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Mucho en juego entre Brasil y EEUU

Las tensiones por denuncias de espionaje de Estados Unidos a Brasil, la mayor desde 2010 cuando Brasilia intentó una mediación con Irán sobre su programa nuclear, serán superadas porque los dos tienen demasiado en juego, estiman los analistas.

“La mayor tensión fue la crisis con Irán”, dice a la AFP Rubens Barbosa, exembajador brasileño en Washington, en alusión a la tentativa de mediación sobre el controvertido programa nuclear iraní, emprendida junto a Turquía por el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), que fue rechazado por Estados Unidos y Europa.

“Esto no es una crisis, va a solucionarse. Es una divergencia que será superada (…). El espionaje existe en Francia, en Inglaterra, en China (…). Todo el mundo espía a todo el mundo”, añade.

La presidenta Dilma Rousseff, que debe realizar una visita de Estado a Washington el 23 de octubre, dijo el viernes estar “indignada” por las “gravísimas” denuncias de que Estados Unidos espió sus comunicaciones, las de varios de sus asesores y de millones de ciudadanos brasileños.

Las denuncias se basan en documentos filtrados por el exconsultor de inteligencia estadounidense Edward Snowden, asilado en Rusia, al periodista del diario británico The Guardian Glenn Greenwald, basado en Río.

Obama se reunió con Rousseff al margen de la Cumbre del G20 celebrada el jueves y viernes en San Petersburgo, Rusia, y le garantizó que se toma las denuncias “muy en serio” y le dará una respuesta antes del miércoles.

“Lo que irritó mucho a Dilma son las revelaciones de que ella era vigilada, pero si Obama entrega vía diplomática una respuesta considerada adecuada, la visita de octubre seguirá en pie”, aunque una misión técnica previa haya sido cancelada, estimó el analista político David Fleischer, de la Universidad de Brasilia. Para Lula, sin embargo, eso no alcanza y Obama debe pedir disculpas. “La respuesta estadounidense no puede ser vía diplomacia, porque el espionaje no fue vía diplomacia.

Corresponde a Obama, humildemente, pedir disculpas a la presidenta Dilma y a Brasil”, dijo Lula el jueves. “Estados Unidos no fue designado para ser el sheriff del mundo, nadie lo pidió”, afirmó. Finalmente, Rousseff  “hará como hicieron todos los países de Europa: protestaron mucho y luego acomodaron para defender sus intereses”, pronostica Barbosa.

Un documento filtrado por Snowden y difundido por la televisora Globo revela que entre los desafíos de Estados Unidos para el periodo 2014-2019 aparece el surgimiento de Brasil y Turquía en el escenario global como un “riesgo” para la “estabilidad regional”.

Brasil y México, cuyo presidente Enrique Peña Nieto también habría sido espiado antes de asumir, aparecen también en un grupo de países junto a Egipto, India, Irán y Turquía, que la diplomacia estadounidense no sabe si colocar en la categoría “amigo, enemigo o problema”.

Brasil, que aspira a un puesto permanente en un Consejo de Seguridad de la ONU reformado, se ha erigido como líder regional, aprovechando una tendencia cada vez más fuerte en América Latina hacia la autonomía de Estados Unidos, que por su parte se ha desinteresado de la región.

Brasil impulsó la creación de organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que dejan fuera a Washington.

Brasil y Estados Unidos mantuvieron relaciones más bien cordiales pero algo distantes durante el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010, del Partido de los Trabajadores, izquierda), que nunca fue invitado a una visita de Estado por Washington.

El gobierno de Rousseff, del mismo partido que Lula, se ha mostrado como menos ideológico y más pragmático que el de su predecesor.
Brasil y Estados Unidos “son dos países grandes con mucho para ganar” de una buena relación bilateral, desde el punto de vista comercial, de inversiones y tecnológico, dice Barbosa, que estima que la visita de Estado tendrá lugar. Estados Unidos es el segundo socio comercial de Brasil, después de China, que le desplazó en 2010.

Según Christian Lohbauer, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Sao Paulo (USP), Rousseff está “sobredimensionando” el espionaje para ganar apoyo político tras la pérdida de popularidad que sufrió durante las masivas protestas callejeras de junio en contra de la corrupción y por mejores servicios públicos, y en previsión de las elecciones presidenciales de octubre de 2014.

“Los estadounidenses erraron. Punto”, dice. No obstante, Rousseff “exagera un poco” ya que “con toda franqueza, no hay nada para espiar en Brasil” y por eso “el país no
tiene un control de sus comunicaciones”, afirma.“No es un tema como para romper relaciones diplomáticos, (Rousseff) lo usa para ganar popularidad y cohesión interna”, señala el analista.