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De cómo La Razón se llenó de colaboradores

La Razón es un periódico paraestatal que se llenó de colaboradores afines al MAS”. Ésta es una de las últimas afirmaciones de Raúl Peñaranda Undurraga.Veamos. Baldwin Montero es el jefe de La Razón Digital; quiso tener una voz ciudadana para describir la cotidianidad y desenredar nuestros rollos de sociedad. José Rafael Vilar, desde Santa Cruz, combinando datos y saltando fronteras, arma reflexiones muy a menudo centradas en temas electorales. Luis Kushner es el médico de cabecera. Rafael Archondo, el periodista que decidió volver al periódico que le había censurado una columna cuando el director era Juan Cristóbal Soruco. Carlos Villagómez, el arquitecto enamorado de la belleza pero sobre todo de la fealdad de La Paz, esa ciudad que también hace la guerra. Ricardo Bajo, con sus múltiples pasiones y sus múltiples convicciones, todo en voz alta. Lucía Sauma, mujer periodista, mujer de derechos, periodista de piel. Jaime Iturri, otro acusado por los paraopositores, por lo visto no piensa callarse. Patricia Vargas, habitante de las ciudades, constructora de ciudadanía. Walker San Miguel y sus series bien encadenadas de los episodios contemporáneos de la justicia internacional (y sus juegos políticos, por supuesto). Dionisio Garzón es el columnista picado por la minería, sus entuertos y los posibles escenarios. Jorge Zapp, un internacionalista que encadena sistemáticamente economía y desarrollo. Freddy Morales, columnista reciente, periodista de siempre, ya está entre los retratistas de nuestra última historia. Gabriel Loza, exautoridad, economista hasta los huesos, nos engancha irremediablemente en la macroeconomía, nos obliga a poner el ojo en la política monetaria. Édgar Arandia, el escribujante del 22 de febrero, el oso anónimo del Carnaval, el conquistador de su libertad, su visión no puede no ser artística. Cergio Prudencio, intelectual (y sentipensante) que, una vez al mes, crea, provoca, destapa, hurga, descubre y hace descubrir. Sus textos son, sin excepción, verdaderas composiciones. Más de una vez al mes podría causar sobredosis letales.  José Luis Exeni, académico, periodista. Su posdoctorado en Portugal no ha logrado desengancharlo de los ch’enkos de la democracia boliviana. Es el atrevido que ha desvestido la golosina poliperiodística del momento. Por su pecado lo juzgarán y lo crucificarán. Amén.

