El Punto sobre la i
La reciente irrupción de la Embajada de México en Ecuador, por parte de un grupo de policías locales, motivó la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Es el episodio más reciente en una serie de incidentes entre diferentes países de la región, Previamente se dio el intercambio de declaraciones entre los presidentes de Argentina, Javier Milei, y su par de Colombia, Gustavo Petro. No pasa desapercibida tampoco la presencia en diversos países sudamericanos de la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson.
Con todo, esta continua escalada de palabras y acciones se da en un momento de altísima tensión en el mundo. Las guerras en Europa del Este y Oriente Medio no hacen sino continuar calentándose, incluyendo el ataque lanzado ayer sábado por Irán contra Israel, en respuesta al ataque que sufrió su legación diplomática en Damasco, Siria.
Para entender el fondo y el trasfondo de lo que viene ocurriendo en la región, entendiendo estos altercados como síntomas de procesos mas complejos, conversamos con el sociólogo y diputado supraestatal, Adolfo Mendoza Leigue; también con el doctor en economía y director ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag). A continuación, les presentamos los diálogos sostenidos.
ALFREDO SERRANO
¿Cuál es su punto de vista sobre lo ocurrido en la Embajada de México en Ecuador, cuando se aprehendió a Jorge Glas, exvicepresidente de ese país?
Se trata de un hecho de una gravedad inusitada en materia de relaciones internacionales. Es un conflicto geopolítico con unos rasgos más propios de una guerra. Es decir, estaríamos frente a un episodio bélico porque es la violación del derecho internacional, es la entrada con policías, con fuerzas de seguridad, en el territorio de una embajada extranjera de otro país. Es con premeditación y alevosía, porque no es fruto de una situación puntual en la cual se reacciona frente a algo, sino que estaba planificado, a sabiendas de las consecuencias. Creo que abre un momento de alta tensión entre dos países y en la región latinoamericana. Muestra un poco cómo empieza a haber una normalización y naturalización en la comunidad internacional sobre este tipo de episodios, donde no se respeta el derecho internacional y las reglas pacíficas de convivencia en el mundo.
La violencia, la guerra, empieza a ser una constante y, además de todo eso, habría que añadirle la responsabilidad que tiene un presidente como Daniel Noboa, un gobierno como el ecuatoriano, en llevar a cabo este tipo de actos bélicos, donde por un lado no hay el más mínimo respeto a la ética, pero por otro lado tampoco tiene ningún sentido pragmático. ¿Por qué está rompiendo relaciones con un país con las que tiene un importante intercambio económico, comercial, inclusive con una variable relevante como es el tema de los migrantes? Por lo tanto, pareciera muy irresponsable, además de la falta de ética, del señor Noboa en este tipo de acciones. Dejo una hipótesis en el aire y es que a veces pareciera que algunos presidentes creen que se puede gobernar sólo con la misma responsabilidad que se le exige para hacer un vídeo en una campaña electoral a través del TikTok. Dicho de otro modo, existe cada vez más una disociación entre candidatos y gobernantes. Creen que pueden ser presidentes o gobernantes con facultades que le permitieron ganar una elección, pero que demuestran ineptitud, incapacidad, a la hora de gestionar un país y en este caso en materia de relaciones internacionales.
¿Cómo se entiende esta serie de incidentes y altercados que vienen calentando el ambiente político en la región?
Estamos ante un clásico de un nuevo intento, uno más, no será el primero y desgraciadamente no será el último, de dividir, de atomizar, de fragmentar, de separar al máximo las relaciones entre los países en América Latina que tienen diferencias ideológicas. Hubo momentos en la reciente historia latinoamericana donde, a pesar de las discrepancias ideológicas y políticas, podían convivir en instancias como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) diferentes gobiernos que representan a diferentes países y pueblos. Creo que estamos asistiendo en este momento a un capítulo más de la historia donde pareciera que desde la política exterior estadounidense pretenden llevar a cabo una gran división, una fragmentación y una grieta entre los países latinoamericanos en función de lo que piensen. Para esto, están usando a los gobiernos de derecha en la región para impulsar esta ruptura, esta fractura, como la venía encabezando el señor Javier Milei, abriendo conflicto con los tres países probablemente con mayor volumen de Producto Interno Bruto (PIB) per cápita y de PIB en la región. Hablamos de México, Colombia y Brasil, donde Milei prácticamente ha abierto conflictos exteriores con ellos. Este caso de Ecuador se une a esta tendencia. Esta secuencia es sumamente contraproducente para tener un bloque relativamente unido, lo cual no significa que tengan que estar pensando de la misma manera, pero pareciera que hay otro impulso por parte de la política exterior estadounidense para fomentar estas fracturas.
¿Cómo afectan los conflictos en Europa del Este y Oriente Medio a América Latina y en específico a Sudamérica?
