Juan R. Quintana: Si Usaid sale sin cuentas claras, habrá auditorías
El ministro señala que se deben definir los procedimientos a aplicar para que el Estado administre los proyectos en ejecución.
El Ministro de la Presidencia asegura que desde su llegada a Bolivia, hace 49 años, Usaid siempre dedicó su actividad a la injerencia política. Se declara un adversario político de esa agencia y del Gobierno de Estados Unidos, y dice que lo deseable es que en tres meses la entidad salga de Bolivia brindando información clara y transparente, y si no, se harán auditorías.
Un adversario político de Usaid y del Gobierno de Estados Unidos. Así se declara el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, quien asegura que a la fecha se elabora un cronograma de salida ordenada de esa agencia de cooperación.
Advierte que si los informes sobre la cooperación ofrecida no son transparentes, se harán auditorías para identificar las irregularidades. Comenta que siempre (desde 1964) hubo injerencia en Bolivia y que la ayuda social sólo fue una “pantalla” para impulsar acciones políticas destinadas a solventar a partidos de la “derecha conservadora”, sobre todo en el oriente boliviano.
— ¿Qué trámite falta para que Usaid salga de Bolivia?
— Estamos en la fase de planificación para una salida ordenada, transparente e informada de todo lo que ocurrió en la gestión de Usaid en Bolivia, en los últimos años. Esto implica varias tareas: la necesidad de que entregue la mayor información para conocer con el mayor rigor cuáles son los programas con los que ha estado trabajando, los proyectos y las empresas que han estado gestionando programas, y todos los beneficiarios, como organizaciones no gubernamentales (ONG), instituciones privadas y entidades religiosas. Pasa por un trabajo bilateral de hacer transparente la supuesta cooperación.
— ¿Si esto no se hace, el Estado no podrá administrar esos proyectos?
— Pasa por la definición de los procedimientos que se van a aplicar para que el Estado boliviano termine administrando los proyectos en ejecución. Además, pasa por definir los mecanismos de control del Estado con esas organizaciones que ejecutan las obras.
— ¿Qué control se hará sobre la información requerida?
— Esperamos que Usaid nos dé la información en detalle, la más rigurosa, para evitar gastos innecesarios en auditorías. Lo mejor que puede ocurrir es que sea consecuente con sus principios institucionales y uno de ellos, se supone, es la transparencia.
— ¿Y si eso no ocurre?
— En caso de que los datos no sean claros, que no se ofrezca la suficiente información, vamos a tener que aplicar auditorías.
— ¿En cuánto tiempo se espera que Usaid salga de Bolivia?
— En el menor tiempo posible. Es deseable que esta transición dure entre dos y tres meses, porque no hay que olvidar que en Estados Unidos el año fiscal empieza en agosto o septiembre. Es deseable que hasta agosto esto prácticamente se concluya y el presupuesto de la cooperación deje de registrarse en sus planillas presupuestarias del año fiscal 2013-2014.
— ¿El Estado se hará cargo de los proyectos no concluidos?
— Sí. Hay proyectos que están en ejecución con recursos ya destinados; entonces, lo que tenemos que hacer es que esas obras sean terminadas con el presupuesto económico asignado por Usaid.
— Si Usaid ya no estará, ¿quién administrará ese dinero?
— El dinero transferido a las cuentas de Usaid-Bolivia se ejecutará bajo las normas del Estado.
— Pero si se la expulsó, se llevarán todo su dinero…
— Tienen todo el derecho de retirar dinero que no han ejecutado, aunque imagino que tendrán que honrar los compromisos para terminar sus proyectos, pero la conclusión ya no le corresponderá a Usaid, sino al Estado Plurinacional.
— ¿Hay la capacidad económica para asumir esos proyectos?
— Estamos en condiciones no sólo de sustituir la cooperación, sino de modificar el enfoque. En la sociedad norteamericana sobreviven los más fuertes; ese mismo enfoque operaba en nuestras comunidades. Por lo tanto, es un enfoque que tiende al conflicto, a la desarticulación y a la privatización.
— ¿Cuál será la diferencia?
— Las comunidades, por definición, tienden hacia la construcción de solidaridad, de complementariedad. Tenemos que modificar el enfoque político y, además, no lo vamos a hacer como cooperación, sino como una responsabilidad del Estado boliviano.
— En la actualidad, ¿cuánto invierte Usaid en Bolivia?
— Hubo una disminución dramática de la supuesta cooperación. En 2007, la cooperación llegó a 89 millones de dólares; en 2008 bajó a 68 millones, y en 2009 fue de 69 millones. En 2013, estamos hablando de unos 27 millones de dólares.
— Si se redujo la cooperación económica, ¿por qué se habla de injerencia política? ¿Tiene pruebas de ello?
— Se ha modificado la prioridad en la composición presupuestaria. Se da dinero para Paz y Seguridad, Gobierno, Justicia y Democracia; inversión en la gente; crecimiento económico y asistencia humanitaria. Y aquí, un ejemplo de injerencia: para Gobernabilidad, Justicia y Democracia, en 2007 habían 13 millones de dólares, y para 2009 se registró 28 millones; se duplicó para temas políticos y se disminuyó en esa misma proporción la inversión en la gente, de 27 millones a 14 millones.
— Entonces, ¿cuál la prioridad?
