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Construyendo la unidad democrática

En las elecciones generales de octubre de este año está en juego el destino de Bolivia: o se impone el prorroguismo de Evo Morales, consolidándose un régimen despótico que más temprano que tarde llevará al país al descalabro económico que ya vive la Venezuela chavista; o se produce un cambio de gobierno que reencauce al país por la senda de la democracia, la estabilidad económica, la unidad nacional y el desarrollo con equidad y justicia. Ésta es la encrucijada en que se encuentra el país. Los bolivianos decidiremos con nuestro voto qué rumbo queremos seguir durante la próxima década.

La posibilidad de frenar el continuismo antidemocrático del Movimiento Al Socialismo (MAS) y de marcar un nuevo rumbo está abierta y es un objetivo perfectamente alcanzable. Lo que se requiere para ello es articular un proyecto de unidad  democrática en el que converjan todas las fuerzas opositoras al régimen. Tal como lo han hecho los demócratas venezolanos que ahora tienen a Nicolás Maduro contra las cuerdas.    

Como lo indican varias encuestas, una candidatura opositora única tiene más chance de enfrentar con éxito a la candidatura oficialista, forzando una segunda vuelta, y consiguiendo una importante fuerza parlamentaria. Dos o más candidaturas de la oposición fragmentan el voto anti-evista y debilitan el efecto de polarización electoral. De ahí que cada vez más ciudadanos se pronuncien a favor de que la oposición se una.

El sentido común recoge, además, la experiencia concreta de las victorias opositoras logradas en los años recientes en Sucre y Beni, así como en la elección de los órganos judiciales. En estos eventos, la fuerza de la unidad fue capaz de derrotar a la maquinaria electoral del MAS e impidió además que el fraude torciera los resultados de las urnas.   

El Frente Amplio. Unidad Nacional, el partido que lidera Samuel Doria Medina, ha recogido el sentimiento de unión que anida en el pueblo boliviano y ha sido capaz de convertir este sentir en una estrategia política expresada en la consigna: “el camino es la unidad”. Levantada esta bandera, nuestro partido ha desplegado una verdadera cruzada unitaria a lo largo y ancho del territorio nacional, convocando a organizaciones políticas, sociales, cívicas, laborales, empresariales, profesionales, mujeres, jóvenes, indígenas, intelectuales y otros sectores a sumarse a este gran proyecto de unidad democrática del pueblo boliviano.

Estos esfuerzos han cristalizado en la formación del Frente Amplio, que aglutina a varios partidos, organizaciones sociales, agrupaciones ciudadanas, intelectuales y personalidades independientes, con una vocación de pluralismo y amplia inclusión democrática. Sin duda, el Frente Amplio se perfila como la principal expresión unitaria del campo opositor y de las fuerzas democráticas del país.

Esta misma semana ha dado inicio a un proceso de consulta democrática para la nominación de su candidato presidencial, un proceso que está abierto a la participación de los ciudadanos y que marcará un hito en la política boliviana: será la primera vez que una coalición de organizaciones políticas toma la decisión de elegir a su candidato presidencial, no a través de la tradicional negociación cupular o de la imposición a dedo del caudillo de turno, sino por medio de una consulta a la gente precedida de un debate democrático en el que varios actores compiten con sus propias ideas y programas y se someten, finalmente, al veredicto de la opinión pública.

La unidad convoca también al MDS (Movimiento Demócrata Social) y el MSM (Movimiento Sin Miedo) —Rubén Costas, Juan Del Granado o Luis Revilla—. No obstante su indudable importancia, Unidad Nacional tiene claro que el proyecto unitario trasciende al Frente Amplio. Es así que nuestro partido no ha cejado ni cejará en sus esfuerzos por seguir aglutinando a otros grupos políticos y también en crear otros espacios de articulación y unificación con sectores de la oposición que aún se resisten a ser parte de un proyecto de unidad democrática del pueblo boliviano.    

Somos respetuosos de las opciones que otros partidos asumen de acuerdo con sus propias visiones e intereses políticos. Comprendemos también que el camino de la unidad está plagado de dificultades y tropiezos y que, por lo mismo, es un proceso que toma tiempo. Se requiere que ciertas condiciones maduren y los obstáculos subsistentes se allanen. Confiamos en que ello habrá de ocurrir más temprano que tarde.

También entendemos que otros partidos y líderes decidan ensayar sus propias fórmulas de unidad, tal como hoy lo están haciendo el MSM y el MDS. Les deseamos éxito en esta tarea. Pero no por ello hemos de dejar de expresar nuestras reservas ante actitudes políticas francamente sorprendentes. No entendemos, por ejemplo, el giro radical que ha operado en quienes hasta hace poco rechazaban terminantemente cualquier posibilidad de unidad o de alianza con la oposición, menos aún con quienes eran tildados de “derecha”, de “oligarquía”, de “separatistas”; y en sentido contrario, de “cómplices del MAS”, de “anti-autonomistas”, de “enemigos de Santa Cruz”.

¿Qué ha ocurrido para que se haya dado semejante vuelco, de manera que quienes apenas ayer no podían verse ni en pintura, ahora hayan hecho a un lado sus profundas desavenencias y de pronto se llenen la boca de elogios y reconocimientos mutuos?: ¿pragmatismo?, ¿oportunismo?, ¿es la reacción ante las encuestas que muestran el desplome de algunas candidaturas?, ¿es la respuesta desesperada para evitar la marginalidad?

Sea como fuere, el camino es la unidad. Esperaremos que otros hagan sus propias experiencias y saquen sus propias lecciones. Nuestra convicción unitaria tiene fundamentos sólidos, y seguiremos abriendo un camino de unidad, el más ancho posible, el más fructífero para recuperar la democracia boliviana.   
Unidos podemos reforzar nuestras fuerzas territoriales, nuestros recursos organizativos, nuestros liderazgos y cuadros partidarios. Unidos impactaremos en el ánimo de nuestros seguidores y también en los electores que quieren ver un cambio de gobierno. Unidos compactaremos una fuerza política capaz de articular una nueva mayoría social para sustentar un proyecto alternativo de país, asegurando gobernabilidad democrática, pues la unidad es el camino.