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Carlos Romero: El área de cultivo de coca no es para negociación política

Entre este lunes y martes, el Gobierno finalmente presentará el estudio (al menos cuatro libros) sobre el mercado de la hoja de coca. Sea cual fuere el volumen de coca que requiere el mercado lícito, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, se adelanta   al debate precisando —advirtiendo casi— que la determinación de la superficie de cultivo de la hoja sagrada (uno de los resultados del estudio) esencialmente debe ser un tema técnico, no es una cuestión que se la deba librar a cualquier negociación  o definición política.   

— ¿No ve un giro en eso de que EEUU apueste a la nacionalización de la lucha contra la droga?

— Es una declaración sorprendente (de Larry Memmott, en Animal Político de la semana pasada), en sentido de que admite avances en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, aún no podemos considerarla una señal suficientemente categórica como para pensar que se trata de una valoración compartida por el conjunto del Gobierno norteamericano. Yo prefiero mantener cautela.

— “Kausachun (viva la) piña”. Para algunos es el “triunfo” del antiguo desarrollo alternativo…

— Obedece a un contexto distinto.  El desarrollo alternativo fueron algunos proyectos aislados que no tenían sostenibilidad, porque no teníamos un Estado que intervenga en la conducción de la economía; ahora tenemos un Estado que ha modificado su rol. No es intervencionista, pero sí uno conductor de la economía. Un Estado que activa mecanismos de ecualización, equidad, apoyo en servicios financieros, infraestructura; regula mercados, fortalece sistemas económicos. En estas condiciones tiene sentido abrigar expectativas relativas a un desarrollo integral, antes que plantear alternativas coyunturales frente a la producción de coca.

— También está cambiando la visión del tema coca-cocaína.

— Han cambiado muchas definiciones. Esto del desarrollo alternativo por el desarrollo integral. Está también la resignificación y revalorización de la hoja de coca. Antes, la coca estaba penalizada, satanizada, y eso fue parte no sólo de las políticas nacionales, sino de las internacionales. La reserva introducida en la Convención de 1961 representa no sólo un triunfo de nuestra política exterior, sino también una concreción tangible de la revolución cultural, porque se está revalorizando la hoja de coca como un elemento, como señala la Constitución, de cohesionamiento social y de práctica cultural ancestral. La coca tiene que ser entendida  no sólo como un producto cultural, sino también como un factor de demasiada incidencia en el nucleamiento de varios procesos sociales. En ese sentido, la revalorización de la coca en la comunidad internacional, y que en Bolivia haya habido una reducción neta de cultivos, hizo que nos ubiquemos en el tercer lugar en producción de coca en la región. Estábamos en el segundo, hace algunos años, por encima de Perú, en la superficie de cultivos de coca; y ahora estamos muy por debajo de Colombia y Perú. Con relación a la producción total de coca en la región, Bolivia no representa ni el 18%. Y, según certificación de las Naciones Unidas, entre 2011 y 2012 se ha reducido de 31.000 a 25.200 hectáreas, una tasa promedio de reducción neta de 3.000 hectáreas cada año.

— Por esto mismo, el estudio del mercado de la coca no sólo es eso, una tema de mercado…

— Evidentemente, no es sólo un tema de mercado. La Ley 1008 no fue respaldada  técnicamente de modo suficiente y categórico; contempla una serie de contradicciones. Eso muestra que no había todavía los sustentos técnicos suficientes y, sin embargo, desde ese momento se redujo la discusión a un problema de mercado simplemente; una discusión sobre cuál es la cantidad de coca necesaria; y es un problema que no ha podido ser respondido en los últimos años con mucha claridad porque la información misma es muy ambigua: primero, no tenemos una información exacta de la cantidad de coca que pueda ingresar desde Perú. Hace un tiempo era imposible pensar que podía ingresar coca del Perú, sin embargo, los últimos operativos han mostrado que hay trasiego de coca también desde el Perú; en segundo lugar, no hay elementos suficientes como para definir los rendimientos que pueda tener  la coca peruana, boliviana o colombiana dirigida al narcotráfico; en tercer lugar, Colombia y Perú no son países caracterizados precisamente por una cultura ancestral ligada al consumo y uso de la hoja de coca, a diferencia de Bolivia. En el país, lógicamente que el tratamiento tiene que ser cualitativamente distinto.

— Hay la idea de que la superficie lícita de cultivos sea variable.  

— Lo que más o menos podemos convenir (algún límite) es aquel volumen que se requiere para el consumo tradicional; luego, otras proyecciones que tenga potencialmente la industrialización seguro que obedecerá también a una evolución que se dé en el tiempo, como es natural. Como sucede  con todos los productos: hace un tiempo la quinua no era un producto apetecible en la clase media, mucho menos en los estratos sociales de clase alta, como varias veces nos lo recuerda el presidente Evo Morales, y ahora resulta que tiene un mercado impresionante a escala mundial.

— La cifra. ¿No hay un estimado de la superficie necesaria? Dirigentes, como Fidel Surco, hablan de que lo real necesario es más o menos 20.000 hectáreas?

