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Claudio Gutiérrez: ‘La soberbia es una enfermedad chilena muy grave’

Bolivia y Chile necesitan conocerse y acercarse más para empezar a resolver el enclaustramiento marítimo, provoca el profesor universitario y activista chileno Claudio Gutiérrez Quintino. De visita en el país (de las incontables que ha hecho ya), vino a presentar la investigación “Dirigencia Social Chilena. Percepciones frente a la demanda marítima boliviana”. Miembro en su país de la Coordinadora Mar para Bolivia, el investigador revela un poco los rasgos de hoy de la sociedad chilena y la inquietud ante la demanda marítima boliviana en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Revela, critica a lo suyo, pero también interpela a los bolivianos: de ambos lados de la frontera, afirma, hace falta una mutua apertura, una concreta y cotidiana diplomacia de los pueblos.

— ¿Cómo está hoy Chile, ahora que existe una demanda en La Haya?

— En general, Bolivia es invisible, incluso para la dirigencia social activa. Pero eso es histórico: si tu ves la Guerra del Pacífico, Bolivia era como un anexo, Perú era el enemigo. Bolivia nunca fue el enemigo, porque lo invisibilizan, lo desprecian. Yo te aseguro que (Sebastián) Piñera nunca consideró al mandatario Evo un presidente de verdad; para él, Evo era un tipo extraño. Él (Piñera) pertenece a una cultura totalmente elitista, la de los mismos apellidos estos 200 años. ¿Cómo se ve a Bolivia? Un país de comida orgánica, con cultura indígena, y eso ha generado cierto atractivo en algunos sectores, pero cuesta pensar a Bolivia entregando una memoria en La Haya. A los chilenos los veo desconcertados. Pero hay un cierto cambio: “parece seria (la acción boliviana), esto se está poniendo serio, hay que tomar en cuenta”, ese fue el giro de las instituciones. 

— ¿Pero y las dirigencias sociales?

— Lo que rescatamos de extensas entrevistas a dirigencias sociales chilenas es que todos están de acuerdo con mar para Bolivia con soberanía. Puede sorprender un poco a los bolivianos pero es una voz que quizá está muy acallada pero que existe, que el propio El Mercurio (periódico chileno), que es antiboliviano, señala que es el 32%. Hay una voz silenciosa ahí: tres o cuatro candidatos en las últimas elecciones presidenciales dijeron abiertamente “mar para Bolivia”, sin ningún problema.

— ¿Una voz silenciosa?

— Ese es el tema. Allí ves: el Estado, los movimientos sociales y una ciudadanía grande, desorganizada y muy influida por los medios (de comunicación), que no responde a ningún sector social sino que es transversal, gente de clase alta y gente pobre, donde todos coinciden en ser una masa despolitizada que vota por distintos candidatos. En Chile 50% de la gente ni siquiera vota, y los que votan, muchos lo hacen en blanco. Si vas sumando todo eso tienes una masa muy gigante silenciada, y ese es el tema, que Chile tiene una sociedad muy silenciada; somos una sociedad con un Estado muy fuerte y con una sociedad civil muy débil. Entonces, aquí hay una suerte de tensión porque los movimientos sociales son los únicos capaces de llevar adelante estas demandas de cambiar Chile, pero estos también saben que son débiles frente a esa gigante masa de ciudadanos influidos por los medios de comunicación, que, además, son altamente concentrados.  

— Una nueva relación con Bolivia es parte de una ‘agenda nueva’ en Chile ¿Qué cauce tomará esto?

— Ya, pero esa agenda es de las organizaciones, y no del Estado; y el Estado tiene su agenda de siempre…

— ¿Así la izquierda esté en el poder, como ahora?

— Es que los movimientos no creen que (los gobernantes) sean izquierdistas; no creen que estos socialistas sean de izquierda; socialistas que creen que la empresa privada es el único motor de la sociedad, que desarmaron el Estado, o que mantuvieron la Constitución de Pinochet y privatizaron todo, son socialistas muy raros. Las organizaciones sociales tienen sus dudas totales (sobre ellos), no hay ninguna confianza en que realmente va haber cambios desde la institución (el Estado).

