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Gustavo Aliaga Palma: Diplomático sin descanso

Fue hace mucho tiempo, cuando un vehículo negro “Lincoln” pasaba lentamente por el casco urbano de la ciudad y un jovenzuelo, Gustavo Aliaga Palma, lo miraba detenidamente desde el balcón de su casa. “Averigüé y supe que era el auto en el que llegaban los diplomáticos a presentar sus cartas credenciales a los presidentes”. Desde entonces quiso convertirse en diplomático. Y, lo consiguió. Durante 27 años se convirtió en activo fijo del servicio exterior del país.

A los 22 ingresó a la Cancillería, fue parte de la segunda promoción de la Academia Diplomática, obtuvo dos maestrías en la Universidad de Belgrano (Argentina) y es candidato al Doctorado en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica del Salvador. Pero su “sobrevivencia” en la administración pública a diferentes partidos políticos fue la tarea más difícil. Trabajó en el gobierno de Guido Vildoso, siguió con Unidad Democrática y Popular (UDP), también con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Acción Democrática Nacionalista (ADN), Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y junto al presidente Jorge Quiroga.  Trabajó de manera casi continua con diez cancilleres como director del Gabinete.

Dejó la carrera pero no el oficio y, sentado en una silla de la Fundación Idea, reniega de su retiro. “El Gobierno decidió jubilar a la gente a los 58 años, cosa que es técnicamente imposible porque se calculaba que esta función iba a concluir a los 65”.

Sigue despertando a las 06.00, para esperar el sonido de la góndola de su hija. Luego se prepara para ir a sus clases. “El día que deje de levantarme a las 06.30, entonces sí voy a decir que me habré jubilado”, bromea.  Aliaga es un hombre que vive atado a múltiples actividades académicas y por eso camina siempre deprisa.

Las charlas que imparte son sobre todo de política exterior y comercio exterior. Las circunstancias lo han vuelto un especialista al hablar de puertos y relaciones internacionales. Alguna vez se quita algunos minutos de su tiempo y logra escribir textos para periódicos nacionales. Además, es un referente para explicar, de la manera más didáctica, los problemas de la política exterior.

Las clases y conferencias lo tienen sin vida hasta entrada la noche. Por eso, cuando vuelve a su casa, se acuesta antes de las 21.00. Hace unos años que vive en la vivienda que le dejó su madre, en Irpavi, en compañía de sus tres hijos y un perro Bull Terrier. “Allí duermo como un angelito”, comenta el hombre que vivió durante tres décadas en el centro paceño.

Eso sí, todos los días se roba una hora de su tiempo para ingresar a las redes sociales. Tiene cuentas en Facebook y en Twitter. Aliaga puede jactarse de tener un archivo personal completo de la historia y las  acciones de la política exterior boliviana. Tiene varias publicaciones sobre la temática del Estado.

Pero, como no todo es trabajo en su vida, el excónsul en Argentina, exviceministro de Coordinación Gubernamental y exsecretario general de la Presidencia de la República juega fútbol y tenis. “Soy bolivarista, calixtino y paceño, ésas son mis cartas credenciales en la actualidad”, habla con orgullo en aquella oficina de Idea. El tiempo de la entrevista se agota y él mira su reloj para salir disparado hacia otra reunión. Tiempo es lo que menos tiene en esta etapa de su vida.

Perfil

Nombre: Gustavo Aliaga Palma

Edad: 55 años

Ocupación: Docente universitario

Viajero

En su juventud, Gustavo Aliaga fue por primera vez a Arica. Desde entonces es uno de los sitios que más frecuenta. Él maneja su coche hasta aquella ciudad chilena y dice que se sigue emocionando con la travesía. Para vacacionar en Bolivia, va a Coroico.