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Pachakuti 2012: sobre cómo ‘inventar una fecha’ y superar una era

La investigación La nación ch’ixi: una mirada desde la Isla del Sol se inspira en la visión no dicotómica del qep nayra, que plantea una estructura de dos partes diferenciadas analíticamente: un lado kupi (derecho), en el que se analizan prácticas que parten de la forma patrimonialista en la que el Estado se acerca a la Isla del Sol, y un lado ch’iqa (izquierdo), que da cuenta de prácticas vinculadas al manejo ritual y cotidiano del territorio. Ambas partes se encuentran en un taypi (centro), en el que tejemos la interacción de las anteriores formas en contrapunto.

Este estudio ha sido promovido por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), en el marco de la convocatoria La nación boliviana en tiempos del Estado Plurinacional (2013-2014).

Nuestra intención ha sido mostrar a la nación como una construcción significada a partir de las prácticas de múltiples actores. Como parte del lado kupi, en este artículo, que recupera uno de los temas trabajados en la investigación, vamos a exponer parte del análisis sobre la escenificación del evento estatal del Pachakuti de 2012, realizado en la Isla del Sol.

¿Qué sitios de poder pueden considerarse emblemáticos del Estado Plurinacional? Percibimos una dispersión, pero a la vez una continuidad del espacio circunlacustre como centro simbólico de lo nacional. Al ser sede del boom del turismo new age, la Isla del Sol constituye un escenario donde lo andino transfronterizo y el Estado construyen una trama de identidades complejas y de prácticas ambivalentes.

¿Ha llegado el Pachakuti?

“Vivimos en la macha, vivimos la oscuridad, vivimos el egoísmo, vivimos el individualismo, vivimos la división (…). El 21 de diciembre de 2012, hermanos, es el fin del egoísmo, de la división; el 21 de diciembre de 2012 tiene que ser el fin de la Coca-Cola, es el comienzo del mocochinchi, del willkaparu, hermanos, es el comienzo de la pacha”.

Con este discurso, el canciller David Choquehuanca anunció el recibimiento del Pachakuti, que se realizaría el 21 de diciembre de 2012 en la Isla del Sol. Si bien no se anunciaba el fin del mundo, según una funcionaria del Estado (1), se anunciaba el fin de una era.

René Mendoza, exautoridad en la isla, nos contó sobre las reuniones con amawtas de otros lugares que explicaban por qué era importante la fecha: los planetas iban a alinearse. Sin embargo, en las radios peruanas la gente de la isla escuchaba que “los científicos ya estaban diciendo que va a ser el fin del mundo ese día, (…) de Perú viene ah, el volcán, ese lado viene a la punta de la isla, es volcán apagado. Decían que, la mitad del Isla del Sol va a estar, ya no va a existir”. “La gente estaba triste”, indicó Elisa Mamani.

“Estaba bien asustada (…), he venido con todos mis hijos, que pase, mejor morir juntos”.

Aunque una comisión de la Cancillería realizó un viaje para “pedir permiso para poder usar la bahía de Qhona (…), con todos los delegados y representantes de las comunidades”, según palabras de una funcionaria del Estado, el comunario de la isla Benito Choque nos dijo: “Se habían organizado sin decirnos a no-sotros nada, cuando ya estaba hecho recién a nosotros nos han avisado; nosotros no somos sonsos, nos hemos dado cuenta, pero lo hemos dejado, que hagan, qué nos importa”.

Tomando en cuenta la impresión de Choque, cuando preguntamos a una funcionaria del Estado si había gente que estaba en contra de esta decisión, nos expresó que “nadie se resistió, todos estaban de acuerdo, ellos decían ‘si nosotros tenemos autonomía’ o que eran descentralizados”. Sin embargo, la realización del Pachakuti en la bahía de Qhona ocasionó “peleas” entre las comunidades de la isla, como nos comentó un joven: el cambio de era desunió a la gente en lugar de unirla.

“Eso tenía que ser en lugar sagrado”, nos explicó el presidente de la Red de Turismo Apthapi, Jorge Mendoza. Sin embargo, la oferta de lugares “sagrados” se contradice con la práctica territorial de la aynuqa, que está íntimamente relacionada a la ritualidad. Su carácter sagrado proviene de una práctica en el presente y no de la monumentalización del pasado.

Según Mendoza, “en vano dijeron Pachakuti, no era muy nativo, habían sillas plásticas, parlantes gigantes, carpas del Ejército, gente con zapatos”. “En la isla, pensaban demostrar todo nativo, pero habían helicópteros, barcos gigantes, eso no es pues, no me ha gustado”.

Interpelar esta forma de escenificación del Pachakuti, parte de la noción de lo auténtico y nativo apropiada de gran manera a partir de las iniciativas afines al turismo comunitario o místico.