— Es la democracia y esto para Estados Unidos significa la transferencia de recursos económicos a organizaciones regionales, partidos políticos, ONG, grupos de jóvenes, que debieran ser formados en la democracia liberal-norteamericana, con los valores de ese tipo de democracia en una sociedad que está en un proceso de profunda transformación.
— ¿Qué pasa con otras partidas?
— Para temas de sociedad civil, es decir, grupos adherentes al Gobierno de Estados Unidos que operan políticamente a favor de la derecha, se subió de 3 millones a 6 millones de dólares. En relación a la competencia política, de 279 mil dólares a más de 2 millones; para Buen Gobierno, de 4 millones a 13 millones. El giro de la cooperación fue fuertemente politizado; se ha priorizado la acción política respecto a resolver las necesidades de la gente.
— ¿Quiénes administran los programas de capacitación política?
— Son empresas repartidas en los nueve departamentos que administran los programas de democracia, con funcionarios gringos, con mentalidad norteamericana.
— ¿Esas empresas también se van con Usaid?
— Así es.
— Al final, los proyectos beneficiaron a sectores empobrecidos…
— No es una cooperación ingenua, inocente, altruista, ni filantrópica. Desde el principio hubo una intervención política para darle estabilidad al país, para la transición al neoliberalismo, para la venta de nuestras empresas y el saqueo de nuestros recursos naturales.
— ¿Cuándo surgen los asesores e intelectuales?
— En esa etapa se forman a los “intelectuales orgánicos” del neoliberalismo, los emplean y convierten en los grandes consultores del imperio, muy bien pagados. Diseñan proyectos para la gran transformación al Estado neoliberal.
— ¿Bien pagados?
— Casi el 70% del dinero destinado a cada proyecto se usa para el pago administrativo de la burocracia, a los consultores, a las empresas norteamericanas y ONG, y sólo el 20% o 30% le llega a la comunidad.
— ¿Amerita una investigación de esas personas?
— Las investigaciones que vamos a llevar adelante como Gobierno, respecto a los intelectuales del imperio, va a consistir en desentrañar las mentalidades, los compromisos, las formaciones ideológicas que están inmersas en cada uno de los programas de cooperación.
— ¿Ya se tiene un colchón presupuestario para reemplazar la cooperación que daba Usaid?
— No. Tenemos que saber exactamente cuánto dinero invierte Usaid en cada programa, empresa, comunidad, y bajo qué modalidades hace la administración.
— ¿Se seguirá con los mismos proyectos o se crearán nuevos?
— No, esos proyectos cerrarán su ciclo. Desde una perspectiva de lucha contra la extrema pobreza, el Gobierno, a través del Ministerio de Planificación, identificará el tipo de proyectos necesarios y concertados con las comunidades para la transferencia directa de recursos.
Perfil
Nombre: Juan Ramón Quintana Taborga
Nació: 03-12-1959
Profesión: Sociólogo
Cargo: Ministro de la Presidencia
Carrera
Fue capitán del Ejército Nacional. Actualmente se encuentra en retiro definitivo. Es licenciado en Sociología de la UMSA, La Paz. Además, cuenta con una maestría en Filosofía y Ciencias Políticas. Dirigió Ademaf y volvió, en 2012, al Órgano Ejecutivo.
‘Soy un adversario político de Usaid’
— ¿Trabajó alguna vez para algún proyecto de Usaid?
— Jamás. Esas son acusaciones de los intelectuales orgánicos del imperio. Lo primero que deberían haber hecho es certificarlo, sabiendo que soy un adversario político de Usaid y el Gobierno norteamericano.
— ¿Alguna publicación suya financiada por ese organismo?
— (Ríe). Usaid y la NED (Fundación Nacional para la Democracia, por sus siglas en inglés) no van a ser tan idiotas para publicar mis libros que cuestionan el dominio hegemónico de Estados Unidos respecto a las organizaciones de la fuerza pública en Bolivia.
— ¿Y la Escuela de las Américas?
— En el Ejército se premia a los mejores y se me envió a esa escuela a la especialidad de Infantería, no me destinaron a la escuela de Inteligencia ni Adoctrinamiento Político. Yo era oficial y cumplía órdenes. No soy idiota para que en la Escuela de las Américas me formen un criterio cuando tenía 25 o 26 años.
— ¿Cuál fue la última conversación con el embajador de EEUU Phiplip Goldberg?
— Fue cuando su actual gobierno le delegó a Thomas Shannon (Secretario de Estado adjunto para Asuntos de América) las conversaciones con Bolivia para iniciar la reelaboración del Convenio Marco, en 2009.
— ¿De qué hablaron?
— Le dije, cómo podría su país considerarse un país amigo de Bolivia cuando intentaron imponer la inmunidad diplomática para los marines, cuando se robaron misiles de las Fuerzas Armadas, cuando promovieron y financiaron el golpe cívico-prefectural en Bolivia… y él no supo responder absolutamente nada.
— ¿Se reunió con el exembajador David Greenlee?
— Me debí reunir en 2006 cuando llegamos al Gobierno, luego al acompañar al presidente Evo Morales en su reunión con el exembajador Philip Goldberg, antes de su expulsión.
— ¿Se intentó solucionar el tema antes de la expulsión?
— No había nada que solucionar. Lo que había que decidir era la expulsión de Goldberg, porque más que un embajador fue un operador político del Departamento de Estado. Ahora es el responsable de una de las agencias de seguridad más importantes de ese país. Recién nos damos cuenta de que él era un operador de Inteligencia.