Icono del sitio La Razón

La radicalidad fragmentó a las élites cruceñas

De 2005 a este año las oposiciones políticas al Movimiento Al Socialismo (MAS) sufrieron una fragmentación progresiva en un escenario que no sólo era difícil debido a la hegemonía del partido de gobierno, sino también por las contradicciones internas. Estos grupos de resistencia al llamado proceso de cambio tuvieron como bastión al departamento de Santa Cruz. Una vez que esas élites regionales entraron en pugna por diferencias en la radicalidad de los métodos de oposición que debían usarse, el MAS fue penetrando en el departamento y los contrarios al Gobierno se encontraron con un escenario complejo. Más aún, si se considera, en el plano simbólico, que Evo Morales haya gobernado desde la capital de este departamento durante siete días la semana pasada y haya inaugurado la Expocruz, junto a empresarios y políticos que si antes despotricaban contra el oficialismo, ahora sonreían.

El proceso de fragmentación comienza en 2005, cuando las élites del país se agruparon coyunturalmente en torno al proyecto electoral liderado por Jorge Quiroga, bajo la desaparecida sigla de Poder Democrático y Social (Podemos).

En las elecciones presidenciales les fue como en la guerra, sin embargo, en las departamentales podían aún preciarse de tener la supremacía al obtener las prefecturas de Beni, Pando, Cochabamba, La Paz, Tarija, Sucre y Santa Cruz. Estos departamentos, excluyendo a La Paz, formaron la “media luna” que institucionalmente luego tuvo el nombre de Consejo Nacional Democrático (Conalde).

De 2006 a 2010 en esa oposición prevaleció el método de la violencia primero puesto en ejercicio en Sucre, en el cerco a la Asamblea Constituyente. Luego, en la matanza del Porvenir y la toma de instituciones en Santa Cruz, ambos hechos ocurridos en septiembre de 2008. Este camino tomado culminó con el asalto policial al hotel las Américas el 16 de abril de 2009, cuando fue aniquilado un grupo de personas extranjeras y bolivianas acusadas de planes desestabilizadores. Por este caso huyó de Bolivia el expresidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz Branko Marinkovic, el exadenista Guido Nayar, entre otros.

Para la analista Helena Argirakis, ésa fue la causa de la fractura de las élites cruceñas, es decir, las diferencias entre quienes estaban a favor de los métodos confrontacionales y una derecha de tendencia menos radical. Los representantes de ambas inclinaciones compartieron “el escenario” el día del llamado “cabildo del millón” en 2006 antes del desencuentro. En 2008 —relata la analista— los moderados se pelearon con los radicales, “y fueron éstos quienes dieron la orden de la toma de instituciones”.

Interpretando lo que señala, se puede inferir que los líderes que se quedaron en el país (Rubén Costas, Germán Antelo, Percy Fernández —a quien sectores de las élites cruceñas acusan de ser un aliado del MAS— y Óscar Ortiz, entre los visibles) responden a la tendencia moderada.

La pugna entre radicales y moderados se puede evidenciar en repetidas acusaciones que hace Nayar contra el gobernador Costas al señalarlo como un “traidor de las autonomías”. Costas siempre parece incómodo ante este tipo de acusaciones, no así Fernández, el curtido alcalde cruceño que, si bien a veces pierde el control y “pela el cable”, siempre supo caer parado. Él niega con tranquilidad las constantes “acusaciones” de ser un aliado del MAS.

Argirakis recuerda que Costas señaló que los mayores opositores a su candidatura presidencial son de esa ala radical.

El senador Antelo, por su parte, critica la vía confrontacional que se operó en el tiempo de la toma de instituciones. Cuando se le pregunta quién va ganando la pulseta entre la élite cruceña y el MAS contesta: “Hay que tener una visión de conjunto. Siempre me he opuesto a visiones que intenten imponerse unas a otras. Cuando Morales fue electo en 2005 lo invité para juntar agendas. Eso sigue vigente, hay que hacer una agenda para todo el país”. Claro, ratifica su posición contestataria al proyecto del MAS.

Tampoco existe una unidad incondicional entre los líderes de la élite cruceña que quedaron en el país, si bien concuerdan en su oposición al Gobierno. Así, Antelo varias veces cuestionó a Costas por el casi “estancamiento del proceso autonómico” departamental. Asimismo, en vez de sumarse aquél al proyecto presidencia de Costas hace un par de semanas prefirió unirse al Frente Amplio con Samuel Doria Medina y Loyola Guzmán. El último desencuentro fue en los actos del 24 de septiembre, en los que el senador recriminó duramente a Costas el que se hayan olvidado del himno a Santa Cruz.

La otra organización es la del líder autonomista Juan Carlos Urenda. La relación entre éste y el Gobernador nunca se pudo recomponer después de enfrentarse electoralmente en 2010 y hacer ambos campañas uno en contra del otro. “Ahora siguen presentes los dos grupos —relata Argirakis—, los que se autodenominan pragmáticos por acercarse al Gobierno y los supuestos principistas”, lo que “devela lo dicho sobre Costas” es que “ha sido tal la hegemonía del MAS que las pugnas internas de la élite se han reducido a lo regional”, donde “se disputan el campo político de lo municipal y lo departamental, pues no pueden aspirar a lo nacional”.

De los líderes visibles, sólo Ortiz no ha roto con Costas; es más, parecen estar más unidos que nunca, pues el expresidente de la Cámara de Senadores no tuvo inconveniente en prestar a la autoridad departamental su sigla nacional para que se conforme la organización política de los “demócratas”.

¿Hasta qué punto puede socavarse la representación regional o al final recomponerse? El tiempo lo dirá, aunque, por ahora, el MAS va ganando terreno en Santa Cruz.