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Campaña descarriada

Subida de tono está la campaña electoral: que el 50-50% gonista, que ahora sí confesaron que habrá gasolinazo, que el audio en que Samuel Doria Medina amenaza a la esposa de Jaime Navarro, que todo es montaje, que cómo me va a decir “bolas”… Subida de tono, pero pobre en ideas y propuestas. 

No es que se quiera ver los grandes y mediáticos debates estadounidenses o europeos, que también allí hay simulaciones y puestas en escena tanto o más picantes que aquí; o que se crea que la política es un angelical escenario donde la gente antes que golpes se da de besos. 

El punto es que aún con el sabor nacional, lo deseable es que las campañas fueran confrontación de ideas, muestra de papeles, sumas y restas, información desde distintas perspectivas y, al final, un ejercicio de aprendizaje para el espectador. La campaña como un bien informativo más.

Para tres analistas políticos consultados por Animal Político, hasta ahora nada de este choque de ideas e información se ha dado. Lo que menos se discute son temas sustantivos  de cada programa; de hecho —reclaman— las ideas que hasta ahora se han ido debatiendo (como lo del 50-50 de Samuel Doria Medina) ni siquiera forman parte del programa del partido, aunque, como se vio, sirvió nomás de caballito de batalla.

Lo peor de este caldeado clima, que puede ser bien sabroso para el morbo político, es que al final tiene su efecto en el elector, en la calidad misma de la democracia: el votante se aleja porque solo ve insultos, se va por el “voto por el mal menor” y cosas por el estilo; descree, pues.

Claro, los protagonistas defienden lo suyo. Mal que bien, en estos días se han ido planteando temas centrales en la agenda nacional, señalan: los hidrocarburos y su futuro, o el proceso de nacionalización. Por lo demás, los programas de las cinco candidaturas ya están en la web del Tribunal Supremo Electoral; vale la pena echar un ojo, hay más de una sorpresa entre líneas.

El editor