Eliana Quiroz, voz reciente en        La Razón, firma autorizada frente a las olas intensas del mundo cibernético, firma militante y exploradora de las entrañas de este nuevo mundo. La Julieta Paredes, feminista comunitaria, mujer creadora, interpeladora, utopista, qué mujer de pocas pulgas. Carlos Soria Galvarro, viejo periodista con un tic incorregible: escribir en tiempos largos, escribir con memoria, fotografiar desde muchos ángulos, escribir sin perder la paciencia. Yuri Tórrez, otro de nuestros colaboradores que salen regularmente de su nido académico (y cochabambino en este caso) para plantear, en pocos caracteres, problemáticas de interés público trabajadas claramente desde la sociología. El periodista Rubén Atahuichi demuestra en cada columna que es capaz de separar sus posiciones individuales (informadas, qué duda cabe) de su responsabilidad como cabeza de la Redacción de La Razón. Ramiro Prudencio, como la gota sobre la piedra, recorre los laberintos de la historia (marítima) boliviana. La Fundación Amigos de la Naturaleza es el título que une varias firmas que alternan sus voces en el coro que le canta a la buena convivencia con nuestro entorno. Gabriela Ichaso es la mujer que desde Santa Cruz nos obliga a poner un sello camba, ciudadano y crítico desde vivencias de carne y hueso. Alejandro Mercado: el liberal, el economista puro y duro, el amante de la mejor música. Jorge Komadina, sociólogo, o mejor, uno de nuestros mejores teóricos, su salsa es el rigor. Carlos Ichuta, otro sociólogo más, su imán es la política, su base, la investigación. Homero Carvalho es el que nos devuelve al real mundo de la literatura y el único columnista que también escribe para otro diario (la excepción confirma la regla). Carlos Antonio Carrasco, primero diplomático, después diplomático, atrapado entre mil continentes, nos pone, con gran sentido del humor, frente a personajes y episodios de todos los rincones. Esteban Ticona: un intelectual aymara que le entra a todo; su hilo conductor es el enfoque descolonizador. Sus últimas palabras serán en aymara. Pablo Rossell, le pica el mundo por todas partes y su estrategia es mezclar economía, visión política y humor seco. Y funciona. Xavier Albó, el jesuita indispensable cuyo credo son las necesidades de los pueblos indígenas, su cancha es la democracia. Gustavo Rodríguez Ostria (otro cochabambino, impresionante), uno de los más sólidos historiadores actuales. Verónica Córdova, la cineasta que logra, con gran puntería, ir a lo esencial de todo. Sus herramientas son la honestidad y la consecuencia. Armando Álvarez nos hace volcar, con la precisión de un buen economista, la mirada hacia los otros mundos. Fernando Mayorga, el sociólogo aurorista que, como buen académico, tiene los brazos largos para abarcar mucho y apretar más. Horst Grebe, economista con mayúscula, mirada informada, serena, madura. Amigo, guía. Farit Rojas nos lleva por los innumerables conceptos del derecho (hay que estar concentrado). Lourdes Montero, desde las ciencias sociales y desde sus sentires altamente femeninos, aborda, sin camisa de fuerza, los temas que le/nos indignan. ¿Y el Papirri, con su jolk’e en Munaypata, con su jopo de Illimani, con la casa que nunca tuvo? Lula da Silva, los temas de desarrollo y de lucha contra la pobreza. El estadounidense Fareed Zakaria, democracia, educación. Columnistas del periódico español de El País alternan con nuestros caseros. Nuestra columna sindical, que como en ningún otro medio, se respeta y se publica en domingo. Es imposible olvidar al profesor Salvador Romero, que nos dejó hace poco después de haber grabado sobre piedra su pensamiento. Nuestro profesor. Reymi Ferreira dejó de ser columnista desde que asumió funciones como Embajador Adjunto de Bolivia ante las Naciones Unidas para la Cumbre del G77+China. Manda textos sin periodicidad y, claro, es bien recibido.

Fuera del cuerpo central están los colaboradores de nuestros suplementos: Mario Espinoza (cóctel explosivo de periodismo e historia), Carlos Hugo Molina, Alfredo Rada, Karen Longaric, Álvaro García Linera, Carlos Mesa, Eduardo Rodríguez, María Teresa Zegada, Armando Loaiza, Javier Murillo de la Rocha, Gonzalo Lema, Fabián Yaksic, Helena Argirakis o Róger Cortez, por citar un abanico improvisado. En el equipo de Marcas, Julio Peñaloza, un día polémico y el otro, también. Muchos colaboradores esporádicos. No podemos omitir el trabajo de Álex Ayala, de Alain Mesili. Difícil no citar el aporte definitivo de Pedro Susz.

La cita inicial que ha empujado las líneas precedentes tiene un gran mérito: me ha hecho nombrar a todos los colaboradores de La Razón. Un conjunto de nombres y apellidos que explica, junto al trabajo periodístico de La Razón, el prestigio que reconocen nuestros lectores. Mirar a nuestros colaboradores juntos me llena de intensa alegría y satisfacción. Y les doy las gracias. Pero mi gratitud no alcanza. Me animo entonces a poner sobre esta mesa plural el reconocimiento del equipo que me acompaña día a día y el de nuestros apreciados lectores. Salud. Y jaque mate.