respete todas las riquezas nacionales, que demuestre su amor a la patria, que se despoje de intereses personales, regionales y sectoriales. Todos, sin repetir procesos pasados, cuando cada uno velaba por su interés político partidario y cada cual defendía lo suyo. 

La conformación de un frente amplio sería una corriente que tome en cuenta primero la unidad con principios básicos ideológicos, valores humanos y democráticos. Que sea una alternativa de verdadera transformación, con el complemento de participación y ratificación de la población mediante elecciones primarias o encuesta nacional imparcial e independiente, que deberán elegir a su representante. Y por todo lo vivido, esta alternativa debe ser “visionaria”, que escuche, respete y tome en cuenta la opinión del pueblo expresada en todas sus formas de organización, institucionalización o independencia, sin caudillismos y sin repetir todo lo que criticamos. El objetivo es recuperar y cumplir con la esperanza de Bolivia, manteniendo lo bueno, haciendo lo que no se hizo y desechando todo lo malo. Hay que recuperar el respeto a la pluralidad y la diversidad de los ciudadanos, velando siempre el bien común.

Esta alternativa política, con un componente de unidad, debe ser capaz de avanzar, no retroceder. Debe terminar con las radicalidades o extremos que sólo nos hacen daño; debe lograr el equilibrio, y compartir y debatir opciones programáticas aplicables a políticas públicas, que resuelvan los problemas y demandas de la sociedad boliviana. Necesitamos lograr lo que todos los verdaderos bolivianos necesitamos: confiar, aportar y cosechar con buenos resultados.

Bolivia cuenta con muchas fortalezas, como la capacidad intelectual demostrada en diferentes sectores sociales, el profesionalismo, la riqueza cultural, la riqueza natural y el importante ingreso económico gracias a la exportación e incremento del costo en estos últimos años (como nunca antes) de materias primas: el petróleo y minerales, en particular. Administrar para bien estos importantes recursos amerita cariño, respeto, comprensión, equilibrio, humildad y responsabilidad, que —se espera— pueda tener la máxima autoridad del país.

¡La unión es la fuerza! Eso dice la inscripción en nuestra moneda nacional. Todos, adultos y niños, en algún momento hemos usado la frase, aunque no del todo. Es tiempo de aplicarla y de no perder la esperanza.