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Bolivia no va a pedir, sino a ofrecer

En la Cumbre de Presidentes y  Jefes de Estado del G77, que a su vez conmemora el 50 aniversario de fundación del grupo, está en juego la revitalización de la organización luego de medio siglo.

A lo largo de su existencia, el G77 ha tenido momentos de ascenso, pero también, especialmente los últimos años, de un nivel de desmotivación originado por los esfuerzos globalizadores de las potencias del norte que han apuntado a cooptar a miembros importantes del grupo a través de Tratados de Libre Comercio, como el TLCN entre Estados Unidos, Canadá y México, que hizo que este último país abandone el grupo; o por medio de la creación del otro tipo de asociaciones, como el denominado G20 en el que se incluyó a países de economías emergentes. 

No obstante, en la coyuntura actual, en la que hay potencias económicas como India, China, Brasil, Sudáfrica, Argentina o Indonesia existen serias posibilidades de fortalecer los lazos entre los países del Sur para consolidar un nuevo orden económico mundial, basado en la equidad, el respeto a los derechos de la Madre Tierra y la soberanía de los pueblos.

Por eso en la actual Cumbre será difícil dejar los principios al momento de asumir una agenda internacional. Siempre existe un norte ético al momento de adoptar una agenda económica o social, lo que de ninguna manera quiere decir que se deba ser dogmático, mucho más si se toma en cuenta la heterogeneidad de países en la composición del G77.

Asimismo, no puede existir un discurso neutro en un foro internacional que lucha contra la pobreza, la desigualdad o la injusta estructura del comercio internacional. Las posiciones y declaraciones adoptadas por el G77, a lo largo de su existencia, siempre han sido críticas al orden mundial impuesto desde hace cuatro siglos a los países del Asia, África, Latinoamérica y Oceanía; sin embargo, es un discurso que no confronta a pueblos o países, sino más bien a modelos excluyentes.

En ese sentido, el proyecto de declaración para la Cumbre de la próxima semana es un tema muy delicado y confidencial, cuyo contenido no es posible ser dado a conocer sino hasta el momento en que se presenta al interior de la Cumbre. El documento se discute entre los embajadores acreditados ante la ONU, y prima el criterio del consenso para su aprobación. El tema de la declaración debe estar basado en los ejes temáticos que el G77 aborda en sus discusiones, los cuales tienen que ver con la lucha contra la pobreza y la desigualdad, la evaluación de los objetivos del desarrollo, el cambio climático, la cooperación y el comercio sur-sur, la migración, la seguridad y soberanía alimentaria, así como la transferencia de tecnología.

En todo caso, ser escenario de una Cumbre exitosa indudablemente es un triunfo de la política exterior de Bolivia, por tres razones: primero confirmamos que el país es estable, seguro y con capacidad logística para realizar encuentros de gran magnitud internacional; segundo, se demostraría la capacidad de aportar a la comunidad internacional las experiencias propias en materia de desarrollo, inclusión y lucha contra la pobreza que se han venido aplicando en Bolivia; y, tercero, se mostraría el liderazgo del país al fortalecer a un organismo que durante los últimos años ha pasado por momentos de debilitamiento.

Al ser escenario de esta Cumbre, un objetivo del país es fortalecer el relacionamiento económico entre los países del sur, que en los últimos años ha demostrado ser altamente positivo. Un ejemplo: ahora Bolivia tiene entre sus tres clientes más importantes a Brasil, Argentina y la Comunidad Andina de Naciones, y entre sus proveedores figura en primer lugar Brasil, China y Argentina, lo que en parte explica el buen momento económico que vive Bolivia y, en general, América Latina.

Una política de desarrollo endógeno, complementada con un reposicionamiento del eje de comercio Norte-Sur a un eje preponderantemente Sur-Sur, han dado como resultado prosperidad económica.

El comercio Norte-Sur siempre se basó en un intercambio desigual e injusto, que además nos anudaba a sus economías. Si existía crisis en Estados Unidos, ésta se trasladaba a nuestros países a través del modelo de la dependencia económica y comercial. Ahora que ya nos hemos liberado en parte de esa dependencia, las crisis que ocurren en Estados Unidos o Europa no se sienten en Bolivia, porque ahora nuestros clientes son principalmente países del sur, como nosotros.

En materia de política internacional, es importante consolidar al G77 como organismo cuya temática es el comercio, la economía, el desarrollo y el medio ambiente, que sea contraparte del Movimiento de Países No Alineados, que tiene como objeto la coordinación de la política internacional.

En cuanto a la imagen de Bolivia, la Cumbre permitirá mostrar a un país rico en culturas, con muchas atracciones turísticas y escenario de inversiones extranjeras en un contexto jurídico, económico y social estable y predecible.

Por último, en esta Cumbre Bolivia no va a pedir, sino a ofrecer. Pasaron ya las épocas en que nuestros representantes asistían a eventos internacionales con la mano extendida, en actitud de pordiosero internacional. Eso ya pasó, Bolivia hoy con dignidad ofrece ser anfitrión y recibe a sus visitantes con afecto, pero también asiste para ofrecer propuestas sobre la base de las experiencias que como país nos han permitido reducir la desigualdad y la pobreza, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, la inclusión de la mujer y de sectores que fueron marginados de la política y la economía y, principalmente, una conducta exterior soberana, digna, libre de cualquier imposición externa.