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Una Torre Rosada de Babel con cuatro pisos

El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) ha quedado más “partido” que Rocky, después de octubre de 2003. Por un lado están los que todavía defienden a su big boss, a su “jefazo” (ojo, no es el que también se hace llamar así por aquí, sino el de más, más allá): son los denominados “incondicionales” (como el clásico de Luis Miguel). Aparte figuran aquéllos que no quieren hablar nada, ni una pizca de lo ocurrido en la última gestión emenerrista: son los llamados “mudos” (que son así porque no quieren problemas con el big boss). Por otra parte están los “rosados” que prefieren esconderse o desaparecieron del mapa: son los bautizados como “fantasmas”. Y otro grupo lo conforman los que están dispuestos a ventilar los trapos sucios del gonismo: los que son conocidos como “Pilatos” o “traidores”. 

“¿Es posible pensar en la resurrección del MNR ante esta Torre Rosada de Babel? Para mí, el apocalipsis de octubre de 2003 arrasó con su partido”, le comento a una fuente emenerrista en un café de Sopocachi. “Gonzalo Sánchez de Lozada cree que los incondicionales, los mudos y los fantasmas pueden conseguir que el partido resurja de sus cenizas. Donde hubo fuego, cenizas quedan. Donde hubo victorias electorales, votantes quedan. Y los Pilatos tienen que pagar”, me responde. Esto me hace recuerdo a lo que me aseveró otra fuente emenerrista hace tres semanas. “Estamos partidos, Goni nos dividió entre los que lo quieren y los que no, entre los incondicionales y los traidores; por eso, si el MNR renace, será con los que lo quieren”.

Las fuentes coinciden en que lo peor que le pasó al MNR es que Goni buscó ser la personificación viva contemporánea de su partido, y lo logró; por ello, cuando cayó, se derrumbó también esta tienda política y no hay forma de reanimarla mientras su imagen esté unida a la del expresidente. “Goni quería ser incluso más importante que Víctor Paz Estenssoro, algo muy difícil; decía ‘yo soy el MNR y el MNR soy yo’; por eso incluso nos planteamos cambiar la sigla o aumentarle algo, como en su tiempo pasó con el MNR-I (Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda) o el Partido Revolucionario Auténtico de Wálter Guevara”, dice una de las fuentes. “Si logramos resucitar, seguro que formaremos otro grupo de emenerristas: los highlanders o ‘inmortales’; es difícil, pero en Bolivia nada es imposible en política”, señala la otra fuente.