— ¿A qué se apuesta, entonces, para concretar las demandas?

— Las dirigencias sociales entrevistadas creen que son los “gestores culturales” quienes pueden llevar esto adelante. Deberíamos conocer que existe un país que se llama Bolivia; cuando les mencionamos Bolivia, hay una tensión, porque por un lado están de acuerdo con la demanda marítima y por otro no conocen Bolivia. Es una contradicción. Ahora ellos dicen: nosotros deberíamos ir a Bolivia, nuestro sindicato debería relacionarse con los sindicatos de allá, vincularnos. Hay profesores que traen a sus alumnos, estudiantes que vienen a Bolivia.  

— ¿Cómo se entiende el tema de la soberanía?

— No se entiende. La verdad es que bolivianos y chilenos entendemos la soberanía del siglo XIX; como todos los conceptos, la soberanía se ha ido ampliando a distintas cosas. Chile le entregó un terreno gigante a la Unión Europea para que instale los telescopios en el norte; y le entregó soberanía; territorio tan soberano que si tu trabajas ahí, las leyes laborales son europeas, no las chilenas; no te puedes acoger a la CUT (Central Única de Trabajadores de Chile); su presidenta lo dijo: tenemos el problema de los astrónomos que trabajan allí; los guardias son europeos; es como tener una embajada pero gigante; un tremendo terreno que fue regalado y nadie dijo nada. Entregan soberanía en el mar, a ciertas familias, y les dicen: el mar es de ustedes, está privatizado, pueden hacer lo que quieran. Se entrega el agua, se la privatiza, es una pérdida de soberanía: toda el agua dulce chilena está en manos de empresas extranjeras.

— El tema con Bolivia es que se habla de entrega de territorio, y eso, como dicen, ni soñando…

— Por qué ni soñando. Los países lo han hecho varias veces; se han entregado trozos, porque están lejos o por  otras causas; las Malvinas, los ingleses las van a terminar entregando, y no va a desaparecer Inglaterra por eso; las debían haber entregado, pero sabemos que no las entregó por una guerra ridícula. No es tan dramático, si estas cosas de los territorios son cosa del siglo XIX, hoy día los territorios están más flexibles, las fronteras ya casi no existen, los mercados se mueven por todos lados, es otro mundo, y en esto, el tema de la tierra-soberanía, escasos metros más o menos, son cosas del pasado.  

— Le pregunto porque alguna vez hubo la idea del referendo, que sea el pueblo el que diga si quiere mar para Bolivia, con o sin soberanía.

— No, para nada; te lo dicen porque saben que van a ganar. Están los sentimientos nacionalistas, xenofóbicos, además estamos hablando de esta masa desinformada, y que no tiene idea dónde está Bolivia; y tiene esa idea de que la tierra es la sangre y que ni un milímetro y esas cosas…

— Pero hasta eso puede cambiar

— Si en 2010 le hubiesen preguntado a los chilenos si creían que podían tener educación gratuita, el 90% hubiera dicho que es imposible, una locura; y ahora se está discutiendo, y se va hacer. En meses los pueblos aprenden lo que no aprendieron en años, en meses la historia puede cambiar. Y no es que cambie por voluntarismo, sino porque hay un proceso subterrráneo, invisible, el topo de la historia, que va moviéndose debajo, cuando de repente aparece en la tierra. Yo creo que esto es importante para Bolivia, y por eso queremos que Bolivia lo conozca, porque queremos que cuando lleguen los chilenos acá sientan que son gestadores de diplomacia, esto es diplomacia de los pueblos. Lo bueno es que ha cambiado la actitud del boliviano. Antes, para mí era terrible decir que yo era chileno porque ustedes tenían una actitud de mucha violencia. Ustedes tienen que aprender a ver también que hay una sociedad y una gente sin voz (en Chile); ustedes creen que Chile es (Jorge) Tarud; Chile no es Tarud; yo creo que Tarud es el 2% de Chile.

— Así las cosas, ¿cómo se puede avanzar en el tema marítimo?