Después de las quejas con respecto al lugar, Choque nos dijo que escuchó el discurso del Presidente. “Bien estaba (…), yo soy de ese partido, lo he apoyado mucho; ¿sabes por qué? Antes, ¿acaso (…) se acordaban de los campesinos? Carajo, yo conozco de estas cosas, como te he contado, cómo han esclavizado a nuestros abuelos, a nuestros papás; nos duele a nosotros, nos duele, ese recuerdo lo tengo yo, por eso no, no, pero cuando ya entra el Evo de nuestra sangre”. La figura de Evo Morales parecería quedar intacta, inmune al contradictorio accionar de sus funcionarios. Paradójicamente, para los turistas místicos, el discurso ofrecido por el Presidente durante el Pachakuti era lo menos importante. Una turista nos contó que ella se fue cuando llegó Morales, considerando que “utiliza al indígena políticamente”.

¿Dónde estaba la Isla del Sol en el Pachakuti?

Elisa relata el Pachakuti recordando que había mucha basura. Los mismos comunarios vendieron Coca-Cola, los tan promocionados refrescos de mokochinchi y de cebaba no existían. “Se han comprado nomás, como ya están acostumbrados algunos, ¿qué va a dejar?”.

El despacho gubernamental de Seguridad Alimentaria, que se ocupó de la alimentación de los visitantes, tenía que ofrecer “comida este, el típico que comemos acá, eso tenían que cocinar, no habían cocinado”.

“Preocupados nos hemos quedado, a dónde vamos a llevar tanta basura; había platos desechables, cucharas, bolsas, pura basura, grave era”, dijo Elisa.
Algunas personas no comían sus platos o se “han empalagado” y la echaban a la basura: “choclos grandes había, eso así mismo estaba en la basura”, dijo René. Y Elisa explicó: “Grave, en yute hemos traído, papas botadas, a los que tienen chancho hemos regalado”.

Una parte de la basura se trasladaría a Copacabana y otra sería enterrada; sin embargo la limpieza no se realizó hasta tiempo después.

Así como la práctica alimentaria de los participantes del evento se contradijo con los principios de la soberanía alimentaria, el Pachakuti basado en principios espirituales y míticos se constituyó únicamente en una escenificación inventada. Un joven de Challa nos comentó que el Pachakuti fue un “show político”. Otro joven nos comentó que el Canciller dijo en el evento que el solsticio de invierno y de verano eran chachawarmi, afirmación que en su criterio era forzada. Existiendo San Andrés o Sata Qallta (ritual de inicio de siembra), no había razones para inventar una fecha. Resulta interesante notar que la escenificación del Pachakuti, proveniente de un gobierno indígena, no logró incorporar prácticas o lenguajes, mientras que la denominación católica de San Andrés se incorporó en la dinámica agrícola y ritual.    

Otras personas nos dijeron que en el Pachakuti “hicieron aparte a la gente de la isla, solo usaron el lugar”. La Cancillería produjo un documental sobre el Pachakuti, basado en entrevistas a los sabios o “chamanes” que llegaron de diferentes países, en cuyos discursos se reitera la confrontación entre “lo occidental” y “lo indígena” en ámbitos espirituales y económicos, perfilando la ideología del “buen vivir”. Ni un solo maestro yatiri de la Isla del Sol aparece entrevistado. Gonzalo, que participó de distintos encuentros internacionales y conoció a “chamanes” de todo el mundo, afirmó que para el acto llegaron muchos amawtas que anteriormente eran sindicalistas y se transformaron por conveniencia. Don Jorge Mendoza, afirmó: “de todo sector de área rural ha llegado, pero mirando a los que hacen otro tipo de espectáculos”. Y Faustino Ramos, yatiri de Challapampa, explicó que los amawtas que trajeron no podían hacer ningún ritual, pues desconocen los lugares sagrados de la isla.  

La polifonía de voces, mediante las cuales nos acercamos a la escenificación del Pachakuti, permiten confrontar las tensiones experimentadas en la práctica con las similitudes discursivas entre los diferentes actores involucrados. El nuevo imaginario de la sacralidad de la Isla del Sol como cuna de la civilización Inca y ahora, centro energético, surge, tanto en los discursos estatales del canciller Choquehuanca y del presidente Morales, como en los principios que permitieron consolidar la moda del turismo místico. De esta manera, la escenificación del Pachakuti expresa la nueva tendencia identitaria propiciada por el Estado, en la que a partir de la promulgación de “principios universales” la política estatal emplea estratégicamente lo indígena y su asociación con el “buen vivir” con los movimientos espirituales contemporáneos. Así, la idea inicial del Pachakuti, como espacio potencial para la presentación de un “manifiesto nacional” que ponga sobre la mesa la filosofía del “buen vivir” en el contexto global, se beneficia de los nuevos imaginarios globales sobre lo indígena, plagados de ideas coloniales sobre su relación esencial con la naturaleza. El new age es un nuevo ingrediente del Estado Plurinacional.

(1) Todas las fuentes primarias y el material documental citado corresponden al trabajo de investigación de campo del proyecto La nación ch’ixi: una mirada desde la Isla del Sol (2013), auspiciado por el PIEB.