Todo afecta a todo, siempre y el mundo está interconectado, altamente globalizado. Cada cosa que ocurre en cualquier lugar del planeta, afecta. Estamos viviendo un momento otra vez de alta densidad bélica, con muchos focos de guerra y con una gran pasividad de toda la arquitectura de organismos internacionales. Si bien lo máximo que hacen es poder condenar, en el mejor de los casos, no logran tener instrumentos efectivos para que no continúen estos procesos tan de guerras. El mejor ejemplo es lo poco o nada que se está haciendo frente al genocidio del gobierno de Israel contra el pueblo palestino con más de 33 mil muertos en estos seis meses y con un conjunto de cifras que aterra incluso decirlas. Esto es relevante para América Latina porque esta ola de conflictos bélicos a nivel global puede llegar a contaminar a la región latinoamericana y empiezan a notarse algunos brotes como son las formas de hacer política exterior del gobierno de Argentina, con Milei a la cabeza, con un lenguaje hostil y el caso reciente de la invasión de la embajada mexicana en Ecuador.
¿Cuál es su perspectiva sobre la situación actual del mundo y qué se puede atisbar en el horizonte?
Yo diría que estamos en un momento donde la unipolaridad desapareció y estamos ante un mundo multipolar, pero con algunos fuertes síntomas de una suerte de darwinismo geopolítico, si se permite el término. Se trataría de un sálvese quien pueda, a nivel país Una individualización de las relaciones exteriores que incluso llegan a fragmentar aún más la idea de los bloques. Es decir, están hoy en día en disputa conviviendo estos dos modelos; la multipolaridad, que existe y hay bloques que están consolidados y participan como tal a nivel comercial, financiero, a nivel de relaciones institucionales, como bloques sólidos.
También se percibe y advierte que hay muchos países que están, de alguna manera, haciendo su vida en las relaciones exteriores de manera individual y de ahí se explica la dificultad incluso que hay a nivel mundial de que existan acuerdos bloque a bloque. Un buen ejemplo es lo que ocurre en la relación entre Mercosur y la Unión Europea, que no logran ponerse de acuerdo precisamente porque los países al interior de Mercosur y los países al interior de la Unión Europea, por fuertes asimetrías entre ellos, están poniendo sobre la mesa relaciones más individuales que por bloque. Esto ya vino ocurriendo hace años en la región latinoamericana, de ahí la poca importancia que hoy en día tienen diversos intentos, desde la Comunidad Andina de Naciones hasta otros más recientes que no logran proliferar, justamente porque, creo, que estamos en este momento de disputa de paradigmas de política exterior.
ADOLFO MENDOZA
¿Cuál es su perspectiva sobre lo ocurrido en la Embajada de México en Ecuador?
En términos formales, ya lo han dicho la mayoría de los países que de manera contundente han condenado el asalto a la embajada mexicana en Quito. No solamente es una ofensa, sino que es contrario a el derecho internacional, a la inviolabilidad del asilo y a la soberanía, en este caso de México, entre otros componentes. Esto es algo no solamente inédito, sino que también va a tener consecuencias probablemente muy complicadas para Ecuador, porque en América ha generado genera una censura conjunta. Mucho más cuando México ha anunciado la presentación de un recurso ante La Haya, lo cual puede derivar en sanciones adicionales para Ecuador.
Si bien esto ocurre en el concierto internacional, surge la pregunta sobre qué es lo que animó a Daniel Noboa para semejante actuación. La respuesta está en la consulta popular y el referéndum del 21 de abril de este año en Ecuador. ¿Qué es lo que propone Noboa en esta consulta? Primero, modificar la Constitución para otorgar mayores competencias al Ejecutivo y adicionalmente permitirle negociar otro tipo de asuntos del Estado ecuatoriano a nivel internacional, con la clara intención de desmontar lo construido en la médula de la propia Constitución Política del Estado de Ecuador. Es decir, ganar en el referéndum implicaría un serio retroceso a los avances establecidos en la Constitución del Estado ecuatoriano. Pero además están las preguntas de la consulta popular y las preguntas de la misma tienen una tonalidad policial. Generan una mayor atribución al presidente, generan atribuciones a las Fuerzas Armadas, a las fuerzas represivas del Estado.
Generan una lógica de penalización brutal y generan lo que yo llamo un Estado policiaco, un Estado gendarme. Esto es mucho más grave que lo que está haciendo Nayib Bukele en El Salvador, donde se generó políticas de acción en temas de seguridad ciudadana al margen de la propia Constitución de El Salvador, avasallando competencias de los otros Órganos del Estado, pero nunca animándose a poner esto en firme, como una especie de plan de gobierno. En el caso de Noboa está la intención no solamente de asumir atribuciones de Estado policiaco, sino dejar las bases sentadas para que esto continúe después de su presidencia. Entonces, detrás de todo esto están esos elementos en el caso de Ecuador. Nada más que parece ser una tendencia que se opera a nivel latinoamericano, caribeño y a nivel global.