— Mi esperanza es que las presiones vayan distensionando un poco y vayan generando vínculos de solución. Yo creo que el Estado chileno hará este giro de que tratemos de resolver esto. Nosotros tenemos una propuesta: hacer una carta y que la firmen los intelectuales. El premio nacional de Ciencias Sociales lo dijo explícito: para que Chile pase a una nueva etapa de desarrollo requiere resolver dos temas: el de los mapuches y el otro, mar para Bolivia con soberanía, y es una persona vinculada a la Concertación (el Gobierno); creo que esto va a ser importante para los chilenos, para que vean que su intelectualidad está por mar para Bolivia; eso creo un poco va a romper este silencio, y podría también movilizar un poco la reflexión de esta masa de personas desinformadas.

— ¿Cómo encuentra el lado boliviano? ¿la demanda arreció las posturas antichilenas?

— Lo que veo en Bolivia es pesimismo y un Chile absolutamente estático; ven un Chile muy antiguo, un Chile sin movilización social, sin movimientos sociales, pero esto ha cambiado. Chile ha ido cambiando y eso les cuesta ver a los bolivianos;  deberían analizar, repensar eso, y ver que si Chile cambia, los bolivianos también deberían cambiar sus apreciaciones, sus concepciones. 

— ¿Y el norte de Chile, que parece lo más identificado con Bolivia?

— En el norte de Chile creo que hay un mayor rechazo a cualquier entrega de soberanía, porque el discurso oficial que llega allá a través de los medios, donde no hay los movimientos sociales que hay en Santiago, Concepción o Valparaíso, ha penetrado mucho más. Pero no por la demanda, sino por siempre. En Arica sentí un rechazo frente al peruano y boliviano muy fuerte, y es cómico porque toda esa gente es aymara, descendiente de aymaras, y quizás por eso mismo, por no asumirse como indígenas, tienen esa actitud. 

— ¿Qué beneficio mutuo podríamos tener Bolivia y Chile?

— Yo hago todo esto porque soy chileno, en el sentido en que beneficia a Chile. Para muchos, va ser muy bueno para Chile tener una buena vecindad con Bolivia, bueno en el sentido material, que quizás vamos a tener gas, cuando estamos en una crisis energética gigante; hay muchos proyectos en el norte de Chile que no se pueden hacer porque no hay energía, y la única forma de resolver es Bolivia, la única. Por eso hay algunos empresarios que están muy de acuerdo, subterráneamente, en que esto se arregle, porque podrían invertir. Pero también en lo simbólico beneficiaría. Chile cambiaría esa idea soberbia que tiene de que es europeo, eurocéntrico, que América no tiene nada que ver con él. Eso sería sanarse, porque la soberbia es una enfermedad chilena muy grave, que lo tiene enloquecido y lo tiene hablando tonteras; yo creo que cuando Chile entienda esto, cuando entienda que es indio igual que todos los de América Latina va a ser una sanindad, porque es identificarte, es (saber) quién eres; es psicótico tener una representación de lo que tú no eres.

— Costará años de entendimiento

— Es una tarea muy larga, difícil, compleja, los movimientos sociales lo pueden hacer pero aún son débiles en mi país. En diplomacia lo que menos hay que tener es apuro. Tranquilamente esto puede durar 20 años; La Haya es una de las piezas, hay muchas otras que tomar.

— ¿Bolivia?

— Espero que en Chile vayan construyendo una Bolivia distinta y mi esperanza es que Bolivia también construya un Chile distinto, que pongan oído en esa otra voz, que no porque no aparezca en (el periódico) El Mercurio crean que no existe.

Perfil

Nombre: Claudio Gutiérrez Quintino

Nació: 19-12-1953

Profesión: Filósofo

Cargo: Docente universitario, parte de la Coordinadora Mar para Bolivia con Soberanía

Vida

Es licenciado en Filosofía y en Educación, por la Universidad de Chile. Magíster en Filosofía, mención Epistemología, también por la Universidad de Chile. Fue profesor de la Facultad de Filosofía y Educación de esta casa de estudios. Actualmente se de-sempeña como profesor de diversas escuelas de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.