— Yo respeto lo que puedan señalar algunos líderes, pero (éste) no es un tema de negociación política ni de definición política; es un tema que básicamente tiene que tener componentes técnicos, que (éstos) sean los elementos primordiales a considerar, antes de tomar una decisión acerca de la superficie necesaria para la producción tradicional. Entonces, lanzar cifras sin mayor sustento, simplemente pensando en una relación equitativa entre los Yungas y el Chapare, me parece apresurado. Debemos esperar el estudio, que no lo ha hecho el Gobierno; el estudio ha sido contratado a un grupo multidisciplinario de profesionales. Esa investigación nos presentará una serie de variables e indicadores objetivos para permitir proyectar un volumen de consumo tradicional en Bolivia.

— Hay un razonamiento: si se producen 45.000 toneladas y de eso, el 59% no va al mercado legal, éste es el parámetro de la reducción, más de la mitad.

— Son todavía referencias. Noso-tros vamos a presentar el estudio muy pronto. Ya ha sido entregado por los consultores a fines de octubre, y hemos pedido que un equipo técnico del ministerio haga una valoración de consistencia técnica, y también se ha hecho un intercambio con la gente del INE (Instituto Nacional de Estadística) para verificar la aplicación de las variables y las metodologías, para ver la coherencia del universo tomado. Es voluntad del Gobierno nacional presentar el informe esta semana…

— ¿El estudio es sólo de volumen?

— El estudio básicamente es de definición de los universos y estratos de consumo, de donde se puede obviamente proyectar una superficie; es un estudio de volumen, pero es un estudio que nos va a dar elementos técnicos para una posterior toma de decisiones respecto    a la superficie.  

— Ahora, siendo un diagnóstico, no siempre tiene que ser lo último o definitivo. 

— Claro, como todo estudio es un dictamen técnico calificado, confiable; importante, sin embargo, para nosotros.

— El Encargado  de Negocios de la Embajada de EEUU dijo que el problema ahora es Bolivia como país de tránsito.  

— Ésa es una dificultad mayor que la producción de cocaína en Bolivia, el trasiego de droga, porque tenemos más de 7.000 kilómetros de frontera. Que EEUU por decisiones políticas haya ido restringiendo su participación en la lucha contra el narcotráfico, siendo que su colaboración esencialmente era de apoyo tecnológico, nos obliga a buscar otras alternativas de potenciamiento tecnológico. De una participación de 2 millones de dólares en la lucha contra las drogas en 2008, hemos pasado a 36 millones de dólares en 2013. Estamos haciendo esfuerzos con Brasil, Perú, EEUU, la Unión Europea, Ecuador, Colombia.

Perfil

Nombre: Carlos Gustavo Romero Bonifaz

Nació: 23-08-66

Profesión: Abogado

Cargo: Ministro de Gobierno

Carrera

Asambleísta Constituyente de Santa Cruz por el Movimiento Al Socialismo (MAS). Entre 1995 y 2000 fue responsable del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social  (CEJIS-  Trinidad). Antes de ser ministro de Gobierno, lo fue  de Desarrollo Rural, de Autonomías y de la Presidencia.  

Embajadores Bolivia-EEUU, lo principal es la señal política

— ¿En qué anda finalmente el acuerdo marco con EEUU?

— El momento en que se proyectó el acuerdo marco se había logrado un buen nivel de acercamiento entre ambos países; sin embargo, como que el acuerdo ha quedado como una formulación declarativa, abstraída luego de una serie de dinámicas sociales posteriores, que no han permitido efectivizarlo; si bien hay buenas intenciones en el documento, éstas luego no se han plasmado en acciones objetivas y materiales de definiciones políticas para ponerlas en marcha.

— Un hecho que marcaría la diferencia en este momento sería algún avance en el intercambio de embajadores.

— Lo malo es que ellos parten de la definición de un perfil de embajadores que se han designado, en el caso de Bolivia, con una trayectoria anterior de mucha confrontación, de mucha injerencia; ése fue el caso de (Manuel) Rocha, que se atrevió hasta a tratar de direccionar la votación del pueblo boliviano. Entonces, lograr encaminar el intercambio de embajadores pasa por definir el perfil de una persona que sea mucho más dúctil para entender la naturaleza de las transformaciones sociales que se viven en los países de la región, y particularmente en Bolivia. El país ha logrado recuperar su soberanía económica, consiguientemente, tiene todas las posibilidades de tomar sus propias definiciones políticas. De tal modo que (lo de los embajadores) no es un tema que esté solamente en la cancha de Bolivia, sino que debe responder también a una definición del país del norte.

— O sea, ¿ellos no han propuesto, digamos, lo óptimo para Bolivia?

— Sí, correcto. Las propuestas de designación de embajadores deberían implicar también señales políticas muy contundentes. Y eso, yo siento que todavía es muy débil.  

— Usaid. EEUU afirma que el Gobierno no ha presentado ni un solo caso concreto de injerencia.

— La cooperación siempre es bienvenida, provenga de donde venga; pero esa cooperación no debe estar dirigida al ámbito político, porque cuando hace esto es distorsionante. Si es una cooperación que se dirige a fortalecer capacidades técnico productivas, es bienvenida. Usaid ha intervenido en muchos emprendimientos productivos, pero también ha intervenido en varios mecanismos institucionales relativos a política interna del país.