Prestándome el concepto de René Zavaleta construido en torno a democracia, pero resignificándolo, podríamos decir que vivimos en un movimiento general de la época, muy parecido a ese movimiento general de la época que se dio en el proceso de independencia, hace más de 200 años.
¿Por qué razón se puede comparar ambas épocas?
Porque está en juego el tipo de Estado, ya no solamente la forma de gobierno. En proceso de independencia se estableció el paso del Estado colonial al Estado republicano, republicano colonial. Ahora ha entrado en crisis el propio estado republicano, hace bastante tiempo, junto con otras crisis en el mundo entero. La caída de la Unión Soviética, del muro de Berlín, la crisis de los estados de bienestar en Europa, la reaparición de guerras civiles e insurrecciones en África y finalmente la crisis de los Estados nacionalistas, que eran el par, digamos así, del Estado de bienestar europeo en América Latina. En el caso de Bolivia, la crisis del Estado del 52, en el caso de México, la crisis del Estado que nació de la Revolución Mexicana, etcétera. Entonces, es un largo periodo de crisis y de tránsito, como lo fue en el proceso de independencia que duró varias décadas. Imaginemos en ese momento, desde 1760 aproximadamente hasta 1820, incluso 1840, cuando cae la Federación de Estados Centroamericanos. Estamos hablando de unos 80 años de transición de un tipo de Estado a otro.
La transición en este nuevo movimiento general de la época se está dando desde fines de los 80, para ponerlo en el escenario de los acontecimientos de ese entonces, y todavía no se ha cerrado ni se va a cerrar rápidamente. Estimo que va a pasar al menos una década y un poco más para que se cierre esta transición de un tipo de Estado a otro. Ese otro tipo de Estado no se sabe cómo se denominará, pero tiene en el centro de atención ya no el modelo que los Estados nación, sino el reconocimiento de la heterogeneidad de las naciones, de la pluralidad de las naciones. Es por tanto un momento en el que se están construyendo los pilares de lo nacional heterogéneo, o, para ponerlo en clave boliviana, de lo nacional plural o lo plurinacional. Pero este nuevo tipo de Estado que todavía está en construcción requiere encontrar sus formas.
¿Cómo se viene definiendo esto?
Así como en Ecuador, en Argentina, en México, en Bolivia, hubo varios proyectos de nación en el momento de la independencia y triunfó uno de esos proyectos de nación, lo que está en juego también aquí es cuál de esos proyectos de nación plural triunfa. Y eso se verifica a partir de la forma de Estado que se vaya a asumir. En ese campo, creo que lo que se esconde en lo que está sucediendo en Ecuador, en El Salvador, en Argentina, en Perú, a su modo en Chile, por el rechazo de las dos propuestas de reforma constitucional, también en Ucrania, Marruecos, Palestina, en Oriente Medio, en todo el mundo, es cuáles de las formas de Estado predominan en esta nueva caracterización de lo nacional heterogéneo.
Recuerdo que en algún momento Homi Bhabha decía que estaba muy de acuerdo con Benedict Anderson, cuando decía que las naciones son comunidades imaginadas, y él decía, está bien, son comunidades imaginadas, pero, ¿imaginadas por quién? Entonces, aquí está el juego de estas formas de estado que pugnan para repensar la idea de lo nacional plural. Una de esas formas es el Estado gendarme. Otra de esas formas es una especie de visión reciclada del Estado de bienestar, a nivel mundial, no solamente en Latinoamérica. Otra, es la pretensión de una forma de Estado en clave heterogénea, específica. Son las tres formas de Estado que se están jugando.
¿Cómo afecta esto a la calidad de la democracia?
La forma del Estado gendarme implica mucho más que la óptica neoliberal clásica de achicar el Estado. Implica reducirlo a su carga coercitiva, incluyendo a la ley. En todo lo que se habla de la judicialización de la política, en realidad es darle una carga coercitiva a la definición de la ley. Por tanto, no existe desde el punto de vista ya solamente el Estado webberiano como el monopolio de la violencia justa, a partir de policía y las fuerzas armadas, sino fundamentalmente a partir de la ley. Pero es incluso acotar mucho más la óptica neoliberal. El Estado gendarme es un Estado policiaco.
En ese orden de cosas es que se puede entender varios de los otros temas en juego y que aparentemente están dispersos, pero tienen una lógica común. Por ejemplo, Bukele ha reducido la cantidad de municipios y arremetió contra el Legislativo para reducir escaños. Noboa está intentando ya no reducir los escaños, pero acortar los alcances de las competencias legislativas. Lo mismo hace Milei con el plan que intentó aprobar. Y lo mismo, no es casual, se están planteando algunos sectores de la oposición en Bolivia para eliminar escaños de los senadores, para eliminar a los diputados plurinominales, etcétera. Es decir, para limitar el alcance, por un lado, de los cuerpos legislativos, que son el principal Órgano de los Estados y para generar una acción de domesticación interna de las democracias.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político