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Saturación de propaganda en medios no frena guerra de insultos

Evaluando las campañas electorales previas al 12 de septiembre —día en que empezó la propaganda directa en medios— se puede concluir en que al final se impuso la estrategia de la descalificación del adversario por encima de la de difusión de los programas de gobierno.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio luz verde a la campaña 180 días antes de la elección, sin embargo, la propaganda directa solo pudo ser hecha a partir del viernes 12. La razón de esto fue incentivar una programación con contenido (debates, entrevistas, entre otros) por encima de la propaganda proselitista, según la explicación de Juan Carlos Pinto, director del Servicio de Fortalecimiento Democrático (Sifde), dependiente del Órgano Electoral.

“La campaña es de tres meses de duración, pero solo uno de compra de espacios en medios. La idea es no saturar al televidente de propagandas y sí más bien de programas de contenido, que es lo que no tiene restricción”, explica.

No obstante, según el director del Observatorio de Medios de la Fundación UNIR Bolivia, Erick Torrico, y el exestratega electoral de Víctor Paz Estenssoro y Jaime Paz Zamora, Eduardo Pachi Ascarrunz, los dos meses  pasados fueron caracterizados, en cuanto a las campañas, por una guerra de descalificaciones mutuas de los candidatos; por supuesto, esto se dio en mayor o menor intensidad dependiendo del frente en carrera.

PROGRAMAS. Si se contrapesa esta interpretación con la explicación de Pinto, se puede llegar a la conclusión de que la idea de restringir a un mes la propaganda en medios con el objetivo de incentivar las programaciones con contenidos de fondo relacionados a los programas de gobierno, no detuvo a las organizaciones políticas en la mutua descalificación como la principal arma al momento de recurrir a la generación de información noticiosa o aparecer en canales, radios o periódicos.

Es por eso que Torrico afirma que estos dos meses pasados fueron “pedestres”, con discusiones “muy circunstanciales” de proyectos de país y que se centraron en la “desacreditación mutua”.

Es por eso que Ascarrunz evalúa ese tiempo como uno en que prevaleció una “estrategia de guerra sucia” y que “la parte racional (de la campaña) ha sido estropeada”. Es por eso que Juan Carlos Pinto ve que los partidos siguieron la dinámica de la descalificación.

“Lamentablemente, hemos visto que la estrategia marketinera ha optado por la descalificación para poder subir puntos. No se dan cuenta que la ciudadanía está interesada en saber qué proponen. Creo que los partidos deberían tomar conciencia en esta fase de propaganda para mostrar quiénes y qué ofrecen a la ciudadanía”, dice la cabeza del Sifde.

Entonces, en última instancia, todo esto apunta a que la estrategia del TSE de limitar a solo un mes la propaganda para incentivar la difusión de programas no funcionó dado que no frenó los insultos entre candidatos.

Justamente, ahora comenzó una nueva fase de la que no se espera sino más de lo mismo e incluso una intensificación de la conducta de guerra de desprestigio por la que optaron los frentes como estrategia.

No hay muchas esperanzas. En el periodo de propaganda, los partidos van a “ratificar” e incluso “profundizar las líneas de acción” por las que ya optaron, manifiesta Torrico. “Se ha tornado irracional y va a ser difícil reconducir esta conducta”, lamenta Ascarrunz.

Esta nueva etapa tiene, aun cuando sea en la reglamentación, novedades. Los medios estatales deberán pasar propagandas electorales de los cinco frentes, lo que es algo nunca visto, pues en estos medios es imposible encontrarse con una noticia electoral sobre algún candidato opositor, salvo que sea una nota que hable mal de ellos. Ahora, guste o no, se tiene que pasar propaganda de opositores y suspender temporalmente la promoción de la gestión del Gobierno.

ESTATALES. El tiempo por partido en el medio estatal Bolivia Televisión será de tres minutos al día, repartidos en franjas de 30 segundos para spots de cada uno de los cinco frentes. Habrá seis de estas franjas diariamente.

El tiempo en la radio estatal Patria Nueva es idéntico; mientras que en el medio impreso Cambio solo habrá una separata de 12 páginas el último domingo de septiembre, de las cuales la tapa y la contratapa serán trabajadas por el TSE, mientras que dos de las páginas interiores corresponderán a cada partido. En cuanto al orden de aparición de las organizaciones, tanto en los spots como en las páginas, éste fue sorteado.

En relación a los canales de televisión privada, el tiempo es de diez minutos al día para cada frente. El TSE, para controlar la equidad y evitar la guerra sucia, tiene contratadas nueve empresas que se encargan del monitoreo de medios.  Por otro lado, las entrevistas y programas de debate son irrestrictos.

“En estos casos apelamos a la ética de los medios de comunicación. Hacer entrevistas a todos y no solo a los que tengan algún chance de ganar o tener mejores resultados”, señala Pinto. Además —especifica— el TSE tiene potestad para evitar spots enfocados en la descalificación. También afirma que habrá una campaña para incentivar el control social.

El bombardeo ha comenzado… El peor escenario es poco probable: que los cinco frentes en competencia usen sus diez minutos diarios en televisión privada distribuidos entre varios canales. Tal cosa es remota, pues no todas las organizaciones tienen los recursos para hacerlo.

Empero, asumiendo que los consumidores de programas televisivos, en su mayoría, no son grandes entusiastas de las propagandas, y menos aún de las electorales, la sumatoria más pesimista dará 50 minutos de propagandas en cada canal, casi una hora. Ese panorama es inviable, aunque la realidad es que más de la mitad de los frentes sí tiene recursos para hacer una considerable compra de tiempo en los medios, a lo que de todas formas se sumarán muchos minutos de spots. Habrá que alistarse a apagar el radio y el televisor o aguantar con resignación.